Capítulo 4 No puedes seguir perdiendo el tiempo

Danna recibió una llamada telefónica durante la cena, por lo que se dirigió a la sala de estar para atenderla. Sarah vio los ojos de su madre entrecerrarse y su profunda risa resonó desde aquella habitación. La joven intercambió miradas de curiosidad con su padre, Alexis Swain, que estaba sentado frente a ella en la mesa. "Papá, ¿qué estará pasando? ¿Por qué suena tan feliz?".

El hombre inclinó la cabeza para mirar de reojo a su esposa igual de confundido. "¡De acuerdo entonces! Dejemos que ellos dos se conozcan mejor", dijo Danna, antes de colgar.

El rostro de su hija cambió en cuanto escuchó eso. Era obvio que su madre había estado en una llamada con Tina. Pensar en ella evocó recuerdos de su infancia, cuando solía llevarle hermosos vestidos. Desafortunadamente, el problema era Sarah, que no estaba en absoluto interesada en James.

Tan pronto como su madre se acercó, la joven comenzó a comer más rápido, como si tuviera algún tipo de prisa por terminar. Para su sorpresa, fue golpeada en la cabeza con un par de palillos, lo que le provocó un quejido, y que dejara caer los suyos sobre la mesa mientras se cubría la cabeza con los brazos. "Mamá, ¿por qué me pegas?".

"¿Por qué me dijiste que no le agradaste a James?", preguntó mirándola con los ojos entrecerrados. Se había sentido tan triste al escuchar que el joven no estaba interesado en su hermosa hija, pero resultaba que era ella la que estaba inventando las cosas.

"¡Bien! ¡Mentí! A mí no me agrada él. ¿Estás feliz ahora?". El hecho de que ella le agradara a James no le importaba. Sin embargo, dado que tenía que pensar en pasar el resto de su vida con un hombre, al menos tenía que encontrar alguno que pudiera mirar sin sentir repulsión.

"¡Eres una mocosa malcriada! James es una persona muy agradable, ¿por qué no te gusta? No entiendo qué quieres, Sarah. No puedes seguir perdiendo el tiempo así. No vas a ser joven por siempre. En algún momento tienes que dejar de ser tan quisquillosa, porque en unos años más nadie querrá estar contigo", exclamó, subiendo de tono su voz. Después de todo, ¿cómo podía no preocuparse por su hija? ¿Qué sería de ella sin un buen hombre a su lado para acompañarla cuando ya no fuera tan joven?

La muchacha había escuchado a su madre decir eso al menos un centenar de veces.

De hecho, le había repetido las mismas palabras tantas veces que sus oídos ya se habían acostumbrado. La miró y le respondió: "Mamá, tal vez deberías probar otros métodos para persuadirme. Me estoy cansando de oírte decir lo mismo todo el tiempo".

Danna no estaba muy contenta con su actitud sarcástica, pero justo cuando estaba a punto de perder los estribos, Alexis se acercó y le tomó la mano. "Cariño, cálmate", dijo mientras le dedicaba a su hija una mirada severa y le decía: "Sarah, trata de no irritar tanto a tu madre".

Al ser el hombre de la familia, sus palabras tenían una importancia considerable. Como resultado, su esposa contuvo su temperamento, mientras la joven, obediente, agachaba la cabeza y seguía comiendo.

"Hija, no estoy tratando de forzarte. Solo quiero que encuentres un buen hombre con quien casarte. Eso es todo.

James proviene de una familia muy acomodada y conocemos a sus padres desde hace mucho tiempo. Supongo que solo esperaba que ustedes dos se llevaran bien en su primera cita. Si realmente no ves que vaya a ninguna parte con él, no te forzaré, pero cariño, ¿no puedes darle tan solo una oportunidad?''.

Danna habló en voz baja, acariciando la mano de su hija con afecto.

Desde luego, Sarah sabía que su madre solo estaba preocupada por ella y por sus intereses. En realidad James sí parecía ser el marido perfecto y tal vez estaba siendo demasiado exigente. Luego de sentir la mirada intensa y expectante de su mamá sobre ella, la joven asintió. "De acuerdo. Pero antes voy a aclarar esto: si no logramos estar en la misma página, no es culpa mía''.

"¡Trato hecho! Todo lo que pido es que le des una oportunidad".

Tras escuchar lo que quería de su hija, Danna finalmente sonrió y se sentó a comer junto a ella.

La muchacha meneó la cabeza divertida y le dirigió una sonrisa. Todavía era demasiado pronto para determinar si había tomado la decisión correcta o no, pero tal vez darle una oportunidad no sería tan malo después de todo.