Capítulo 2 Firmó los papeles del divorcio

Julian ni siquiera parpadeó ante las palabras de Katherine. Simplemente se ajustó la corbata, se giró para mirarla, y con una sonrisa burlona en los labios, le preguntó: "¿Te enojaste porque no acudí corriendo cuando me llamaste?".

Katherine sintió un fuerte dolor recorriéndole los huesos con solo pensar en lo sucedido la noche anterior.

"Eloise llamó más temprano. Me contó que se cerró el trato con el Grupo Lewis y, por lo visto, tuviste un papel importante. No te preocupes, recibirás un bono", prosiguió el hombre, con su tono frío de siempre.

Al oír eso, Katherine se quedó congelada. Eloise Nash era la hermana menor, y la favorita, de Julian, la que nunca recibía un "no" por respuesta.

En ese momento, lo entendió todo: su cuñada fue quien la llevó a esa cena. Y como el asunto estaba relacionado con el negocio de su esposo, no se atrevió a tomarlo a la ligera. Por eso, aunque no toleraba el alcohol, bebió solo para intentar hacer algo que pudiera ayudarlo. Jamás se imaginó que la velada terminaría de forma tan cruel.

Sin embargo, para Julian, probablemente solo había sido un pequeño error de Eloise, algo que podía pasar por alto. No había sucedido algo que valiera la pena lamentar.

La desesperanza dentro de Katherine devoró por completo el dolor. Ella soltó una carcajada, seca y amarga, y declaró: "Entonces vayamos al grano. Estoy segura de que sabes lo que me sucedió anoche. Y no pasará mucho tiempo antes de que todos lo sepan, pues a fin de cuentas, tú eres el orgullo de esta ciudad. ¿Cómo podrías permitir que alguien manchada como yo arruine tu imagen perfecta?".

"¿Manchada? Usaste una donación de médula ósea para casarte conmigo tres años atrás. ¿De verdad pensaste que eras tan pura e inocente antes de anoche?", preguntó él, dando un paso al frente y aprovechando su altura para imponerse.

En sus tres años de matrimonio, casi nunca se le había acercado tanto. Sin embargo, eso no era cercanía, sino un ataque: le estaba clavando un cuchillo, frío y afilado, directo al corazón.

Katherine permaneció inmóvil. Pensó en todos esos momentos en los que lo observaba en silencio en la distancia, preguntándose si él alguna vez lo notaría. Era verdad que Julian siempre se había mostrado distante, pero nunca a ese extremo. ¿Por qué ahora sentía que la odiaba? Parecía que le guardaba un resentimiento silencioso, que ella nunca había llegado a comprender.

Antes de que pudiera sumirse en sus pensamientos, Julian miró su reloj y dijo con brusquedad: "Olvídate del desayuno. Solo prepara el almuerzo y mándalo a mi oficina".

......

Por primera vez, Katherine no siguió las órdenes de Julian. Su esposo nunca la había tratado con amabilidad y, durante años, ella lo había soportado sin decir una palabra. Sin embargo, ese día todo era distinto: le acababa de pedir el divorcio, y como respuesta, él simplemente se había ido.

Poco después del mediodía, Cayson Price, el asistente de Julian, entró a la oficina con el almuerzo.

Este último le lanzó un vistazo rápido a la lonchera y no tardó mucho en darse cuenta de que su esposa no lo había preparado. Frunció el ceño, pero como tenía tan poco tiempo para descansar, no se molestó en quejarse. Comió un par de bocados, solo para saciar el hambre, ya que después de tres años acostumbrado a la comida cuidadosamente preparada por Katherine, ya no disfrutaba de las comidas de los restaurantes de alta gama.

El almuerzo desabrido ya lo había puesto de mal humor, pero las cosas empeoraron cuando regresó a su oficina y vio los papeles de divorcio esperándolo en el escritorio.

"Señor, no le dijo a su esposa que fue usted anoche, ¿verdad?", preguntó Cayson con cautela al ver la expresión en el rostro de su jefe.

De golpe, Julian recordó lo que había sucedido la noche anterior, y su expresión se tornó fría.

Solo había ido a buscar a Katherine para evitar un escándalo público, pues lo último que quería era un drama relacionado con su nombre. Sin embargo, nunca imaginó que la encontraría en ese estado: ebria, vulnerable y aferrándose a él, como si fuera lo único que la mantenía en pie. No dejaba de susurrar su nombre y lloraba como si su corazón se hubiera roto.

En algún momento, él perdió el control. No sabía si por la vulnerabilidad de su cónyuge, o por la frustración acumulada, pero cuando el deseo lo dominó, dejó de pensar. Su autocontrol desapareció, y lo que siguió continuó hasta bien entrada la madrugada.

Para Julian fue un desliz, algo que no necesitaba explicación, especialmente no para Katherine. Como ella era codiciosa, la compensaría con dinero. Se dijo a sí mismo que eso debería ser suficiente. Y con respecto a los papeles de divorcio...

Julian miró los documentos y soltó una risa fría. Los firmó sin dudarlo, le aventó la carpeta hacia Cayson e indicó: "Envíaselos".

Cuando su asistente se disponía a salir, añadió en un tono bajo y cortante: "Averigua quién planeó que ella estuviera en ese hotel anoche".

            
            

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