Capítulo 6 : Mentirilla blanca

Indra.

Mi salvador ya había captado la atención de los meseros sacando los billetes de cien dólares para que le acomodaran rápidamente una mesa V.I.P a pocos metros de la que ya tenían mis amigos los cuales estaban tan dispersos por el antro que me era imposible ubicarlos en este momento.

Solté un largo suspiro. Podría quedarme aquí y si sucedía algo solo tendría que correr unos metros para escapar. Además, mis pies me estaban matando en este instante.

El hombre me alzo un brazo invitándome a tomar asiento primero en el sillón rojo.

Vi aparecer el cuerpo de modelo de Julieta de pronto.

- ¡Pero que bombón agarraste amiga! - la morena me gritó cuando pasó en frente de la mesa tomada de la mano de un turista claramente borracho como mi amiga.

Me carcajeé y luego sentí el rostro caliente.

Qué vergüenza Julieta no sabía que el hombre a mi lado entendía perfectamente nuestro idioma.

Julieta balanceo sus torneadas piernas hacia la mesa donde habíamos estado y yo solté aire aliviada.

Una cara amigable más cerca era cuestión de seguridad para mí. Aunque dentro de mi realicé que Julieta no podría hacer nada si había armas de por medio.

-Me gustaría pensar que la muchacha ebria que te grito es parte de las amigas con las que vienes, si no es así, que atrevida- el hombre me dijo entre cortas risas y yo me reí con el dejando que mi nerviosismo huyera.

Prefería quedarme con el que ser apaleada en la entrada por el grupo de bratz.

-Bueno, uno borracho hace muchas cosas- le respondí más aliviada a rubio.

El mesero me ofreció algo de tomar, negué con la cabeza mientras que el hombre encargo algún Whisky en las rocas.

- ¿No tomas? - me pregunto realmente sorprendido y yo le negué tímidamente.

Miente bien Indra.

-Estoy bajo medicación- le dije desviando mis ojos de los suyos para no tener que mentirle a la cara. Estaba con este hombre, sí. Pero no había modo humano de que fuera a beber nada de lo que él me pidiera.

Eso podía acabar mal.

-O tienes miedo de que te vaya a drogar- el hombre sonó tranquilo cuando poso uno de sus brazos sobre mis hombros y un escalofrío recorrió mis piernas. - ¿Lo vas a hacer? - le susurré aterrada y luego me quise morder la lengua.

¿Por qué no analizaba las cosas que estaban saliendo de mi boca hoy?

El hombre se carcajeo ajeno a mi miedo.

-Mi única meta hoy es que mi hermanastra no asesine a nadie, así que no querida. No voy a hacerte nada que no quieras- el hombre le dio un sorbo a su bebida más tranquilo y me pregunte internamente cuantas probabilidades tenia de sobrevivir a la noche sin él.

Ambos desviamos la vista hacia su mesa donde la rubia del vestido naranja y al parecer mi autoproclamada enemiga hacía que todas sus amigas alzaran el dedo de en medio hacia nosotros.

-Vaya que tiene clase tu hermanita- le respondí molesta al hombre. ¡Pero que vulgar mujer y que amigas más arrastradas tenía!

-Clase y valentía tuviste tu para enfrentarla corazón- dijo el hombre fumando de nuevo.

Una de sus piernas rozo la mía y ahora si repare totalmente en su figura a mi lado.

Era altísimo, su collar de oro con una cruz en el dejaba ver el inicio de un abdomen marcado por el ejercicio, su rostro ondulado tenía hoyuelos y una corta barba rubia también. El aroma a tabaco que salía de él era extrañamente placentero.

Regrese la vista hacia mi mesa y para ninguna sorpresa Julieta ya había desaparecido de esta.

-Te voy a tomar la palabra acerca de no dejar que esa loca me asesiné- le dije al hombre y luego temerariamente le di un trago al vaso que él se acababa de llevar a los labios.

El alcohol me ahogo la garganta y no pude evitar hacer muecas. Al menos era su propio alcohol el que había bebido y no otro.

El hombre se comenzó a reír de nuevo. -Puedo pedirte una piña colada sin alcohol- me dijo aun divertido, pero rápidamente el hombre perdió la sonrisa del rostro cuando de las escaleras emergió un joven de piel blanca y pecas en el rostro, el rubio a mi lado se había levantado en un parpadeo para abrazar al otro muchacho de estatura más corta.

Tuve un muy mal sabor de boca y no precisamente por el único trago de alcohol que había tomado con él, de reojo busqué la mesa de este hombre, pero parecía estar vacía o tal vez todos estaban dispersos como en la mía.

Mi vista se perdió desesperada en búsqueda de la rubia y cuando la encontré en medio de la pista ajena a todo bailando con las demás mujeres, solté el aire retenido.

Muy bien, ella no me iba a matar en este preciso momento.

Regrese mi vista aun insegura hacia el rubio y su nuevo acompañante, en una de las tantas veces que vi al acompañante del rubio alzar la mano ya algo exaltado mientras hablaba note que los nudos de sus manos tenían manchas rojas. Parecía sangre. Se me heló el alma recordando de pronto que el rubio entonces si estaría armado.

Mi modo supervivencia se había activado en ese momento. -Me tengo que ir, mi amiga me está llamando- dije intentando mantener la calma mientras me levantaba del sillón y alzaba mi celular como si fuera mi mayor trofeo.

Las manos me temblaron buscando desesperada el número de Julieta para marcarle, pero en ese instante el hombre que tenía los nudillos manchados de rojo me vio furiosamente tomando un aura parecida al de la rubia.

El hombre rubio hablo naturalmente en una lengua totalmente ajena a la mía y me quede impactada. Ni siquiera tenía acento a la hora de hablar español.

El otro tipo le contesto en el mismo idioma con un marcado acento; di dos pasos hacia las escaleras dispuesta a dar la carrera de mi vida y lanzar mis tacones para aclamar atención de la multitud que seguía ajena a toda mi creciente pesadilla que se estaba formando.

Sin previo aviso sentí que alguien me jalo violentamente por la muñeca, no pude evitar chillar del horror cuando el rubio me jalo directo al suelo con el como escudo sobre mí.

Su cuerpo nos arrastró por el resto del tramo quedando resguardados detrás de la pared de metal del área de bebidas. Las botellas de alcohol arriba de nosotros explotaron haciendo una fina lluvia de cristales y bebida. Luces verdes y rojas se reflejaron en la pared y luego vi perfectamente los huecos que las balas habían hecho en esta.

- ¡Por favor no me hagas daño! - alce mis manos aterrada cuando le grite al rubio el cual ya tenía el arma en sus manos, los escalofríos recorrieron todo mi cuerpo.

El otro hombre de cabello corto había aparecido agachado entre los barrotes de las escaleras solo para lanzarle algo al primero, el de ojos azules atrapo ágilmente lo que parecía ser un moderno audífono gris cuando se lo puso sobre su oreja izquierda.

El tipo de los nudillos rojos desapareció rápido entre la multitud.

¿Pero qué estaba sucediendo? La música y las demás luces de colores siguieron su curso natural.

Miré fijamente las escaleras y abrí los ojos de más cuando realicé que había un cuerpo tirado de un mesero, el cual había comenzado a escurrir sangre por los demás escalones.

El caos explotó en medio de la velada nocturna, comencé a ver a la gente correr hacia todos lados mientras la música ahogaba los gritos de muchos, otros se lanzaron al suelo e intentaban gatear buscando una salida, algunos volaron a ocultarse donde estábamos nosotros.

Esto no podía estarme pasando.

No, no, no.

No había modo humano de que yo hubiese quedado atrapada en medio de esto.

La voz se me fue. ¿Dónde estaban mis amigos? No podía estar en medio de una balacera.

El rubio ya de nuevo en pie y en todo su peligroso esplendor me miró con tranquilidad.

Luego alzó su mano para que su arma quedara en mi frente.

Estupendo Indra.

Vas a morir y todo por una mentirilla blanca.

            
            

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