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-Señorita Len ¿de verdad quiere eso? –cuestionó el chofer-
-Así es –asintió Len- ¿por qué? ¿no puedo?
-No, yo no dije eso... Creo que es un poco arriesgado que lo haga usted –dijo el chofer- ¿por qué no envía a uno de los muchachos? Si es a algo importante, Gael podría acompañarla.
-Len negó- lo haré yo, ahora haz la llamada y terminemos con esta conversación.
-Sí, señorita –el chofer sacó su celular e inició una llamada- ¿Hola? ¿sigues de turno?... Bien. La señorita Lenay usará la azotea del edificio, asegúrate de reportarlo para que no la molesten ¿de acuerdo?... Muy bien. Ahora déjanos entrar –volvió su mirada a Len- está todo listo, la espero aquí.
-Len asintió- Abre el baúl. –ordenó-
-Sí, señorita. –contestó el chofer-
Len bajó del auto topándose con el aire frío de la madrugada, el cielo estaba desprendiéndose de su oscuridad lentamente. Sacó la maleta negra del baúl y se dirigió a la empresa en la que un oficial ya la estaba esperando en la puerta.
-Bueno días, señorita Lenay –saludó el oficial-
-Buenos días –saludó Len- ¿ya va a terminar tu turno?
-Así es, señorita. –contestó el oficial- En unos minutos viene mi reemplazo.
-Entonces, asegúrate de aclararle que estoy en la azotea y que nadie me moleste ¿entiendes? –cuestionó Len dando un paso dentro del ascensor-
-Sí, señorita. –asintió el oficial-
-Espero que duermas bien –sonrió Len de manera amable-
El oficial cautivado por el color de los ojos de Len, que resaltaban aun con la oscuridad que había, apenas logró responder antes de que la puerta metálica se cerrara.
La puerta del ascensor se abrió, dejando ver un corto pasillo que llevaba a un nuevo lugar; Len recorrió el camino hasta encontrarse con una gran extensión de cielo y un aire frío que sacudió su cabello. Después de internarse en el lugar, bajó la maleta negra y se acuclillo para sacar lo que había dentro; un arma larga de tiro a distancia con una mira profesional fue instalada cerca de la orilla de la azotea, ella se acomodó a un lado y esperó.
Casi treinta minutos pasaron cuando el sol comenzó a tomar lugar en el cielo, entonces Len se preparó con la mira fija en una calle que se perdía más adelante detrás de un edificio.
-Tengo un solo tiro... –pensó Len- tiene que ser perfecto.
A la vista de Len, llegó la silueta de Lucas. Él regresaba de correr y para su suerte, justo se detuvo para atar las cintas de su calzado; ella apuntó el arma justo en su dirección y posicionó el dedo en el gatillo, pero antes de poder hacer algo, Lucas levantó la mirada y sonrió.
-¿Qué hace? –cuestionó Len retrocediendo- ¿por qué sonríe? ¿a quién le está sonriendo? –regresó a la mira y notó como los rayos de sol parecían iluminar al chico que estuvo a punto de matar, ella quedó hipnotizada por él y entonces, en su visión se atravesó una segunda silueta que apartó a Lucas del arma y lo cubrió hasta desaparecer detrás de una casa- esto es una broma –dejó salir aire- ¡¿te crees mejor que yo, mesero?! –cuestionó con molestia y se puso de pie para caminar por la azotea- no te creas muy importante solo porque no pude disparar, simplemente decidí no hacerlo y esa persona se atravesó –se detuvo un momento y pensó en lo que decía- ¿desde cuándo pongo tantas excusas? –acomodó su cabello con resignación y volvió a la orilla de la azotea para guardas todas las cosas en la maleta; una vez guardado todo, deslizó su mano en la bolsa delantera de la maleta y tomó sus lentes oscuros, los acomodó en rostro y salió del lugar.
-Señorita Lenay que gusto verla –saludaron los oficiales que ya estaban en el lugar-
-Sí, buenos días –dijo Len y caminó a paso furioso en dirección al auto-
-Señorita ¿qué tal le fue? –cuestionó el chofer, que estaba apoyado contra la puerta del piloto-
-No pasó –espetó Len con gran molestia- vámonos –ordenó después de cerrar el baúl del auto y regresar a su asiento-
El chofer entró en el auto y lo puso en marcha en dirección a la universidad.
-Llegaremos muy temprano a la universidad, señorita –anunció el chofer-
-Está bien –contestó Len-
Minutos después, el chofer se estacionó unos metros atrás de la universidad y desde el interior del auto, Len observaba la entrada del edificio.
-Señorita Lenay –llamó el chofer-
-¿Mmm? –Len observó al chofer- ¿qué pasa?
-Han estado preguntando sobre...el grupo que irá por el cubo verde –dijo el chofer- el equipo de búsqueda cree que está cerca de ubicarlo, por eso preguntan.
-Len pensó un momento y luego volvió su rostro a la ventana- que curioso, las personas de mi mesa aún no se han metido en mi camino, para estas alturas ya deberían haberlo hecho...-dejó salir aire- les daré más tiempo. Nadie ha logrado sentarse en mi mesa y resistir la tentación de llegar más lejos.
-¿Y si no lo hacen? –cuestionó el chofer-
-Serían los primeros en no hacerlo –Len cruzó los brazos sobre el pecho- sería muy interesante ver algo así, pero si no lo hacen, entonces enviaré a un equipo a traer el cubo y para cuando vuelvan, seguro tendré una batería.
-Hay otra cosa más...-dijo el chofer-
-Habla –ordenó Len, definitivamente no estaba de humor-
-Es sobre el clan de blanco –anunció el chofer-
-Len volvió su vista inmediatamente a él- ¿qué pasa?
-Se están moviendo mucho, creemos que están planeando algo y puede que...-el chofer fue interrumpido por Len-
-Saben del cubo –completó Len-
-El chofer asintió-
-Len pensó un momento- podemos enfrentarlos. Hay que monitorearlos para tratar de deducir cuanto saben –pensaba en voz alta- y si los ven cerca, entonces enviaremos a un equipo de monitoreo. Quiero que todos los hombres entrenen el doble, que las porciones de comida aumenten y que duerman bien...si el clan planea atacar, tengo que usar el tiempo previo a mi favor.
-Sí, señorita –asintió el chofer-
-¿Cómo va todo en "Roca negra"? –cuestionó Len-
-Todo está bastante bien –contestó el chofer- ¿visitará el lugar?
-Lenay negó- no, no es el momento. Ya es hora de entrar –dijo percatándose de como abrían las puertas de la universidad- asegúrate de dar mis órdenes.
-Sí señorita, Lenay –contestó chofer-
Len salió del auto y se dirigió a la universidad, ingresó en el edificio en dirección a su clase y dejó su bolso sobre su asiento, luego subió a la azotea. Casi una hora después, Lucas llegó a la clase y se sorprendió al ver que el asiento de Len ya tenía el bolso sobre el.
-Así que seguirá en la azotea –pensó Lucas con desánimo- bueno, tal vez vaya a la biblioteca o, a la cafetería...seguro cuando sea la hora de salir, podré verla.
Los pasillos y las habitaciones se llenaban de estudiantes con sus libros en mano y sonrisas en sus rostros, ya se habían dado cuenta que la deidad estaba en la azotea, así que el show de talento podría continuar. Por su parte, Lucas solo se mantuvo distraído la mayor parte del tiempo, sus apuntes de clase habían sido muy pobres y sus ojos observaban mucho más el asiento de Lenay que a su profesor; quizá había sido un poco fantasioso esperar que después de lo que había sucedido, ella lo estuviera esperando para hablar...pero eso ya no importaba, él había pensado en su actuar, y se había dado cuenta de cuanto le gustaba Lenay. No había una fecha exacta que Lucas pudiera llamar "el día que me enamoré" o algo así, sencillamente, había pasado; primero le había parecido familiarS, como si ya la conociera desde antes; después se limitó a observarla para tratar de adivinar el lugar del que la conocía, y en algún momento...simplemente le prestaba atención porque le gustaba prestarle atención.
Por muy complicado que hubiera sido llegar a esta conclusión, lo seguro era que no iba a retroceder. Él no era el tipo de hombre que retrocedía por cuestiones como la amistad, ya no le interesaba que Lenay fuera su amiga, la conclusión había sido que su corazón se agitaba cada vez que la veía así que...planeaba verla a su lado todos los días.
Lucas estuvo movilizándose de aquí para allá, tratando de encontrarse con Lenay en los pasillos, en la biblioteca, la cafetería e incluso la maquina donde estaban los jugos de frutos rojos que le gustaban, pero no logró verla. La hora de salir llegó y a pesar del intento de Lucas por verla, un profesor le pidió ir por unas copias y para cuando regresó, el bolso ya no estaba; él se dirigió a la salida con una cara larga que fue notada por Betty.
-Lucas –sonrió Betty mientras lo llamaba- ¿cómo estás?
-Lucas recuperó su postura inmediatamente- Nada nuevo –se limitó a decir mientras encogía los hombros-
-Hoy no te vimos en la cafetería –dijo Betty- es decir, sí te vimos...pero no te sentaste a comer –los nervios se instalaron en sus manos- ¿pasó algo?
-No, nada pasó –negó Lucas mientras caminaba cada vez más rápido hacia la salida- Adiós.
-Betty apretó sus puños y respiró profundo antes de llamarlo- ¡Lucas!
-Lucas se detuvo y dirigió su mirada a Betty- ¿qué pasa?
-Emm, escucha –habló Betty con nerviosismo- habrá una fiesta dentro de dos días y...digo, tal vez podríamos ir, como...juntos y eso –dijo lo último en voz baja-
-Gracias, pero no soy alguien de fiestas –Lucas intentó retomar su camino, pero Betty habló nuevamente-
-Es una fiesta de deidad –habló rápidamente Betty- es decir, van todas las personas populares y seguro será un gran evento, estamos invitados porque nos hemos sentado en la mesa de Len. Seguro será divertido y, no tienes que preocuparte por no conocer a nadie porque...yo...yo voy a estar... –estas últimas palabras provocaron un sonrojo en sus mejillas-
-Lucas meditó las palabras de Betty. Si era un evento así, tal vez podría encontrarse con Len, no perdía nada intentándolo-
-Entonces ¿qué dices? –cuestionó Betty-
-Lucas asintió- está bien. Ahora, ya me tengo que ir –dijo antes de retomar su camino-
-Sí, adiós –dijo Betty con una gran sonrisa y una vez que Lucas salió de su vista, comenzó a dar pequeños saltitos de emoción-
[Edificio Roca]
-Parece que lo de la comida era real, estas porciones son enormes –comentó Daniel-
(Daniel: Hombre de 28 años con cabello oscuro desordenado, casi tan largo como para cubrir su frente; cejas oscuras definidas; nariz y labios delgados, estos últimos en un tono rosado suave. Es un galán que disfruta ir a beber en compañía de mujeres hermosas; no tiene una vida sentimental, simplemente "algo de una noche")
-Era lo mínimo que esperaba si me iban a poner doble entrenamiento –dijo Alejandro sentándose al lado de Daniel-
(Alejandro: Hombre de 27 años con cabello castaño peinado hacia atrás; mandíbula definida, labios carnosos y cejas gruesas. Un adulto joven sonriente y amable que disfruta aprender sobre las flores, las aves y básicamente, todo lo que pueda aprender. A pesar de ser visualmente tierno y encantador, físicamente su musculatura es casi como la de un luchador)
-Esperaba salir este fin de semana –dijo Nil sentándose en uno de los extremos de la mesa-
(Nil: Hombre de 30 años con cabello ligeramente ondulado en color azabache y con luces, cejas largas y oscuras que resaltaban sus ojos grises; labios rojizos y un corte en la frente. Su expresión es intimidante y seria, la mayor parte del tiempo, su musculatura supera a la de Alejandro; no habla mucho. Es un sujeto con gran variedad de contactos en mercados negros, fábricas de pólvora, etc.)
-Seguramente vamos a pelear –dijo Aniel sentándose frente a Alejandro-
(Aniel: Joven adulto de 27 años con cabello gris peinado a un lado; su rostro es llamativo por sus ojos dorados, nariz respingada y labios rojos. Tiende a utilizar aretes en las orejas y guantes negros. Él se quedó con su madre cuando sus padres se divorciaron y al morir ella, le dejó una gran cantidad de dinero y varias propiedades. Él quemó las propiedades, pero nunca perdió la vida de lujos a la que estaba acostumbrado y su patrimonio aumenta cada vez más. El único pariente que le queda, su hermano Biel.)
-Me pregunto, quien será el afortunado esta vez –dijo Biel sentándose frente a Daniel, al lado de su hermano-
(Biel: Joven adulto de 26 años con cabello rojo tan largo como para llegarle al pómulo; su rostro es llamativo por sus ojos dorados, nariz respingada y labios rojos. Físicamente tiene la misma musculatura que su hermano, Aniel. Acostumbra a utilizar cadenas plateadas en su cuello y anillos gruesos en sus dedos. Él se quedó con su padre al momento del divorcio, pero a diferencia de su hermano, se quedó con las propiedades. Es un tanto insolente.)
-Deben ser más policías –dijo Daniel-
-Yo pensaría en el clan de blanco –dijo Biel de meditar un momento- ellos no pueden estar mucho tiempo sin moverse.
-Aniel asintió- pienso lo mismo.
-El entrenamiento debe ser del nivel del oponente –comentó Nil-
-Alejandro asintió- debe ser alguien fuerte. Incluso nos quitaron los fines de semana, así que fácil no será.
-Iba ir por mi auto este fin de semana –se quejó Biel-
-¿Qué está en el taller? –cuestionó Alejandro-
-Biel negó-
-Está envuelto para regalo –dijo Aniel con una sonrisa divertida-
-¿Te regalaste otro auto? –cuestionó Daniel con sorpresa- ya tienes casi ocho autos ¿para qué quieres otro?
-Tengo casi diez –corrigió Biel y luego levantó los hombros- si tu puedes coleccionar números de teléfono de mujeres que no conoces, yo puedo coleccionar carros.
-Insolente –comentó Daniel-
-Aniel sonrió con diversión mientras observaba la reacción de Daniel-
-Bueno, caballeros...-habló Alejandro poniéndose de pie- ya es momento de terminar de comer. Hoy veremos al líder–anunció-
Todos los que todavía tenían comida en el plato, se apresuraron hasta terminarla. Los muchachos se levantaron y pasaron entregando sus bandejas a una persona de traje celeste que usaba una red en el cabello.
-Espero que nos mande a otra misión –comentó Aniel-
-¿Ya tienen un nuevo sistema de tortura? –cuestionó Daniel- que enfermos son.
-Nos estás dando mucho crédito. Queremos ver la nueva bomba de Nil –dijo Beil-
-Nil le hizo una mala mirada a Beil-
-¡Uy! ¿era secreto? Me disculpo –sonrió Beil-
Los cinco se dirigieron al baño en el que tenían sus atuendos para cada ocasión. Abrieron sus armarios y cambiaron su ropa por el atuendo negro y gris que resaltaba la musculatura de cada uno.
-¿Alguno de ustedes vio mi comando? –cuestionó Alejandro al observar el vacío en su pequeña bolsa de equipamiento- ¿se lo di a alguien?
-Nil le tendió el comando a Alejandro-
-Oh, claro. Se lo diste cuando estábamos en la persecución –aclaró Aniel-
-Daniel asintió- por lo que pasó con la bomba.
-Alejandro sonrió- gracias por guardármelo, Nil.
Una vez listos con sus trajes y los comandos en sus oídos, se dirigieron al salón de entrenamiento. Una habitación amplia en color azul y blanco que tenía grandes colchonetas negras en el centro; en el centro del techo había un tipo de lámpara blanca de la que salían tubos blancos que se extendían por todo el techo y se perdían en las paredes verticales.
Los cinco se dirigieron a las colchonetas y se detuvieron en sus espacios correspondientes, pero antes de empezar a estirar, se percataron de la presencia de dos chicos que estaba parados en la parte alta al fondo de la habitación.
-¿Quiénes son? –cuestionó Alejandro en voz alta al verlos-
-¿Se perdieron? –cuestionó Aniel-
-Por eso no hay que llevar a los niños al trabajo –comentó Beil con molestia-
-Este es un espacio restringido –dijo Alejandro-
-El señor de la cicatriz en el cuello dijo que nos quedáramos aquí –dijo la vocecita del chico que parecía ser el mayor-
-¿EL señor de la cicatriz? –cuestionó Daniel-
-Hablan de Gael –dijo Aniel con los brazos cruzados-
-Así es –dijo una voz que resonó en toda la habitación- el hombre de la cicatriz les dijo que se quedaran –confirmó Gael saliendo de detrás de los niños-
-Líder –dijeron los cinco hombres al mismo tiempo en forma de saludo-
-Cinco, les quiero presentar a unos jovencitos –anunció Gael al mismo tiempo que caminaba con los niños-
Los cinco observaron cómo Gael y los niños bajaban las gradas, y finalmente llegaban al mismo nivel en el que ellos estaban. Las tres figuras se acercaron a las colchonetas negras; desde la perspectiva de los niños, había cinco hombres intimidantes que los observaban fríamente.
-Cinco, ellos son Iván y Julen –dijo Gael- son los nuevos y estarán a cargo de ustedes durante la introducción –observó su reloj- tengo unos treinta minutos, así que, denles una demostración a los niños de su entrenamiento y luego cámbiense para darles la introducción.
-Sí, líder –contestaron los cinco al mismo tiempo-
Una vez que Gael y los niños regresaron a la parte alta de la habitación, el entrenamiento empezó. El lugar que había estado iluminado por una luz blanca, se oscureció; la lámpara del techo comenzó a titilar y finalmente, tomó un color azul que iluminó la habitación, entonces los cinco se unieron y para cubrirse unos a otros de los objetos que se movían velozmente en el lugar; el color cambió a amarillo, los objetos ahora eran más grandes y atacaban directamente a cada uno de los hombres en la colchoneta negra; el color volvió a cambiar a uno anaranjado y los cinco saltaron de aquí para allá lanzando golpes que apenas eran perceptibles para los niños, pero Gael, podía estudiar incluso la respiración de cada uno; finalmente la luz cambió a verde, varias personas con trajes blancos ingresaron en el lugar y abalanzaron a los cinco.
Unos cuantos minutos pasaron y finalmente, los gruñidos de la habitación se detuvieron cuando la luz verde comenzó a titilar y finalmente, volvió a ser blanca como en el inicio. Una vez que la habitación había vuelto a su albo iluminado, los cinco se dirigieron a los mismos baños en los que se habían cambiado; tomaron una ducha y se vistieron con sus trajes formales de corbata negra y hombreras grises.
-Vamos, niños. –dijo Gael e inició su caminata con los niños en dirección a una habitación amplia con una mesa blanca brillante en el centro y varias sillas- siéntense y esperen. En un momento conocerán a sus mentores –anunció antes de irse y cerrar la puerta azul oscuro detrás de él-
Los niños sentados uno al lado del otro, con manos temblorosas, observaron la gran habitación. Su único modo de distraerse fue observar el jardín que estaba al otro lado de una de las paredes, dicha pared era transparente, por lo que tenían una imagen amplia; unos pasos se escucharon a la distancia y rápidamente ambos chicos dirigieron su mirada a la puerta azul.
-Hola –saludó Alejandro con una sonrisa al abrir la puerta-
Los chicos se limitaron a observarlo y luego observaron al resto de personas que estaban entrando en la habitación. Los cinco tomaron lugar en la mesa, todos acomodando sus respectivos trajes. Daniel acomodaba el cuello de su camisa; Aniel y Biel arreglaban su joyería; Nil cruzó los brazos sobre el pecho y se recostó hacia atrás en su silla y Alejandro, aspiraba a que su sonrisa calmara el temor en los ojos de los niños.
-¿Cómo se llaman? –cuestionó Alejandro-
-Yo soy Iván –contestó el mayor tratando de no parecer nervioso-
-Yo...Yo soy Julen –contestó el menor apretando sus manitas debajo de la mesa-
-¿Qué edad tienen? –cuestionó Biel-
-Yo tengo nueve –contestó Iván-
-Siete –contestó Julen con una vocecita-
-Yo inicie casi de tu edad –dijo Alejandro a Julen con una sonrisita- todo estará bien, yo te cuido ¿bueno? –dijo ofreciéndole su puño-
-Julen lo pensó un momento, sacó su manita temblorosa debajo de la mesa y empuñándola la unió a la de Alejandro e inmediatamente la escondió-
-Entonces...iniciemos. –dijo Alejandro poniéndose de pie- ¡Bienvenidos al "Edificio Roca"!