A la mañana siguiente, Máximo, por capricho, insistió en que Patrick los acompañara a un paseo por la ciudad. Fue una tortura. Tuvo que caminar tres pasos detrás de ellos, observando cómo se tomaban de la mano, cómo se besaban en cada esquina. La gente los miraba como la pareja perfecta. Él era solo una sombra.
En un parque, el pañuelo de Scarlett cayó al suelo. Antes de que Patrick pudiera recogerlo, Máximo puso su pie sobre la mano de Patrick, aplastándola contra el suelo de piedra.
"Ups, lo siento", dijo Máximo con una sonrisa. "No te vi".
Patrick retiró su mano, los nudillos sangrando. Scarlett lo vio, pero no dijo nada. Simplemente tomó el pañuelo de la mano de Máximo y le dio las gracias con un beso.
De repente, de un callejón salieron varios hombres con cuchillos. Sicarios.
"¡Protéjanme!", gritó Máximo, escondiéndose detrás de Scarlett.
Patrick reaccionó al instante. Se interpuso entre ellos y Scarlett, recibiendo un corte profundo en el brazo.
Pero Scarlett gritó, no por él, sino por Máximo.
"¡Patrick, protege a Máximo! ¡Su vida vale más que la mía!"
Las palabras lo golpearon más fuerte que cualquier cuchillo. Aun así, su entrenamiento se impuso. Se lanzó hacia Máximo, derribando a dos atacantes en el camino. Estaba herido, superado en número, pero luchaba como un demonio.
En un momento de caos, Patrick le dio la espalda a Máximo para enfrentarse a otro asesino. Fue un error fatal. Sintió un empujón violento por la espalda. Máximo lo había empujado.
Patrick se tambaleó hacia adelante, directamente hacia la espada de un sicario. La hoja se hundió profundamente en su pecho.
El mundo se volvió borroso. Mientras caía, su último pensamiento fue: "He cumplido mi deber".
Cayó en la inconsciencia. Soñó. Vio a la niña Scarlett encontrándolo en la nieve. "Ahora eres mío". Vio sus sesiones de entrenamiento, sus noches juntos. "Bailas para mí, Patrick". "Luchas por mí, Patrick". "Vives para mí, Patrick".
Despertó con una sensación extraña. Scarlett estaba arrodillada sobre él. Sus labios estaban sobre los de él, y sentía que ella le pasaba algo a la boca. Era cálido y metálico. Sangre. Estaba bebiendo su sangre.
Cuando terminó, se apartó. Sus ojos estaban llenos de una emoción que él no pudo descifrar.
"Patrick", susurró ella.
Él no pudo responder. La oscuridad lo reclamó de nuevo.