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-El reportaje hecho por nuestro compañero Isaías para TV México es una completa abominación; la carnicería realizada a escasas horas de recibir el nuevo año nos deja ver a los quince ejecutados colgados por todo el puente grande de Durango, se presume que el cartel del infierno ha sido el causante de semejante espectáculo; si se pudiera fijar mejor la parte donde sale el narco mensaje por favor- la voz de la mujer del noticiero se detuvo y la pantalla se congeló en el texto hecho a computadora en una lona.
-"Sigan jugando para los Villanueva y serán los siguientes. El diablo", una amenaza directa del actual líder de una de las nuevas células criminales más grandes y poderosas de México; recordemos que tan solo un día antes el cartel del infierno hizo un atentado contra un club nocturno en Playa del Carmen asesinando a un total de ocho personas, entre ellos un turista de origen canadiense; el gobierno federal no ha emitido aun un comunicado acerca de esta violencia que está acabando lentamente con la estabilidad de nuestra nación- La alta mujer morena de torneadas piernas apagó la enorme televisión de plasma.
Las noticias ni siquiera se escuchaban bien en medio de la música que retumbaba en las paredes y ventanas del cuarto en el tercer piso.
La oscuridad de la noche era testigo de la gran fiesta que se estaba llevando en la hacienda en medio de la selva.
La mujer tenía unos peligrosos ojos claros felinos que hacían contraste con su piel del color de los granos de café.
Ella posó sus ojos sobre el hombre que observaba el caos de personas disfrazadas y con máscaras neones que estaban disfrutando ajenas a todo una de las merecedoras fiestas de año nuevo que el diablo patrocinaba para su gente.
Dante Salazar observo callado su nuevo imperio. El hombre le dio otro sorbo a su cerveza de cristal sintiendo como el líquido le calmaba cualquier índice de nerviosismo que pudiese llegar a tener.
- ¿No puedes dejar de beber ni un segundo? - la mujer le hablo con la ironía impregnada en su voz.
Dante bufo y luego rodó los ojos separándose de la gran ventana.
Dante miró a Johanna Jagger conocida como "La jefa" sentarse en el largo sillón de piel azul neón.
La mujer portaba un vestido de satín dorado que resplandecía contra el mueble, sus dos chongos en la cabeza tenían palillos de metal en ellos.
Johanna y su hermana eran las aliadas más importantes que Dante tenía en Estados Unidos para el traslado de droga interino.
El diablo tomó asiento en el sillón frente a ella.
La baraja de cartas que la mujer de origen estadounidense estaba echando sobre la mesa de cristal cubierta por un mantel morado fueron el centro de atención de Dante Salazar.
Johanna coloco estratégicamente filas de tres cartas. La mujer comenzó a ver las imágenes que le iluminaban visiones enteras para ella y Dante no pudo evitar fruncir el ceño.
"Ridícula supersticiosa". Solía decirle abiertamente el hombre.
Johanna era sumamente inteligente, una de las hackers más buscada del mundo por la Interpol; la mujer tenía contactos importantes en China y Japón que les proveían nuevas drogas sintéticas y mejoradas para su cartel. Ella era ágil con el manejo de armas, peligrosa y silenciosa como un gato. Y aun así dejaba siempre su suerte a las cartas, porque eso era en lo que Johanna creía.
El esoterismo era un mundo desconocido para Dante, sin embargo, él no podía evitar que la ansiedad lo invadiera cuando las predicciones de Johanna comenzaban a manifestarse.
Dante Salazar nunca admitiría ante nadie el miedo que tenía lo desconocido e incomprensible para él.
-Deberías dejar de tomar tanto; un día de estos vamos a ir a parar al hospital- dijo Johanna sin ver a Dante.
El musculoso hombre se cruzó de brazos ignorando la prevención de Johanna. Los tatuajes resplandecieron en su piel tostada y cubierta por una simple sport gris; Dante solo tenía veinticinco años, pero su físico lo hacía parecer más grande.
Los ojos con pupilas cafés y pronunciantes ojeras que junto con sus cabellos despeinados pintados ahora de rubios amarrados en un pequeño chongo le daban un toque único. Su rostro ovalado lo hacía parecer más tranquilo de lo que era realmente.
Porque Dante no era para nada una persona hermética. Al contrario, Salazar era la clase de persona con la que todo el mundo evitaría tener problemas nada mas de ver su pinta de malandro.
- ¿Eso es lo que te dicen tus cartas? Yo pensé que avisarían que ando con diarrea- Dante se burló subiendo las piernas a su sillón. El olor a incienso era demasiado penetrante para el gusto del tatuado.
-La muerte- dijo la morena sorprendida alzando el pedazo de papel de colores brillantes.
- ¡Lotería! - respondió demasiado burlón el hombre.
Dante sabía de sobra que cada quien era el único culpable de sus acciones y de las consecuencias que esto traería. No había más.
No existía un dios en el mundo de mierda donde vivían todos los humanos.
Pero siempre sería más fácil echarle la culpa a alguien de tus desgracias y decisiones.
La puerta pintada de color plateado se abrió de pronto dejando ver al renovado joven de gruesos cabellos rubios rizados y enormes ojos azules claros. Nada como una siesta rejuvenecedora había pensado Dante al ver a su mejor amigo emerger con sus dos metros de altura en comparación con el tatuado de un metro y setenta y cinco centímetros.
La blanca piel resplandeció con las morenas que estaban en los sillones.
El joven de piel pálida era más delgado de los otros dos personajes, pero pobre de aquel que lo intentara desafiar en un combate cuerpo a cuerpo. Era invencible.
El ruso Luka era el único aliado en el que Dante confiaría su vida con los ojos cerrados. Después de todo el diablo lo consideraba su único verdadero hermano de armas.
-La fogata ya está lista, si vamos ahora podremos regresar a tiempo para la cena. No creo que vayas a dejar pasar esto para el 2018 Dante- el mencionado sonrío de medio lado cuando escucho la pasiva voz del ruso hablando español perfectamente.
Luka bostezo al finalizar de hablar.
- ¿La muerte de la madera? - Dante hablo roncamente haciéndose hacia adelante y luego se carcajeo dándole la cara a Johanna. Esta le pego un manotazo en el hombro en señal de indignación.
La ironía y sarcasmo eran la esencia del pobre diablo, el cual había logrado escalar en la cadena de poder del narcotráfico hasta posicionarse donde estaba hoy en día.
-Será rápido, adelántate a la casa Johanna y no vayas a dejar que se acaben el pastel de chocolate- Dante hablo tranquilo levantándose del cómodo lugar.
-Iré cuando tenga que ir- Johanna contesto de nuevo perdida en su lectura de cartas.
Es como verla en otro mundo. Pensó Salazar dándole un último trago a su cerveza, luego tomó la pistola con diamantes incrustados que tenía en la alta mesa de metal que estaba en la esquina del cuarto, ahí donde también tenía su recién adquirido cachorro de jaguar que estaba entretenido con un pedazo de carne cruda sin prestarles atención.
Dante amaba las extravagancias y se consideraba un fanático de cualquier cosa exótica que su reciente dinero pudiera comprar.
El nuevo líder del narcotráfico era mejor conocido como "El diablo". El hombre que no perdonaba, el más temerario y sanguinario de toda Latinoamérica. Aquel que había logrado burlar una cárcel, asesinar a dos presidentes municipales y a un diputado federal con sus propias manos. Su cartel era el más violento de todo México y solo era superado por el cartel de los Villanueva.
Dante repudiaba que se metieran con los inocentes, así que los castigos que aplicaba a esas sabandijas que se encontraba y cazaba como ratas eran peores que la muerte misma. Después de todo él sabía lo que era ser un peón en el juego y lo odiaba; la violencia ejercida por Dante iba directo contra sus enemigos.
Cualquier persona que les quisiera jugar al vergas con él, terminaba en una fosa clandestina y de esas tenía muchísimas.
Las cosas iban a cambiar, este año iba a ser el suyo, sería un hombre tan poderoso que nadie pudiera tocar y mucho menos derrotar.