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Luka el cual se había ganado su alias gracias a su tono de piel "Papel" le sonrió a Dante tendiéndole la máscara de su película favorita en la puerta.
La purga; como deseaba Dante que fuera igual aquí, que no tuviera que ir a la cárcel por matar a quien quisiera. Qué le dieran un tiempo incierto para acabar con sus enemigos sin necesidad de ser juzgado después.
Porque no hay mejor venganza que la hecha por propia mano.
Dante se colocó una de sus tantas máscaras para asesinar sujetándola con las correas traseras, después salió por el pasillo en compañía de su mano derecha que se puso la máscara negra de algún personaje de Star Wars.
Dante no dijo nada, con el tiempo se había acostumbrado a las cosas de nerds de las cuales Luka era fanático, eso sin contar que el propio diablo había visto a sus hombres con peores disfraces.
Pero Dante sabía que era el último que podía juzgar a alguien.
Los miembros del cartel del infierno tenían la obligación de portar al menos una máscara, eso los caracterizaba. Los hacia únicos. Y en las fiestas los hacían legendarios.
Dante Salazar tenía órdenes que dar y una planeada venganza que llevar a cabo contra el hombre que le destruyo la vida. Fausto de Villanueva se las iba a pagar con la misma moneda que el mismo le había lanzado en el pasado al en ese entonces despavorido y débil Dante.
El hombre de tatuajes vio su reflejo mientras bajaba los escalones, los músculos y cicatrices se perdían en sus brazos cubiertos por tatuajes, el deslavado pantalón de mezclilla y sus tenis rojos.
Él no iba a dejar que nadie se metiera entre sus nuevas metas. Dante había sufrido toda su vida y no iba a volver ser aplastado, mucho menos sumiso; protegería a su familia con su último aliento como le prometió a su fallecido hermano mayor alguna vez.
Nunca más sufrirían alguna carencia o miedo de poder vivir con libertad.
El destruiría todas las cadenas que lo hacían prisionero de sus terrores interiores.
Dante era el diablo que acababa con sus enemigos. El más fuerte y letal, su pasado lo había convertido desesperadamente en lo que era el día hoy.
El auténtico rey del infierno.
Dante Salazar era un hombre con una convicción tan grande que haría lo que fuera necesario para poder subir al trono de las drogas y así desangrar a sus enemigos con sus propias manos.
El temido diablo abrió la puerta trasera de la casa directo hacia el caos de gente que disfrutaba la fiesta llena de alcohol y drogas. Las armas parecían accesorios entre la locura sin control que se estaba llevando a cabo.
La gente que trabajaba para él, en seguida reconoció el cuerpo del temible hombre lleno de tinta. Incluso la música se detuvo en señal de respeto hacia el máximo líder del cartel del infierno.
Dante aprecio la escena a través de su máscara.
En medio de la multitud de más de cien personas había una perfecta y gran fogata con enormes palos de madera en medio de ella y cinco hombres amarrados a esta.
Eran los sicarios de Villanueva que su propia gente le había traído al diablo como regalo de año nuevo. Todos bajo el patético seudónimo de guardaespaldas que Villanueva les obligaba a usar.
Y aunque no era directamente su enemigo el que estaba ante él. Se sentía bien poder hacerle daño a cualquiera que estuviera de su lado.
- ¡Quemen al año viejo! - grito Dante a través de la máscara. Su gente aulló después de él haciendo tremendo escándalo y la música regreso fuertemente haciéndolo sonreír.
La gente enmascarada hizo espacio para que Dante y Luka pasaran.
A pesar del aire fresco, la mayoría sudaba ya.
-Todos eran parte del escuadrón de Vladimir- Papel hablo entre la eufórica multitud que pedía violencia. Él era la mano derecha de Dante.
Lo sabía todo.
Ambos eran una nueva generación de mafiosos juniors que debían de cuidar el negocio y sobre todo sus vidas. El ruso comprendía los sentimientos del nuevo líder mexicano; ambos habían crecido solos en lo más bajo del mundo. Aun así, lograron sobrevivir.
Vivir.
-Lo sé- Dante murmuró mientras veía como sus hombres echaban gasolina a los gusanos que habían intentado secuestrar a uno de sus informantes en esta mañana.
Nadie podía entrar en la tierra Dante sin que se supiera su llegada.
Un hombre con mascara de puerco era el único que estaba grabando la escena. La evidencia. Una que Johanna se encargaría de hacer llegar al mundo después.
-Va a haber repercusiones sobre nuestra gente- Luka respondió dándole al tatuado un tronco de madera. Al ruso se le hacía tan fácil hablar un perfecto español. Siempre le había gustado aprender.
Dante movió los dedos ágilmente sobre el encendedor zippo antes de prender el pedazo de madera en genuinas llamas azules y puras hasta que estas dieron paso al naranja intenso que era tan maravilloso como mortífero.
-Déjalos que vengan, que intenten destruirme. Cada cosa que ellos intenten hacer contra mí, yo haré diez contra ellos- dijo Dante seguro de sus palabras.
Luego dejo caer el tronco sobre la fogata humana en medio de los gritos desesperados de los hombres golpeados y desnudos que estaban amarrados.
El fuego gano terreno, la gente del cartel aulló borracha de adrenalina. Dante dio media vuelta para salir del caos de la fiesta de año nuevo.
Los cartones de cerveza y las botellas de alcohol estaban regadas por doquier.
Dante y Luka entraron de nuevo a la vacía planta baja en la cual ya había tiradas varias personas con las agujas en los brazos sobre los pisos bancos.
Otras parejas disfrazadas descaradamente estaban teniendo sexo en el área donde debería estar la cocina.
Al salir por la sencilla puerta de madera que tenía luces neones afuera Dante hizo contacto visual con la mujer de la máscara de gas.
- ¿Por qué no te has ido JoJo? - Dante hablo tronando el cuello.
-Me voy a perder en el camino- Johanna contesto sencillamente lanzándole las llaves de la Jeep negra al tatuado.
Luka extendió una de sus palmas hacia Dante y el bufo entregándole la llave.
-No estoy borracho Luka- dijo Dante Salazar alzándole el dedo de en medio al ruso, luego Dante trepo arriba de una moto deportiva BMW que tenía franjas rojas en ella.
El motor rugió cuando temerariamente Dante avanzo a toda potencia sin casco. El tatuado se perdió solo entre el camino de terracería que lo regresaría de nuevo a su pueblo de nacimiento.
Santos Reyes Tepejillo en Oaxaca.
Luka soltó un suspiro al ver marchar a su mejor amigo, muy a menudo Luka se preguntaba cómo es que había acabado involucrado tan profundo en uno de los carteles más poderos del mundo ahora.
Su sed de venganza lo había impulsado a hacer y deshacer su vida en los años pasados. A él también le habían marcado la vida desde que nació.
Comprendía perfectamente los sentimientos de su amigo Dante. Habían sido involucrados en un mundo que no querían y ahora tenían que seguir adelante porque la vida no se detiene por nadie. Así que mejor ser los primeros en la carrera por el trono.
Luka arranco la camioneta para seguir a su amigo, Johanna se había quitado su máscara y él lo hizo también oliendo perfectamente el humo que provenía de la quema de brujas que aún seguía adentro de la selva.
Una manera tan extraña de terminar el año, pero no para ellos. Para la gente como Dante, Luka y Johanna era un día más de rutina en su peligrosa vida.
...
Dante Salazar entró a la calle principal de su pueblo justo en el momento que los caseros fuegos artificiales reventaron en el cielo.
El diablo se quitó su máscara mientras descendía la velocidad de la moto. Otro de sus hombres disfrazado y armado le asintió al hombre cuando lo reconoció.
Dante anduvo por las calles mal hechas repletas de gente normal que le aplaudían al verlo pasar.
Las ollas gigantes de comida habían invitado a todas las personas sin importar fueran parte del cartel del infierno o no a comer hasta reventar en todas las calles.
Dante se había encargado que la celebración llegara a manos de su pueblo.
Otros de sus hombres vestidos de Santa Claus enmascarados pasaban de puerta en puerta regalando dinero y muebles para las pequeñas casas de esta gente.
Los pocos policías que habitaban aquí eran corruptos y convivían con los personajes disfrazados mientras bebían cartones de cerveza en medio del caos.
Los niños revoloteaban en todos lados recogiendo dinero y dulces de piñatas que el diablo había pedido fueran comprados para ellos.
Dante se detuvo en la única gran casa que estaba en medio del resto de la población de bajos recursos. La casa dorada era un recordatorio de que un narco nació aquí. Y no cualquiera. Si no uno que entendía perfectamente lo que era estar en la posición de pobreza y vulnerabilidad.
La gente aquí siempre estaba protegida por el cartel del infierno, en retorno la gente le era leal a Dante Salazar de una manera en la que el tatuado sabía que sería imposible obtener a cambio de dinero.
Dante Salazar había cambiado todos los rotos focos de la comunidad para que estuviera en perfecta iluminación, pero la geografía los ocultaba de los enemigos, aun así.
Los bebedores públicos rebosaban por doquier, las grandes áreas verdes con sistema de riego de primera rebosaban de amapola. Toda la gente del pueblo trabajaba en la plantación de hierba, a cambio nadie pasaba nunca más hambre, incluso "La peque" había construido una pequeña escuela donde adultos y niños por igual aprendían las cosas más básicas de la vida y de las cuales fueron privadas al nacer en medio de la pobreza.
El presidente municipal ganaba más de la nómina de Dante que la del gobierno.
Esta era tierra de los Salazar y del cartel del infierno.
Aquí había nacido la familia de Dante y aquí mismo habían asesinado a la mitad de ellos ante sus ojos.
La Jeep se detuvo enfrente de Dante con los altos faros todo terreno cegando al tatuado unos segundos.
Johanna bajo primero con un suéter de lana sobre el vestido a pesar de la temperatura. De todos modos, Dante sabía que todos los aires acondicionados de la casa estaban prendidos.
Luego Luka apareció colocándose un muy grande suéter con la cara de un reno mal hecha. Dante se carcajeo aun arriba de la moto al verlo.
-Qué mierda es eso- Dante atrapo con una mano la prenda que el ruso le lanzo. Su propio suéter mal tejido con un pino en ella.
El tatuado se quitó la sport dejando ver todos sus músculos al aire y más tatuajes en su abdomen. Luego se colocó la casera prenda y guardó su pistola en la correa del cinturón. A Dante no le gustaba estar desarmado ni cuando dormía.
Luka rodo los ojos al quedar frente a la puerta de metal llena de luces de colores
-Ya conoces a "La Peque" ahora mueve tu trasero que vamos tarde a cenar- Dante soltó un suspiro bajándose de la moto. Las cosas que hacía por la gente que quería.
El ruso le lanzo a Dante una cajita de mentas y el asintió con la cabeza. Dante sabia lo mucho que "La Peque" odiaba verlo bebiendo. Los recuerdos que eso le traían y Dante no iba a dejar que ella recordara nada de su terrible pasado. Dante se tranquilizaba en estos momentos; por ella.
Luka sostuvo la puerta invitando a Dante a la privada vida familiar que tenían. Este nuevo año iba a ser el de las venganzas bien hechas.
Ojo por ojo, diente por diente y terror por terror.
Pero en este preciso momento el diablo iba a disfrutar ser solo ser Dante Salazar.
El líder de su familia.