Capítulo 4 Demi tomó partido

"Concéntrate en tus propios errores antes de criticarme", respondió Evelina, sin molestarse en mirar a Cary. Decidida a evitar más tonterías, pasó rápidamente junto a ellos, pues no quería hacer esperar a Demi.

"¡No te atrevas a darme la espalda!", estalló Cary, preparándose para reprenderla una vez más, pero sus palabras se desvanecieron al verla alejándose.

El vestido ajustado que la mujer llevaba realzaba sus curvas perfectas, su cabello le caía natural y elegantemente por la espalda, acentuando sus hombros esbeltos y su cintura definida, detalles que de alguna manera había pasado por alto hasta ahora. Además, cada paso que daba irradiaba seguridad, aplomo y elegancia. Incluso su mera silueta parecía lo suficientemente cautivadora como para permanecer en sus pensamientos indefinidamente.

En ese momento, Cary experimentó un profundo dolor: esa mujer extraordinaria estaba a punto de convertirse en su exesposa, y no la había tocado ni una sola vez.

Por su parte, Esme sintió que la irritación se apoderaba de ella al ver la intensa mirada que su amado le dedicaba a la otra mujer y, sin dudarlo, se apartó bruscamente de sus brazos, antes de alejarse furiosa.

Margot se alarmó de inmediato y jaló frenéticamente la manga de su hermano, mientras le decía: "¿Qué estás haciendo? ¡Hiciste enojar a Esme y ahora se va!".

Cary parpadeó y le tomó un momento volver en sí. Cuando recuperó el sentido, Margot ya estaba persiguiendo a Esme.

Adentro de la mansión, Demi estaba sentada en soledad, recostada contra su ornamentada silla de peral, mirando ansiosamente hacia la entrada cada pocos momentos. Al ver a Evelina, se le iluminó instantáneamente el rostro y se levantó para saludarla afectuosamente.

"Evi, mi querida niña, has soportado tanto".

"Demi, no te preocupes por eso, por favor", respondió la chica. Acto seguido, se le acercó rápidamente para ayudarla a sentarse de nuevo y se arrodilló a su lado, para masajearle cuidadosamente las rodillas.

"El tiempo se está enfriando, ¿te molestan las articulaciones otra vez?", sondeó.

"Tengo el mismo dolor que siempre, querida. Nadie lo alivia como tú; tus cuidados son inigualables", suspiró Demi.

"Me has tratado como familia todos estos años, así que es lo mínimo que puedo hacer por ti", respondió Evelina con sinceridad.

Su honesta amabilidad solo profundizó el arrepentimiento de la anciana, que soltó suavemente: "Ese tonto nieto mío, ¡debe estar ciego para dejar ir a una joya como tú! Merece un buen escarmiento".

"No es tu culpa", respondió la chica, sacudiendo la cabeza suavemente.

"Evi, cariño..., por última vez, ¿podrías darle otra oportunidad a Cary? Hazlo por mí", suplicó la vieja con ternura.

"He esperado tres largos años para que me haga caso, pero nunca lo hizo. Darle otra oportunidad no cambiará nada", respondió Evelina en voz baja.

Ella le había dado incontables oportunidades a Cary, quien las había desperdiciado todas. Por eso, estaba convencida de que era hora de dejarlo ir.

Demi soltó un largo suspiro y, con una expresión de evidente tristeza y los ojos llenos de lágrimas, declaró: "Quizás es solo el destino... Nuestra familia no fue lo suficientemente afortunada para retener a alguien como tú".

Justo en ese momento, Margot y Esme entraron. Platicaban alegremente, acompañadas por la madre de Cary, Elora Gibson.

Ante la escena, Demi no pudo contener más su ira. Agarró una taza de café cercana y la aventó con furia hacia las piernas de Esme. Los fragmentos de porcelana se esparcieron violentamente, salpicando café sobre los lujosos tacones de la joven, así como sobre la lujosa tela de su vestido hecho a la medida.

Ella soltó un grito agudo, mientras observaba horrorizada la escena. Aunque su atuendo parecía engañosamente discreto, cada uno de sus elementos había sido meticulosamente seleccionado en boutiques exclusivas: su vestido no solo era caro, sino que estaba destinado para exudar una elegante gracia.

Previsiblemente, Elora y Margot, notorias por su falta de sentido de la moda, eran ajenas a su verdadero valor.

"Abuela, ¿qué fue eso?", exclamó Cary, avanzando rápidamente para proteger a Esme, mientras miraba con amargura a su exmujer.

"¿Cómo te atreves a preguntarme eso? Si no fuera por las payasadas de esa mujer, ¿habrías tenido el accidente en el que perdiste la vista?", lo cuestionó la furiosa anciana, sin rastro de arrepentimiento.

A Demi no le había dolido tanto en el que Esme abandonara el compromiso, sino que por poco arruinó irreversiblemente el increíble futuro de su nieto. La razón era sencilla: siempre había visto a Cary como su mayor orgullo; por ende, Esme no solo había dañado a su nieto, sino que había perjudicado todo el legado de los Gibson.

"Ya lo he dicho en innumerables ocasiones", respondió el exasperado hombre. "Esme no fue responsable de ese accidente. ¿Por qué no puedes confiar en mí?".

Acto seguido, clavó su mirada acusadora en Evelina, quien estaba tranquilamente consolando a su abuela, pasándole suavemente la mano por la espalda para ayudarla a controlar su respiración. Estaba seguro de que ella era la que estaba causando problemas otra vez, envenenando la mente de Demi.

"Evelina, ¿has estado llenando la mente de mi abuela con mentiras para provocar problemas?", la cuestionó con dureza.

Aprovechando la oportunidad, Elora, quien siempre la había despreciado por su origen humilde, inmediatamente escupió venenosamente: "¡Por supuesto que es su culpa! Esa huérfana haría cualquier cosa para quedarse en esta familia. No importa si actúa dulcemente, por dentro es despreciable".

Antes de que la atacada tuviera la oportunidad de defenderse, Demi intervino. "¡Basta! Evelina es la nieta política que elegí personalmente. ¿Te atreves a faltarle al respeto justo frente a mí? ¿Acaso estás desafiando abiertamente mi autoridad?".

"Demi, yo no quise...", tartamudeó rápidamente Elora, quien palideció en el acto.

"Abuela, por favor deja de regañar a mamá. Seamos honestos: simplemente no quieres que deje a Evelina", intervino protectoramente Cary, al ver a su progenitora al borde de las lágrimas. Luego, se giró y agarró firmemente a Esme de la mano, entrelazando sus dedos con los suyos. "Pero eso no es negociable. Esme es la única mujer a la que amo y con la que planeó compartir mi futuro", remató.

"Perfecto. Maravilloso", respondió Demi amargamente, cargando de ironía sus palabras. En ese momento, era visible como la ira recorría su frágil cuerpo.

Evelina reaccionó rápidamente: sacó un frasco de medicamento para el corazón y se lo administró cuidadosamente a la anciana.

Tras una pausa para recuperar la compostura, la anciana dijo con fría certeza: "Entonces déjame ser clara. Divórciate de Evelina y entrégale inmediatamente el diez por ciento de tus acciones de Grupo Gibson. Y con respecto a Esme... Nunca pondrá un pie dentro de la casa de los Gibson mientras yo viva".

"Abuela, no lo estás diciendo...", soltó Cary, con los ojos prácticamente desorbitados.

Demi, irradiando una feroz autoridad, azotó su frágil mano contra el reposabrazos de su silla. El ruido sordo resonó claramente por el lugar. "Ya lo expresé y mi decisión es definitiva", declaró con resolución. "Cary, desafíame y perderás tu lugar en nuestra familia".