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-Buenos días, señorita Lenay. –dijo Meri, quien se movía ágilmente entre la cocina y el comedor-
-Buenos días, Meri. –saludó Len mientras se sentaba en la única silla de color crema que había en la mesa del comedor-
-Aquí está su desayuno –dijo Meri acomodando los platos frente a Len- ¿qué desea esta mañana, señorita? Le puedo traer un libro, puedo ponerle música o si necesita atender algo, también me puedo encargar de eso.
-Me parece haber dejado un par de hojas en el estudio ¿puedes ir a ver?
-Claro señorita Lenay –Meri salió de la habitación en dirección al estudio, y en poco tiempo regresó con varias hojas en su mano-
-Gracias, ya puedes retirarte –una vez que Meri salió de la habitación, Len revisó las hojas cuidadosamente- también le gustan los paseos al aire libre, eso puede funcionar –pensó-
Después del desayuno, Len se arregló para ir a la universidad y una vez lista, caminó al auto, donde el chofer ya la estaba esperando. El camino a la universidad fue silencioso, ella pensaba en su siguiente paso con respecto a Lucas, parece que no se llevaban mal, pero aún faltaba su discusión sobre el restaurante.
-Llegamos, señorita –anunció el chofer-
-Hoy no vengas por mí, hasta que te avise –dijo Len antes de bajar del auto-
-Por supuesto, señorita –dijo el chofer-
Las clases pasaron normalmente; en el receso Lucas parecía estar absorto en sus pensamientos, pero Len decidió no comentar nada. Al llegar el momento de salida, Len esperó un momento a que Lucas se detuviera en el mismo lugar donde siempre se detenía antes de irse, entonces ella aceleró el paso y fingió toparse con él.
-Lo siento –dijo Len con una sonrisa-
-No hay problema ¿ya te vas? –cuestionó Lucas-
-Todavía no, hoy vendrán por mí un poco más tarde, así que pensé en dar un paseo por el área verde ¿quieres venir?
-Lucas sonrió ampliamente y asintió-
Ambos chicos caminaron juntos en completo silencio hasta uno de los jardines de la universidad, Len observaba los árboles verdes que se cubrían de flores que buscaban la luz del sol. El viento soplaba suavemente, una brisa cálida que movía sutilmente su cabello y llevaba el sonido de las hojas en las copas de los árboles, hasta sus orejas.
Entonces de manera inconsciente, ambos chicos dejaron salir un suspiro.
-Si piensas que imitándome vas a ganarme en el hockey de mesa, estás equivocada –comentó Lucas con diversión-
-En ese caso, descartaré este plan y pasaré al siguiente –respondió Len, siguiendo el juego-
-Lucas dibujó una sonrisa en sus labios-
-Quería preguntarte...-dijeron ambos chicos y al percatarse de su coincidencia, rieron-
-Las damas primero –dijo Lucas-
-Gracias –Len acomodó su cabello detrás de la oreja- hoy en el receso, parecías estar pensando mucho en algo ¿está todo bien?
-Ayer cuando estábamos en la biblioteca, unos sujetos te fueron a buscar ¿recuerdas? –inició Lucas-
-Len asintió- ¿qué pasa con ellos?
-Me invitaron a beber...
-Eso es bueno –sonrió Len- estás haciendo muchos amigos.
-En realidad, ellos no son mis amigos, solo querían preguntarme algo –dijo Lucas-
-¿Qué te preguntaron? –cuestionó Len mientras observaba una nube-
-Como hice para sentarme en tu mesa –disparó Lucas-
-Len se detuvo en seco y observó al chico- Ay...
-El día que te sentaste en esa mesa en la cafetería, no te sentaste conmigo, yo me había sentado en tu mesa y fue eso lo que una de esas chicas me iba a explicar, pero la detuviste ¿es así?
-Todo eso es una política tonta que tienen los estudiantes, era algo irrelevante y por eso no te lo expliqué.
-Pues parece que sí es relevante. Lo que me explicaron fue algo así como –trató de recordar las palabras de los sujetos lo mejor posible y luego, inició su discurso- En la universidad hay personas que destacan por su nivel académico y económico, al ser las personas más respetadas incluso por los profesores, se les otorga un espacio privado en cualquier lugar que vayan. No es necesaria una placa, ni un título, simplemente el resto no se acerca al lugar en el que se sientan estas deidades, a menos que, ellos te lo permitan. Dime si me olvidé de algo –comentó Lucas al final de su cita-
-Len retomó su camino- estás aquí de intercambio, no es necesario que te aprendas todo eso, cuando solo te quedarás unos meses. No creí que te fuera a afectar.
-Parece que estar contigo, significa llamar la atención de todos a mi alrededor. Incluyendo...la chica dorada.
-Len se detuvo nuevamente- ¿también te contaron eso? Eso tipos son muy imprudentes.
-Entonces es cierto.
-Len dejó salir aire- ven conmigo –se dirigió a una banca ubicada justo al lado de un árbol y se sentó, luego dio unas palmadas en el espacio a su lado- siéntate, parece que te debo una explicación.
-Lucas tomó lugar en la banca y observó a Len-
-Habían pasado solo unos meses desde que ingresé a la universidad, cuando inicio lo de "La Deidad". En ese tiempo, se decía que los profesores eran tan malhumorados, que solo una deidad podría cambiarlos, fue entonces cuando los profesores comenzaron a tratarme bien; me saludaban en los pasillos, bromeaban conmigo e incluso me dieron acceso al salón de descanso de los profesores. Cuando los demás vieron este comportamiento, empezaron a tomar distancia de mí. No importaba el lugar al que fuera, todos se alejaban de mí y me observaban en silencio desde sus lugares, la situación fue tan incómoda que la azotea se volvió mi lugar seguro. –Len acomodó su cabello que había sido desarreglado por el viento- Un día, yo estaba en la azotea cuando escuché muchas voces viniendo de abajo, después escuché a alguien llorar muy cerca de mí y cuando me asomé desde detrás de uno de los tanques de agua, vi a una chica que estaba parada en la orilla de la azotea y parecía haber estado llorando por mucho tiempo. La vi poner un pie en el aire, antes de percatarme de lo que pasaba, ya la estaba sosteniendo del brazo mientras ella colgaba en el aire. Los profesores se movieron rápidamente a mi encuentro, pero mientras llegaban, hice varios intentos por subirla a la azotea y para cuando los profesores llegaron, la chica estaba llorando en el suelo mientras me abrazaba.
-Ella planeaba...tirarse de la azotea ¿cierto? –cuestionó Lucas-
-Len asintió- Estaba por suicidarse y yo la atrapé justo cuando se había arrepentido de su elección, fue de hecho, una gran coincidencia y te aseguro que, si una deidad planeo esa situación, la deidad no fui yo.
-Lucas soltó una pequeña risa- ¿qué paso con la chica?
-Len dejó salir aire- después de eso, ella fue llevada al hospital y cuando regresó a la universidad, fue quien me explicó lo que pasaba. Todo empezó con rumores sobre mi familia y la clase alta, luego se enteraron de que había hecho una donación a la caridad; después pasó lo de los profesores y finalmente...
-Salvaste a una chica en el momento justo. –completó Lucas-
-Así es, –asintió Len- desde entonces, hay un lugar reservado para mí a cualquier lugar en la universidad al que voy, y todos me ven desde lejos esperando que los invite a mi mesa.
-Pero, aun así, siempre está tu mesa vacía.
-Ninguno de ellos será un amigo real. Tuve muchas experiencias y al final, solo me usan para alardear –Len levantó los hombros- así que no pierdo tiempo invitando a alguien a mi mesa, simplemente, invito a quienes de verdad parecen amar la idea de sentarse en ese lugar.
-No sé si esto sirva, pero...-Lucas tomó una de las manos de Len- tú de verdad me agradas y no porque seas una deidad o lo que sea.
-Len soltó una pequeña risa- gracias.
-A propósito ¿quién es la chica dorada? ¿es tu enemiga o algo? –cuestionó Lucas- los sujetos que me hablaron de ti, también la mencionaron a ella.
-Len sonrió- es la otra deidad de la universidad.
-¿También salvó la vida de alguien?
-No, pero toma todas las vidas que están cerca de mí. En cuanto vuelva de su viaje, seguro vendrá por ti, eres completamente su tipo –dijo Len observando a Lucas de pies a cabeza-
-¿Tú crees? –cuestionó Lucas con diversión-
-Len asintió- eres atractivo, exótico y te agrado. Vendrá por ti, seguro.
-Lucas se carcajeo- quien diría que las deidades se pelearían por mí –puso las manos en su pecho e hizo una breve reverencia- me siento honrado –dijo burlón-
-Pues no deberías estar tan...-Len fue interrumpida por un hombre de traje-
-Señorita Len, tengo algo que decirle –dijo el hombre de traje que se había detenido justo frente al árbol-
-Len asintió y se levantó- espera aquí un momento –caminó unos metros lejos de la banca y mientras observaba unas piedras en la lejanía, cuestionó- ¿qué pasa?
-Señorita, tuvimos una situación con el cubo y creo que, es mejor que la revise –dijo en voz baja el sujeto de traje-
-Prepara el auto, voy en un minuto –dijo Len y volvió a la banca- lo siento, ya me tengo que ir –sonrió-
-¿Está todo bien? –cuestionó Lucas-
-Sí, sí lo está. Supongo que te veré mañana.
-Podríamos regresar mañana a este lugar –propuso Lucas-
-Mañana no puedo, tengo una reunión con amigos, pero podemos hacer algo el fin de semana ¿está bien? –una brisa cálida removió el cabello de Len-
-Lucas sonrió, se levantó y se acercó a ella- está bien –dijo acomodando unos cabellos detrás de la oreja-
-Bien, adiós.
Len se alejó a paso rápido y Lucas caminó detrás de ella. Él observó como un sujeto de traje le abría la puerta de un auto negro y luego se alejaba a gran velocidad.
El caminó fue largo, pero finalmente, Len llegó al edificio Plata. Una construcción alta que estaba iluminada por luces blancas instaladas en el suelo; el lugar estaba forrado con un tipo de vidrio que hacía que se viera plateado, a diferencia del edificio perla, este lugar no tenía ventanas, simplemente tenía unos agujeros rectangulares en lo más alto de las paredes y estos hacían que el lugar se mantuviera frío la mayor parte del tiempo, siendo que, el techo del doble de ancho del tamaño del edificio, cubría perfectamente toda la parte superior del edificio.
-¡La señorita llegó! –anunció uno de los hombres de traje con una voz que resonó en todo el lugar-
Len entró en el gran edificio con sus lentes oscuros característicos, saludó a todos los presentes con una sonrisa amable y se dirigió directamente a la habitación del cubo rojo.
-¿Qué es lo que pasa? –cuestionó Len al detenerse frente a dos hombres de traje que parecían estar bastante nerviosos-
-Señorita por favor perdone nuestras vidas, no sabemos en qué momento ocurrió –habló uno de los hombres de traje- sabemos que debimos estar pendientes, pero, en realidad, tampoco sabemos cómo lo logró. Perdone nuestra incompetencia, por favor, señorita. Si nos da una segunda oportunidad le prometo que no le vamos a fallar –suplicó de rodillas-
-Len respiró profundo- levántate –ordenó-
-S-Sí señorita –titubeo el sujeto de traje mientras se ponía de pie-
-Ahora, respira profundo y dime que fue lo que pasó.
-El sujeto de traje acató las órdenes y luego habló- el sujeto, la batería para el cubo rojo se fugó. Ya revisamos las cámaras de seguridad, de alguna forma logró llegar a la salida de emergencia, las cámaras lo captaron unos kilómetros arriba de la montaña, pero luego desaparece.
-Len se mantuvo en silencio un momento- ¿logró encender el cubo?
-Sí, señorita –el sujeto de traje hizo una señal al segundo para que abriera la puerta negra a un costado-
Len ingresó en la habitación que desplegaba la entrada y al internarse en el lugar, notó en el medio una luz roja encendida que se conectaba a varios cables que provenían de todos lados en la pared, por medio de un cubo.
-Si el cubo está encendido, seguramente él no llegara muy lejos. De cualquier forma, no podemos arriesgarnos a que alguien más lo encuentre, así que, búsquenlo y tráiganlo –ordenó Len-
-Sí señorita –dijeron los hombres de traje al mismo tiempo-
Len se paseó por el edificio plata, observó cómo se desempeñaban sus empleados y les dio un vistazo a las cámaras de seguridad. Cuando cayó el atardecer, ella regresó a casa y se encontró con su chofer de siempre, en la puerta.
-Buenas noches –saludó Len-
-Buenas noches, señorita ¿cómo estuvo su día? –cuestionó chofer mientras caminaba detrás de Len-
-Interesante. –se limitó a contestar Len- Meri –llamó-
-¿Sí señorita? –preguntó Meri acercándose a ella apresuradamente-
-Pon otra silla a la mesa –ordenó Len y luego se giró a su chofer- cenarás conmigo esta noche.
-Sí, señorita –contestó chofer-
Len asintió y luego caminó a su habitación, para darse un baño y cambiarse de ropa. Una vez lista, bajó al comedor donde su chofer ya estaba sentado con la gorra reposando en sus piernas. Meri posicionó la comida de Len, frente a ella, una vez que se sentó.
-Gracias –dijo Len con una suave sonrisa y empezó a comer-
-El chofer se limitaba a observar a Len en silencio-
-¿Qué espera? Por favor, coma –sonrió Len-
-Gracias, señorita –el chofer comenzó a comer y minutos después, se detuvo y se aclaró la voz- disculpe...
-Quieres saber la razón de mi invitación ¿es así?
-El chofer asintió-
-Quería dejar que probaras el pastel de frambuesa antes de hablar, pero si insistes –Len limpió delicadamente las comisuras de su boca con la servilleta de tela en color hueso- es sobre el mesero.
-¿Logró acercarse a él?
-En efecto. Primero usé su amor por los juegos, después utilicé los paseos al aire libre y también me lo encontré en la biblioteca, y aunque eso no lo planee, funcionó. También utilicé su gusto por las charlas sinceras.
-¿Charla sincera? ¿De qué hablaron con sinceridad? –cuestionó chofer-
-La historia de las deidades de la universidad.
-¿Cómo fue que tuvo esa conversación?
-Sabía que uno de los intereses del mesero, era conocer las bibliotecas de los lugares donde estudiaba, así que decidí ir a la biblioteca los días en que iban los segundos del profesor Ren.
-Esos jóvenes...son los que siempre interrogan a los que se sientan con usted –dijo el chofer buscando en su memoria la información- ¿todavía no lograron sentarse en su mesa?
-Todavía no, así que esperaba que se dieran cuenta de la existencia de Lucas y lo interrogaran. Yo solo asistí a la biblioteca en esos días, por si existía una posibilidad, pero no esperaba que el mesero trabajara como relojito –Len dejó salir aire- en fin, el mesero se enteró de las deidades, así que tuvimos una charla sincera al respecto.
-Seguramente usted quedó muy bien, señorita –aseguró chofer-
-Eso creo, pero todavía no he llegado hasta donde quiero, necesito acercarme más a él y por eso quiero tu ayuda.
-Chofer pensó un momento- me parece que hay...una feria cerca del centro, si invita al mesero a ese lugar, tal vez puede funcionar. Ese tipo de lugares se pueden prestar para conversaciones amenas, pueden conocerse más y mientras más se conozcan...
-Más cercanía habrá –completó Len-
-Así es –asintió el chofer-