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Cary quedó momentáneamente sorprendido, pero se recuperó rápidamente y respondió: "Por supuesto que no me arrepentiré de esto. Pero ya que aceptaste el acuerdo, es tu responsabilidad explicar el divorcio a la abuela".
Él sabía perfectamente que Demi solo reconocía a Evelina como la verdadera nieta política. Si se enteraba de su divorcio, tendría que enfrentarse a su ira. Naturalmente, esperaba que su exesposa cargara con toda la culpa.
"No le voy a explicar nada. En estos tres años, he saldado completamente mi deuda con Demi. Además, ¿no estás locamente enamorado de Esme? No me digas que ni siquiera puedes reunir el valor suficiente para enfrentarte a tu abuela", respondió con calma Evelina, sin levantar la mirada.
Ella había crecido en un orfanato y debía toda su educación a la generosidad de la anciana. Por eso, cuando la familia Gibson necesitó urgentemente una novia sustituta, ella se ofreció sin dudarlo.
Evelina no se arrepintió cuando Cary perdió la vista. De hecho, cumplió sus deberes fielmente, lo cuidó incansablemente y manejó la casa sin quejas. A cambio, pidió algo modesto: un periodo de prueba de tres años. Si él no se enamoraba de ella en ese lapso, se separarían pacíficamente. Y, finalmente, había recuperado su libertad.
"El amor verdadero supera cualquier obstáculo", prosiguió la mujer, con un dejo de sarcasmo en sus palabras. "Realmente espero que tu perfecto cuento de hadas dure para siempre".
Acto seguido, agarró las llaves del carro y caminó hacia la puerta, pero Margot Gibson, la hermana menor de Cary, le bloqueó el camino.
"Evelina, escuché que te estás divorciando de mi hermano. Ese auto es propiedad de la familia Gibson, ¡no puedes llevártelo!".
"Yo misma pagué por ese carro. Honestamente, eres igual de atrevida que Cary", contestó la aludida, soltando una carcajada helada.
"¿Qué está pasando aquí?", intervino el hombre, atraído por el alboroto.
"Cary, Evelina se está llevando el auto, ¡y yo planeaba usarlo!", se quejó inmediatamente la petulante Margot.
"Evelina, entrégale las llaves a mi hermana", indicó él, con el ceño ligeramente fruncido.
"Absolutamente no", respondió ella fríamente. "¿Por qué debería hacerlo?".
"¡No tienes remedio!", estalló Margot, abalanzándose sobre su excuñada para quitarle las llaves.
De repente, una vieja maleta cayó sobre el vehículo, seguida por varios petardos. En segundos, estos estallaron; las chispas volaron y un denso humo se elevó. La escena hizo que Margot gritara por el pánico.
"El auto es todo tuyo. No lo quiero", declaró Evelina con calma, sacudiéndose las manos mientras se alejaba decididamente.
Dejaría todo lo que había usado y vestido en la casa de los Gibson, pues no quería nada que le recordara ese lugar. Rápidamente, le marcó a su amiga más cercana: Kristina Anderson.
Cuando Evelina llegó a las puertas de la villa, un vehículo de lujo elegante y discreto la esperaba.
"¡Vaya, si es la verdadera Reina Evelina en persona!", soltó Kristina, dejando caer dramáticamente su mandíbula. Luego, fingiendo asombro, se frotó los ojos y añadió: "Tres años, Evelina. Cada vez que te llamé, estabas demasiado ocupada atendiendo a tu esposo ingrato. Honestamente, en ese entonces no pude decidir si estaba asistiendo a tu boda o a tu funeral".
Tras decir eso, tomó impulso para saltar sobre su amiga y sondeó: "¿Finalmente terminaste con ese 'ciego' tonto? Bien. Ahora empezaremos a vivir de verdad". Kristina chasqueó los dedos teatralmente y agregó: "Espera, no... ¡Necesito abastecerme de fuegos artificiales! Tu gran regreso merece una celebración adecuada".
"Demasiado tarde", comentó Evelina con frialdad, señalando casualmente por encima de su hombro.
Justo en ese momento, el estallido de una explosión rompió la tranquilidad de la noche. El viejo carro había estallado espectacularmente en llamas. Las chispas se dispersaron brillantemente, iluminando la oscuridad en una vívida exhibición.
"¿Qué tal eso como regalo de despedida?", preguntó Evelina con una sonrisa juguetona, alzando pícaramente una ceja.
"¡Ahí está! ¡La Reina Evelina finalmente regresó! ¡Es hora de la fiesta!", exclamó Kristina, entre carcajadas.
La otra se deslizó tranquilamente en el asiento del pasajero y suspiró de cansancio. "Quizás otro día. Lo que necesito desesperadamente en este momento es dormir".
Se había pasado los últimos tres años cuidando incansablemente a Cary, para garantizar su plena recuperación, por lo que no había podido descansar adecuadamente. Y de repente, el cansancio pesaba mucho sobre ella.
Adentro de la villa, Margot daba pisotones.
"¡Casi me mata del susto! ¿Evelina se volvió loca? ¡Destruyó nuestro carro! Cary, tienes que hacer algo al respecto...".
"¡Ya basta!", la interrumpió bruscamente su hermano. La exasperación en su voz era evidente mientras la regañaba: "¿Crees que un Gibson debe hacer berrinchitos?".
"¿Realmente me estás regañando por esa mujer?", soltó Margot, recurriendo a un tono suplicante y lastimero. "Ya quiero ver cómo se pondrá Esme al enterarse de esto... ¡y descubrir lo mucho que has cambiado!".
"No digas tonterías", replicó Cary irritado, aunque en privado consideraba que Evelina era insignificante en comparación con su hermana. Rápidamente, intentó tranquilizarla en un tono más suave: "¿Ya se te olvidó que Jasper Russell llegará pronto a Aglonard?".
La familia Russell, era una de las más influyentes de Ireah: dominaba los círculos políticos, empresariales y militares, lo que hacía a sus miembros tan poderosos que eran prácticamente intocables.
Y Jasper Russell, su heredero más joven, no solo era extraordinariamente carismático, también gestionaba el inmenso Grupo Russell. El más mínimo gesto suyo podía causar un alboroto en la alta sociedad.
Y aún más importante, era el único de los herederos de los Russell que aún estaba soltero. Cada joven adinerada en Aglonard y los alrededores fantaseaba con convertirse en la señora Russell.
"No lo he olvidado", murmuró Margot tímidamente, bastante sonrojada ante la mención del hombre al que admiraba. Aferrándose al brazo de su hermano, añadió con entusiasmo: "Él está aquí de visita por el tratamiento ocular de su sobrina. Si Esme logra que la señorita Florrie Russell recupere la vista, se volverá indispensable para su familia, e indudablemente valiosa para nosotros. En ese escenario, a la abuela no le quedará más opción que aceptarla".
Cary asintió pensativamente. El supuesto talento médico de Esme había atraído a los Russell a Aglonard, lo que les daba una oportunidad perfecta para solidificar alianzas poderosas.
"Y si ayudas a Esme durante la operación y te ganas el favor de la señorita Russell... tal vez Jasper te note", comentó el hombre, alentadoramente.
"¡Oh, gracias, Cary!", exclamó Margot, con la cabeza llena de sueños.
En ese momento, los pensamientos del hombre estaban en otro lado. La imagen de Evelina alejándose con confianza y aplomo y sin miedo persistía obstinadamente en su mente.
Él siempre la había considerado simplona, pasiva y aburrida. Por eso, fue una verdadera sorpresa para él conocer esa versión dura y desafiante de ella. Quizás... necesitaba reevaluar a la mujer que había ignorado por tres años.