Capítulo 5 Impostora

"Abuela, ¿hablas en serio? ¿Quieres que ella tenga acciones?", protestó Margot de inmediato, en un tono de indignación. "Ella no es nadie, solo una huérfana...".

La vieja clavó su penetrante mirada sobre su nieta, lo que la hizo detener su diatriba y retroceder avergonzada, encogiéndose como una niña regañada.

"Demi, Cary es tu propio nieto...", dijo Elora entre sollozos.

"Tengo más de un nieto. Si insiste en perseguir el amor ciegamente, veamos cuánto aguanta su bolsillo", bufó desdeñosamente la anciana.

Ella pretendía exponer a Cary a la dura verdad: si Esme lo había abandonado durante su ceguera, sin duda desaparecería apenas se quedara sin un centavo. Sabía que esa mujer era un verdadero problema, pues no era del tipo que se quedaría a su lado en las dificultades.

Cary estaba tenso y se le notaba en la forma en la que apretaba la mandíbula; además, su sien palpitaba por culpa de una ira que apenas podía contener.

"¿Ya estás satisfecha?", soltó amargamente, mirando a Evelina.

Aunque ella estaba profundamente conmovida por el feroz apoyo de Demi, mantuvo la compostura y sostuvo a la anciana, para ayudarla a estabilizar su respiración.

Demi luchaba contra problemas crónicos de presión arterial, un corazón débil y articulaciones sensibles, que le causaban dolor durante los cambios estacionales. De no ser porque temía que los ingratos de los parientes le causaran un ataque al corazón, la joven ya se habría ido.

"¡Señora, señora!", exclamó un agitado sirviente, entrando en la habitación, jadeando por aire. "El señor Russell... ¡ya llegó!".

"Tráelo acá", dijo Demi, enderezándose de golpe y recuperando la compostura para recibir al distinguido invitado.

Margot se movió ansiosamente y estuvo a punto de tropezarse con sus propios pies. "¡Mamá! ¿Me veo perfecta? ¿Mi cabello se ve bien? ¿Tengo el maquillaje impecable?".

"Estás deslumbrante, querida. Absolutamente impecable", tranquilizó con orgullo maternal Elora a su hija.

Sin embargo, segundos después sus pensamientos se oscurecieron al recordar que Evelina todavía seguía ahí. Por eso, se giró bruscamente hacia ella y le dijo: "Esperamos a un invitado importante. ¿No deberías salir discretamente por la puerta trasera?".

"Gracias por recordármelo. En realidad, Cary y yo aún no nos hemos divorciado oficialmente. Legalmente hablando, todavía soy su esposa, un miembro legítimo de esta familia", respondió tranquilamente la aludida, aún sosteniendo a Demi, con una sonrisa que irradiaba tranquilidad.

Luego le lanzó una mirada indiferente a Esme, que seguía llorando melodramáticamente sobre el pecho de Cary y señaló: "En cambio, la señorita Barton aquí presente... Es solo una amante. Difícilmente es la compañía apropiada para darle la bienvenida a un visitante respetado."

"¡¿Cómo te atreves?!", jadeó la defenestrada, mientras las lágrimas seguían cayendo teatralmente por sus mejillas.

Cary inmediatamente dio un paso protector al frente y espetó con expresión tormentosa: "¡Evelina, cuida tu lengua! El señor Russell vino específicamente por Esme. Ella es excepcional, la única con la habilidad suficiente para restaurar la visión de su sobrina".

Esas palabras hicieron que Demi detuviera su partida. Lentamente, volteó a verlo, con una expresión de evidente sorpresa. "¿Quién dijiste que podía curar la ceguera?", sondeó.

"Esme", respondió su nieto, con su pecho hinchado de orgullo. "Ella es la aclamada Tejedora de Visiones. La preparó personalmente el profesor Landen Mitchell, y fue quien me curó".

En ese momento, la anciana por fin entendió por qué Evelina había decidido renunciar a su nieto. Honestamente, no podía culparla.

"Esme, ¿es eso cierto?", la cuestionó la anciana, elevando peligrosamente la voz y con los ojos entrecerrados.

La aludida, incapaz de sostener la penetrante mirada de la vieja, se quedó nerviosamente en silencio.

Cary no se dio cuenta de eso y siguió alabando los supuestos talentos de Esme. Elora y Margot intervenían ansiosamente, elevando su estatus a uno prácticamente mítico.

"Parece que llegué en el momento perfecto", resonó una voz baja y autoritaria, interrumpió suavemente sus exagerados elogios.

Al final del pasillo estaba parado un hombre, con confianza; sus anchos hombros y su aura autoritaria acaparaba la atención de todos.

"Señor Russell, finalmente está aquí, ¡Lo esperábamos con ansias!", exclamó Elora, sonriendo con anticipación.

Aunque nunca había conocido personalmente a Jasper Russell, una sola mirada a su atuendo impecable, particularmente a sus sofisticados zapatos hechos a mano, confirmó su identidad. Abrumada por la emoción, prácticamente arrastró a su hija para darle la bienvenida al recién llegado.

Margot, sonrojándose intensamente y visiblemente nerviosa, casi se tropezó por su entusiasmo. Justo cuando abrió la boca para saludarlo, el recién llegado pasó junto a ella, sin dedicarle una mirada, y se detuvo frente a Esme.

"¿Usted es la renombrada Tejedora de Visiones?".

Esme sintió que su pulso se aceleraba dolorosamente. Era muy consciente de las consecuencias de engañar a alguien del calibre de Jasper Russell.

"Yo... lo siento", tartamudeó ella apresuradamente, visiblemente desesperada. "Mi vestido se manchó. Necesito cambiarme de inmediato".

Rápidamente se dio la vuelta, buscando con la mirada la puerta más cercana para escapar. Sin embargo, la compuesta voz de Evelina la detuvo en seco.

"Señorita Barton, ¿segura que no estás huyendo? ¿No será que estás fingiendo ser estudiante del profesor Mitchell?".

Esa tranquila acusación rompió la tensión.

Si Esme estaba decidida a quedarse con un infiel como Cary, Evelina estaba más que decidida a dejárselo. Sin embargo, consideraba imperdonable que explotara descaradamente la reputación de su mentor para ascender socialmente.

"¡¿Qué tonterías dices?!", replicó la acusada bruscamente, mirando con furia a Evelina. Consciente de que todas las miradas estaban sobre ella, la farsante continuó con sus mentiras. "Estudié con el profesor Mitchell en la escuela de posgrado, mientras tú estabas ocupada haciendo de ama de casa y doblando ropa".

"¿Oh?", musitó la otra, con una suave sonrisa que era engañosa. "Si eso es cierto, entonces seguramente sabes a cuántas cirugías se sometió Cary para recuperar la vista".

Ella había realizado personalmente tres cirugías mayores, junto con un procedimiento correctivo sutil que nunca había mencionado públicamente.

"Tres, obviamente. Las realicé todas yo misma", respondió Esme con confianza, tras superar su vacilación.

"Mientes", respondió Demi, con tanta fuerza que su voz cortó el aire. "Fueron cuatro".

La mentirosa palideció, antes de corregirse apresuradamente. "C-correcto, ¡cuatro! Por supuesto que fueron cuatro".

"Decídete, Esme, ¿fueron tres cirugías o cuatro?", la interrogó Demi friamente, en un tono que destilaba desdén.