Victoria POV:
Con mis documentos de identidad temporales y un solo equipaje de mano, me dirigí al aeropuerto. El aire de la mañana era fresco y prometedor. Cada paso me alejaba más de la jaula dorada que había sido mi vida.
El avión despegó, y mientras la ciudad de México se reducía a un mosaico de luces bajo mis pies, sentí una extraña mezcla de alivio y tristeza. Era el adiós. El final de una era.
Aterricé en Oaxaca. Una nueva vida me esperaba. Un nuevo nombre. Ana. Una nueva profesión. Volvería a mis raíces, a la creatividad que Franco me había arrebatado.
Franco POV:
Mientras el avión de Victoria despegaba, yo me hundía en el infierno. Un infierno que yo mismo había creado.
Recordé la noche anterior. Había dejado a Rubí en su apartamento, mi intención era volver a casa con Victoria.
"Quédate," Rubí había suplicado, sus brazos alrededor de mi cuello. "Quédate conmigo."
Sentí un escalofrío de repulsión. Recordé a Victoria. Mis promesas. Me zafé de Rubí. "No puedo. Victoria me espera."
Una extraña sensación de alegría me había invadido. Victoria me espera. Ella me ama.
Conduje a casa, mi mente llena de las palabras de Victoria: "Abre tu regalo de aniversario." Imaginé su sonrisa. Nuestra reconciliación.
Al entrar en la mansión, un silencio sepulcral me recibió. "¡Victoria!" grité. Nadie respondió.
Corrí por las habitaciones. Todo estaba impecable, pero vacío. No había rastro de ella. Mi corazón se encogió de pánico.
En la mesa del salón, vi una pequeña caja envuelta en papel brillante. El regalo de Victoria. Mis manos temblaron al desatar la cinta. ¿Será un reloj? ¿Unos gemelos?
Abrí la caja. No era un reloj. No era unos gemelos. Eran papeles. Papeles legales. "Acuerdo de Separación y Divorcio."
El mundo se detuvo. Mis ojos se fijaron en las palabras. Leí y releí, cada palabra un golpe en el estómago. Al final, la firma. Victoria Lorente. Y una nota. "De tu Victoria. Para nuestro verdadero aniversario."
Mi teléfono vibró. Una cascada de mensajes. Eran los mensajes. Los mensajes de Rubí. Los que Victoria me había reenviado. Cada foto. Cada audio. Cada prueba de mi traición.
Un grito desgarrador escapó de mi garganta. Intenté llamarla, pero su número no existía.
Caí de rodillas, el mundo girando a mi alrededor. Mi Victoria se había ido. Mi vida, mi todo, se había esfumado.
Arrugué los papeles con furia. Los tiré al suelo. Destrocé todo lo que tenía a mi alcance. Los muebles, los jarrones, los cuadros. Todo voló por los aires.
Me quedé allí, en medio de la destrucción, rodeado de los restos de mi vida. "¡Victoria!" grité, mi voz rota. "¡Te encontraré! ¡Y te haré pagar por esto!"
Un sirviente apareció en el umbral, tembloroso. "¿Señor Ferrero? ¿Está bien?"
Mis ojos, inyectados en sangre, se clavaron en él. "¿Dónde está Victoria? ¡Dime dónde está!"