Género Ranking
Instalar APP HOT
La esposa desechada, reconstruida
img img La esposa desechada, reconstruida img Capítulo 6
6 Capítulo
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
Capítulo 19 img
Capítulo 20 img
Capítulo 21 img
Capítulo 22 img
img
  /  1
img

Capítulo 6

Punto de vista de Amelia:

Braulio solía inundar sus redes sociales con fotos nuestras, de Emilio, de nuestra vida. Sus leyendas eran siempre las mismas: "Mi todo", "Bendecido", "Para siempre". Publicaba sobre mis logros, mis pequeñas victorias, como si fueran suyas. Estaba orgulloso. Obsesivamente orgulloso. Luego, lentamente, las publicaciones se hicieron menos frecuentes. Luego se detuvieron por completo. Ahora sé que fue entonces cuando comenzó a tomar su decisión.

Había elegido. Mucho antes de que yo me arrastrara de vuelta a él. Simplemente estaba demasiado ciega, demasiado desesperada, para verlo. Toda mi lucha, toda mi resistencia, todo para esto. Para ser desechada como basura. Era una broma. Una broma cósmica y cruel.

Braulio seguía allí, apoyado contra la pared, revisando su teléfono. Una suave sonrisa tocó sus labios, una suave curva de su boca que no había visto dirigida a mí en días. Sabía con quién estaba hablando. Conocía esa mirada. Conté los segundos. Tres. Dos. Uno.

Levantó la vista, su leve amabilidad reemplazada instantáneamente por un ceño fruncido cuando sus ojos se encontraron con los míos.

-Mira -dijo, su voz aguda, desprovista de la ternura anterior-. No te hagas ideas. Te dejo quedarte aquí, en este hospital, solo porque una escena pública sería mala para los negocios. Pero necesitas entender tu lugar. No causes problemas. Y no esperes nada de mí. Si intentas interferir en mi vida, con mi familia, me aseguraré de que termines en la calle. Permanentemente.

No esperó una respuesta. Giró sobre sus talones, saliendo de la habitación, con el teléfono pegado a la oreja. Oí su voz, más suave ahora, distante.

-¿Carla, cariño? Sí, ya casi termino. Solo lidiando con algunos... cabos sueltos. Yo también te amo.

Sus palabras se desvanecieron por el pasillo, llevándose consigo cualquier parpadeo residual de emoción dentro de mí. Mi corazón era una piedra, frío e insensible. La ira, el dolor, la desesperación, todo se había retirado, dejando atrás un vacío vasto y resonante.

Empecé a contar. No segundos, no minutos. Días. Horas. Sabía que la Agencia vendría por mí. Claudio, mi manejador, lo prometió. Siempre cumplía sus promesas. Solo necesitaba sobrevivir a esto el tiempo suficiente.

Había regresado corriendo, con el corazón palpitante, la adrenalina alimentando cada uno de mis pasos, creyendo que corría hacia el amor, hacia la redención. Ahora, todo lo que quería era huir más lejos de lo que nunca había estado. Cortar todos y cada uno de los lazos. Mi supervivencia ya no descansaba en la esperanza de su amor, sino en la fría y dura lógica de la Agencia.

Mi teléfono, el de prepago que había comprado, vibró. Un solo mensaje de texto. De un número desconocido.

Carla Montemayor. Caín "El Cristal" Gutiérrez. Esta noche. Bodegas de la zona industrial.

Mis pupilas se dilataron. Caín "El Cristal" Gutiérrez. El nombre era una cicatriz fresca, ardiendo carmesí en mi conciencia. El despiadado traficante de armas internacional. El hombre que me había capturado, torturado, mantenido en ese infierno durante cuatro años. El hombre que creía muerto, asesinado en la redada de la Agencia que finalmente me liberó.

Mis manos temblaron, agarrando el teléfono. Estaba vivo. ¿Y Carla estaba con él? Un pavor frío se filtró en mis huesos. Recordé los gritos, las noches interminables en esa celda oscura, los rostros de mis camaradas, rotos y silenciados. Mi misión, la razón por la que me había infiltrado profundamente, había sido exponer a "El Cristal". Era un fantasma, un mito, hasta que lo encontré. Y él me encontró a mí.

Me había prometido la muerte, una lenta y agonizante. Pero luego me sacaron inesperadamente. No por una misión de rescate, sino por un cambio repentino y caótico en su operación. Usé su distracción, su fugaz momento de descuido, para escapar. Ahora, el pasado se extendía, sus dedos helados apretando mi garganta.

Esto ya no se trataba solo de mi familia rota. Se trataba de algo mucho más grande. Y mucho más peligroso. Si Carla estaba involucrada con "El Cristal", si le estaba pasando información, entonces mi familia, y quizás toda la agencia, estaban en grave peligro. Esta era mi oportunidad. Mi oportunidad de terminar lo que empecé. Mi oportunidad de finalmente derribar a Caín "El Cristal" Gutiérrez.

Mi decisión fue rápida y despiadada. Volvería. No por amor, no por familia. Por venganza. Por justicia.

Saqué mi vieja foto de boda de mi bolsa del hospital. Estaba arrugada, pero sus rostros sonrientes aún brillaban. Tomé una foto rápida y luego se la envié al número personal de Braulio, junto con un solo y escalofriante mensaje: "Los papeles del divorcio, o lo expongo todo. Tú decides".

Mi teléfono vibró casi al instante. Braulio. Estaba llamando. Dejé que sonara. Una. Dos veces. Luego presioné "rechazar".

Llegó otro texto. Solo un punto. "."

Una risa fría y sin alegría se me escapó. Un punto. La puntuación perfecta para nuestra historia. Mi esposo. El hombre que había amado. El hombre por el que había luchado para volver. Solíamos hablar durante horas, de todo y de nada. Ahora, todo lo que quedaba era un solo y seco signo de puntuación. Arrojé el teléfono sobre mi cama, un trozo de chatarra inútil.

Anterior
            
Siguiente
            
Descargar libro

COPYRIGHT(©) 2022