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ABBY KING
Me coloco algo de rímel para alargar más mis pestañas. El cabello me lo dejo suelto y hago un poco en hondas.
Ciertamente no tenía ganas de salir y mucho menos ir a una fiesta, pero Cloe insistió y no me pude negar a su petición. Ahora entiendo a mi hermano.
No se le puede decir que no a la dama de la mafia de Estados Unidos.
He optado por colocarme un vestido largo de seda blanco, la tela se amolda a mi curvas. Miro mi reflejo en el espejo, admiro la belleza que poseo, la cual usare para obtener mi objetivo.
No me importa lo que use pero Stef será mío. Intuyo que estará en la fiesta.
Me volteo observando el escote en la espalda. Casi rosa mi trasero pero es así como me gusta. Los pendientes largos van a juego con el vestido.
Muevo mi cabello y cuando creo que ya estoy lista salgo de la habitación. Todo va a salir bien, me digo a mi misma. Ahora estoy con mi hermano, nada malo puede pasar.
Desciendo por las escaleras hasta toparme con la sonrisa de Cloe.
Mi hermano está a un lado y su mirada cambia al verme. Sí, soy hermosa Salvatore.
Tuerzo los ojos ojos.
–¡Te ves preciosa Abby!– Cloe lleva un vestido rojo con una abertura en la pierna.
El cabello se lo ha recogido en un moño alto. No lleva mucho maquillaje, pero aun así se ve hermosa.
–Tu también te ves preciosa Cloe– Mi hermano extiende su mano para tomar a su esposa y yo solo los sigo detrás.
Hasta cuándo vivirá molesto este hombre. Hasta Nebbercracker se volvió feliz y dejó de ser un viejo cascarrabias.
Uno de los soldados de Salvatore nos abre la puerta y creo reconocerlo, Rafaelo Risso.
Me dedica una cálida sonrisa. Trato de no hacer mucho contacto, no es que no confíe, pero aun siento ese apego evitativo hacia la comunidad masculina.
Cloe me habla de los mellizos, sus ojos se iluminan. Ama a sus hijos y no duda en demostrarlo. Hubiera querido tener una madre como Cloe, habría sido hermoso.
Mi hermano se mantiene atento en el camino. Rasco la palma de mi mano al sentirme rodeada de fragancia masculina. ¿Cuánto falta para llegar? Toco un par de veces mi cuello apartando la sensación desagradable.
Es tu hermano Abby, nada malo va a pasar. Respira.
Cuando el auto se detiene soy la primera en salir y respiro por la boca para que llegue aire a mis pulmones. Me sostengo del auto y me odio a mi misma por sentir esto con mi familia, pero no se me quita. Con el paso de los años viene más fuerte y me detesto por ser débil.
–Qué sucede– la voz de mi hermano se escucha firme y cuando siento su tacto lo aparto de un tirón. Retrocedo tratando de poner algo de distancia.
–Estoy bien, solo me mareé un poco– Cloe sale detrás y fulmina con la mirada a su marido. No quiero ser la causa de sus problemas.
Sin decir una palabra sigo a mi hermano a la entrada, intenta extender el brazo pero niego. Al entrar nos encontramos rodeados de la gente más influyente de la ciudad. Todos llevan una copa de champán en la mano y las risas hipócritas tildan sus labios.
Caminamos y mi hermano se excusa cuando un hombre anciano lo llama.
–Los mismos de siempre– espeta Cloe.
–Para mí es mi primera fiesta. Pero se puede ver que son gente detestable– Cloe asiente.
–A excepción de Nina que de vez en cuando viene a estas fiestas con Renzo– no se de quien habla pero sonrío. La música empieza a sonar y me aburro a lo grande. No debí venir.
Cloe se retira un momento cuando una mujer rubia la llama. Viste un conjunto extraño pero lo que más llama la atención son los lazos inmensos que usa. Es bonita pero si quería llamar la atención, acertó.
Mi hermano se ve más rodeado de gente y puedo ver que lo odia. De vez en cuando echa miradas a su esposa que ya va por la tercera copa.
Yo me mantengo en mi lugar. El ambiente es aburrido pero logra distraerme un poco. Llamaré a mis amigas mañana para decirles que sobreviví al huracán Llamado Salvatore King.
Ideas vienen a mi cabeza para el siguiente modelo que crearé. Ya Stefano me dijo que quería verlo así que enviaré un par de fotos mañana. Los otros conjuntos de seguro serán de su agrado.
Mi sonrisa se ve truncada cuando el hombre que no sale de mis pensamientos aparece con una mujer alta y delgada. Bonita, pero el cumplido queda hasta ahí. Puedo sentir como miles de alacranes recorren mi cuerpo debatiéndose por cual saldrá primero y atacarán a la mujer de piernas largas.
Ella se ríe de no se que cosa, pero los celos invaden mi cuerpo. No se atrevió. Aun cuando le dije lo que sentía.
Nuestras miradas se conectan y creo que ve mi enfado por que la estúpida sonrisa se le borra de la cara. En tres pasos estoy a su lado. Trato de parecer tranquila pero mi cuerpo grita lo contrario.
Su mirada recorre mi cuerpo pero vuelve a mi rostro enseguida.
–Abb– la mujer me observa y la nariz chueca le va a quedar mas torcida si no deja de tocar a mi hombre a la cuenta de ya. Sí, mío y no dejaré que ninguna zorra de piernas largas me lo quite.
–Stefano– ¿Mis confesiones son un chiste para él? Creo que no he sido lo suficiente clara, pero es momento de serlo.
–Tara, ella es Abby la hermana menor del Señor King. Abby, ella es Tara una amiga– la mujer me mira y sonríe. Mi puño quiere borrar la sonrisa de su cara operada.
Alguien llama a Stefano. Me quedo a solas con ella. Lo que necesitaba.
Intenta parecer amable pero no me creo nada.
–Stef me invitó a esta fiesta. La noticia me tomó por sorpresa. ¿Vienes constantemente a ellas?– ¿Stef? ahora si que quiero enterrar un puño en su cara.
–No, es mi primera vez también–trato de sonreír pero mi sangre hierve.
–Aun así es aburrido, pero la parte divertida vendrá cuando nos vayamos, estoy planeando llevarlo a un lugar donde pasar un momento a solas- toma una copa de champán y se la lleva a los labios.
No puede disimular sus pensamientos perversos. No frente a mi zorra.
–Irse– presiono los labios. Observo a Stefano que me observa desde lejos. Tranquilo, no voy matarla, por ahora.
–Bueno, tal vez no me entiendas porque eres muy joven, pero planeo comerlo toda la noche. De seguro tienes un novio y me entiendes– lo único que comerás será tierra. Pero siendo la persona adulta que soy decido mentir un poco.
Una risa brota de mis labios tomando su atención.
–Oh vamos Tara, aún no entiendes porqué te trajo aquí–sonrío. Su ceño se frunce.
–Stefano Harrison está enamorado de mi y te trajo para darme celos– el rostro de la mujer se tensa. Y la felicidad de la que se jactaba desaparece. Me crecerá la maldita nariz.
–¿Celos?-- asiento.
–Nosotros hemos estado comprometidos desde hace mucho tiempo, nuestros padres fueron personas muy influyentes. Y hemos jugado con este tira y afloja mucho tiempo. Ya sabes como un juego de niños– observo a Stefano y luego a Tara.
–Acepto que eres algo de una noche y entiendo sus necesidades, pero no importa cuanto se aleje, siempre vuelve a mi cama– me vuelvo dispuesta a irme pero me detengo para mirarla una vez más.
–Así que haz lo que tengas que hacer y luego vuelve a tu lugar. Tú me entiendes, verdad- La dejo allí sola y me acerco a Stefano.
–Si me entero que metiste lo que es mío en otro agujero, juro por la memoria de mi padre que te mato– y no miento. Intenta hablar pero levanto la mano.
–Soy una King, recuerda– lo dejo solo uniéndome a Cloe.
Stefano habla con la mujer y ambos me observan un momento. Sonrío a ambos, la comisura de los labios de Stef se levantan. Si está enojado, no lo demuestra.
–¿Pasó algo?– Ella mueve las manos intentando explicar lo que le dije.-
–Solo saqué la basura–