Mi Venganza: De Ingeniero a Dueño
img img Mi Venganza: De Ingeniero a Dueño img Capítulo 2
3
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
img
  /  1
img

Capítulo 2

Esa noche no dormí. Me quedé sentado en la oscuridad de nuestro apartamento, el que compramos con el primer gran cheque de "Innovación Financiera", y dejé que los recuerdos me inundaran.

Recordé las noches sin fin, alimentado por café y pura determinación, escribiendo el código que se convertiría en el corazón de nuestra plataforma. Recordé haber hipotecado la casa de mis padres, con sus manos temblorosas firmando los papeles, confiando en mi visión. Recordé cómo vendí mi amado auto clásico para conseguir el capital inicial.

Todo por el sueño. Nuestro sueño. O eso creía yo.

Mi cuerpo se sentía pesado, agotado no por el trabajo, sino por años de cargar con el peso de una mentira. Había aceptado permanecer en la sombra, creyendo en la excusa de Sofía de que un "genio solitario" no era tan vendible como una "visionaria carismática". Me convencí de que mi trabajo hablaba por sí solo.

Qué ingenuo había sido.

Con una calma que me sorprendió, abrí mi laptop. Tenía un último deber profesional que cumplir. Redacté un correo electrónico breve y directo para el Sr. García, el representante del inversor principal.

"Estimado Sr. García,

Le informo que, a partir de mañana, he delegado todas mis responsabilidades en el proyecto 'Atlas', incluyendo la supervisión de las patentes P-34 y P-35, al Sr. Mateo Vega. Para cualquier consulta técnica, por favor, diríjanse a él.

Atentamente,

Ricardo Morales."

No mencioné mi renuncia. Solo el cambio de liderazgo. Sabía que el acuerdo de inversión tenía una cláusula de "persona clave" ligada directamente a mi permanencia en el proyecto. Sofía, en su arrogancia, o lo había olvidado o nunca le prestó atención. Envié el correo. La primera pieza del dominó había caído.

Luego, comencé a empacar mis pertenencias personales de la casa. No eran muchas. La mayor parte de mi vida estaba en mi computadora y en los servidores de la empresa.

En el fondo de un armario, encontré un viejo álbum de fotos. El principio estaba lleno de nosotros: sonriendo en nuestra pequeña oficina inicial, celebrando nuestro primer cliente, agotados pero felices después de una maratón de codificación.

A medida que pasaban las páginas, mi presencia disminuía. Las fotos eran de Sofía en conferencias, Sofía en cenas de gala, Sofía con gente importante. Yo era el que sostenía la cámara. Las últimas páginas del álbum estaban completamente vacías.

Lo miré sin sentir nada. Ni tristeza, ni nostalgia. Solo un vacío. Un reconocimiento de que la historia que creía estar viviendo había terminado hace mucho tiempo.

Cerré el álbum y lo dejé caer en una bolsa de basura junto con otras baratijas de una vida pasada.

Mi teléfono sonó. Era el gerente del restaurante de lujo donde había reservado una mesa para celebrar con Sofía.

"Señor Morales, solo para confirmar, ¿su esposa, la señora Reyes, cenará con su acompañante esta noche? Nos pidió que transfiriéramos su reserva."

Me quedé en silencio por un momento, procesando la ironía.

"Sí", respondí finalmente. "Confirmo."

Colgué y, por curiosidad morbosa, abrí Instagram. No tardé en encontrarlo. Una historia publicada por uno de los nuevos amigos de Mateo.

Era una foto de un grupo de personas en una mesa. En el centro, Sofía y Mateo, riendo, con copas de champán en la mano. Estaban en "nuestro" restaurante, en la mesa junto a la ventana que yo siempre pedía. La mesa donde le había propuesto matrimonio.

La leyenda de la foto decía: "¡Celebrando con los jefes! ¡El futuro es brillante! 🥂"

Miré la foto, el champán, sus sonrisas radiantes. Y en lugar del dolor punzante que esperaba, sentí una extraña paz. Una calma absoluta.

Era como si la última pieza de un rompecabezas doloroso finalmente hubiera encajado, revelando una imagen que ya no quería mirar.

Apagué el teléfono. Me metí en la cama, en mi lado, que todavía olía a mí.

Y por primera vez en años, me dormí al instante. Un sueño profundo, sin interrupciones, sin la ansiedad zumbando en el fondo de mi mente.

La pesadilla había terminado. Estaba despierto.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022