Capítulo 6 ¿Estás segura de que no estás nerviosa

Lo inesperado de la voz masculina en su oficina, tomó a Sarah por sorpresa, lo que la obligó a levantar la vista y mirarlo. Su expresión era fría, lo que era un indicio de que no quería ser molestada.

Desafortunadamente, Spencer Chadwick no le haría caso. De hecho, a él le gustaba molestarla y burlarse de ella, a pesar de que la joven era dos años mayor.

En toda la empresa no había ninguna otra persona que se atreviera a acercarse a Sarah de esa manera, pero Spencer era diferente.

En resumen, él era el hijo del dueño de la compañía. Cuando llegó, comenzó como gerente general y poco a poco fue tomando más responsabilidades, haciéndose cargo del negocio su padre. Era bien conocido por estar, constantemente, en compañía de muchas mujeres, pero nunca lo hacía con la intención de entablar una relación con ninguna de ellas, por lo que tampoco era exactamente un rompecorazones.

El joven notó que el nombre "James Holland" parpadeaba en la pantalla del teléfono de Sarah y su sonrisa se transformó lentamente en un ceño fruncido. En definitiva, no le resultó difícil adivinar que la persona que la llamaba era un hombre. Tomó el aparato y lo sacudió frente a ella mientras le preguntaba: "Señorita Swain, ¿quién es este 'James Holland'? ¿Vas a volver a tener una cita a ciegas? Corrígeme si me equivoco, pero ¿no se supone que debes trabajar horas extras esta noche?", exclamó, mirándola con los ojos entrecerrados, tratando de detectar algún cambio en su expresión.

Desafortunadamente, no hubo ninguno. Sarah permaneció impávida, pues el tono complaciente que usó no logró provocarle indignación en absoluto. El hombre sabía que ella había estado asistiendo a citas a ciegas durante los últimos años, por lo que no era la primera vez que se burlaba del tema de esa manera.

Sin embargo, la aparición sin previo aviso de Spencer en su oficina interrumpió su concentración y lo miró con enojo. "Señor Chadwick, ¿no tiene nada mejor que hacer con su tiempo? Parece estar muy consciente de que tengo que trabajar horas extras, pero aquí está, molestándome de nuevo".

"Solo vine para supervisar lo que estabas haciendo. Pero, en el momento en el que entré, fui recibido con violencia. Debo decir que estoy completamente desconsolado". El joven se apretó el pecho, fingiendo pesadumbre.

De existir la posibilidad, Sarah hubiese preferido escupirle en la cara, pero en cambio, dijo: "Ah, se merece un Oscar por su actuación. Está desperdiciando su talento como actor siendo gerente general aquí".

La muchacha siempre lo consideró como un amable hermano menor. De hecho, la primera vez que lo conoció, lo confundió con un interno y le pidió que hiciera todas las tareas triviales como archivar, limpiar y ordenar. No fue hasta más tarde cuando se dio cuenta de lo manipulador que era en realidad.

"Bueno, si me vuelvo una estrella, ¿se enamorará la señorita Swain de mí?". Spencer la miró enarcando una ceja, inclinándose lentamente hacia ella desde el otro lado del escritorio.

La joven casi nunca se tomaba en serio nada de lo que decía, pues con el paso del tiempo se había acostumbrado a su comportamiento inmaduro;

sin embargo, su incesante coqueteo estaba empezando a ponerla nerviosa. Después de todo, las persianas de su oficina estaban abiertas. ¿Qué pensarían los demás si la vieran así con él? Entonces tomó un bolígrafo y le dio un golpecito con él en la cabeza. "Señor Chadwick, pórtese bien. Coquetear con una empleada no es algo que deba hacer el jefe".

Spencer se echó a reír cuando la sorprendió teniendo un ataque de pánico. Sarah lo miró confundida, preguntándose qué tenía de gracioso lo que había dicho que justificara la respuesta que había obtenido. El hombre le dio una suave palmada en la cabeza y preguntó: "¿Por qué estás tan nerviosa? Niña tonta".

"Spencer Chadwick, soy mayor que usted. No lo olvide. ¿Cómo se atreve a llamarme niña tonta? Además, no lo estoy. No estoy nerviosa en absoluto''. Sarah se sintió tan avergonzada por tartamudear que quiso enterrar la cabeza en el piso.

''No lo estoy, no estoy nerviosa en absoluto''. Respondió el otro en burla, repitiendo lo que ella había dicho y agregando un poco de humor irónico a sus palabras. Cuando el rostro de su interlocutora se ensombreció de ira, no se detuvo, sino que habló con más sarcasmo en el tono de voz. "¿Estás segura de que no estás nerviosa?".