Sombras de obediencia
img img Sombras de obediencia img Capítulo 3 Bajo sus reglas
3
Capítulo 10 El castigo del deseo img
Capítulo 11 El collar del deseo img
Capítulo 12 En el límite del deseo img
Capítulo 13 El lugar donde las máscaras caen img
Capítulo 14 Bajo la piel de la img
Capítulo 15 Una advertencia img
Capítulo 16 La noche de la diosa img
Capítulo 17 Una celebración img
Capítulo 18 Un amanecer en la ducha img
Capítulo 19 Elena escucha una conversación img
Capítulo 20 Un día normal, consejo de Kael img
Capítulo 21 Más allá del juego img
Capítulo 22 Dueña de la noche img
Capítulo 23 El retorno al abismo img
Capítulo 24 Tinta y cadenas img
Capítulo 25 Entre sombras y vino img
Capítulo 26 Amanecer, Elena y Odelia img
Capítulo 27 El silencio antes de la tormenta img
Capítulo 28 El juego de la reina img
Capítulo 29 La liberación de Elena img
Capítulo 30 Fin de la primera parte nacimiento de una reina img
Capítulo 31 La reina del placer img
Capítulo 32 La autora img
Capítulo 33 El artista en la sombra img
Capítulo 34 La invitación img
Capítulo 35 Bajo la mirada del artista img
Capítulo 36 El juego en la penumbra img
Capítulo 37 El principio del vértigo img
Capítulo 38 Entre sombras y promesas img
Capítulo 39 Bajo su control img
Capítulo 40 Resaca de pasión img
Capítulo 41 El placer de mirar img
Capítulo 42 Amanecer entre dos mujeres img
Capítulo 43 Juego sin límites img
Capítulo 44 El agua y poder img
img
  /  1
img

Capítulo 3 Bajo sus reglas

Elena se despertó con el cuerpo aún vibrando. Había pasado una semana desde que Dorian la ató por primera vez. Desde que descubrió que podía correrse sin ser tocada, solo con cuerdas, palabras, y una mirada que calaba el alma.

Se sentía transformada.

Liberada.

Hambrienta.

La escritura fluía como antes, mejor que antes pero lo más inquietante era la ansiedad con la que contaba los días para volver a verlo.

Jueves por la noche, recibió un mensaje.

Dorian, Viernes. 22:00, sin ropa interior viste de negro, come ligero, prepárate para obedecer.

No hubo firma, no hubo cortesías.

Solo órdenes y un deseo pulsante creciendo entre sus piernas al leerlas.

Vestía un vestido negro de seda que rozaba apenas sus muslos, liso, sin adornos, llevaba el cabello suelto, labios rojos, y el alma entreabierta.

Cuando llegó al club, Dorian no la esperaba en el vestíbulo.

Fue conducida directamente a una habitación distinta, más oscura, más grande.

En el centro, una silla de respaldo recto, aun lado, una cama baja, casi al ras del suelo, con sábanas rojas. Luces tenues, música suave, y un olor persistente a incienso y cuero.

Elena no tuvo tiempo de inspeccionar más.

Dorian apareció desde las sombras.

Vestía todo de negro, pero esta vez con una chaqueta larga estilo militar, la expresión más severa que nunca.

-Arrodíllate -ordenó sin saludarla.

Elena lo hizo.

Sin preguntas.

Sin dudar.

Algo dentro de ella reconocía el tono, lo necesitaba.

-Desde hoy, tendrás un nuevo nombre,--- dijo Dorian

Elena levantó la vista.

-Serás mi sumisa, al menos en estas paredes,--- dijo Dorian

-¿Cuál es mi nombre, entonces?,--- pregunto Elena

-Dulzura,--- respondió Dorian

Una sonrisa ligera apareció en sus labios, pero no duró mucho.

Dorian la tomó del cabello, con firmeza, sin brusquedad, y la hizo inclinar la cabeza.

-No sonrías sin permiso,--- dijo Dorian

-Sí, Señor,--- respondió Elena

-Así me gusta,--- la voz de Dorian autoritaria, firme

Elena fue desnudada por sus propias manos, bajo la mirada atenta de Dorian.

Él no se movió, solo observó mientras ella se despojaba del vestido.

-Camina hacia la cama, cuatro patas, como una buena perrita,--- ordenó Dorian

Elena obedeció, humillada, excitada, las rodillas contra la alfombra, los pezones rozando el aire frío.

Cada segundo la volvía más consciente de su desnudez.

Dorian se sentó en la silla, cruzó las piernas, y comenzó a hablar.

-Hoy explorarás lo que significa pertenecer, no solo obedecer, pertenecer a alguien no es debilidad, es elección y tú estás eligiendo entregarte.--- la voz de Dorian era firme, pero sensual

-Sí, Señor,---- respondió Elena

-Dirás todo lo que sientes, no hay espacio para la vergüenza, solo verdad.--- dijo Dorian

Elena llegó a la cama, esperó el cuerpo tenso, la respiración agitada.

Dorian se levantó, y caminó hacia ella. Rodeó su figura como un depredador.

Luego, se inclinó y la acarició por primera vez esa noche.

Sus dedos recorrieron su espalda, bajaron por sus nalgas y se detuvieron en su entrepierna.

Elena jadeó.

-Estás empapada, Dulzura. Qué obediente eres.--- dijo Dorian

-Lo deseo, lo necesito,---- respondió Elena

-Eso me complace,---- dijo Dorian

Las esposas fueron de cuero negro, acolchadas, no hacían daño solo inmovilizaban.

Las colocó en sus muñecas y tobillos, luego, la ató a los extremos de la cama.

Elena yacía abierta, indefensa, el corazón le golpeaba el pecho con fuerza.

Dorian trajo un plug anal pequeño y un vibrador delgado, los colocó junto a la cama, a la vista.

-Esta noche te llenarás de mí, por dentro y por fuera.---- dijo Dorian

-Sí, Señor,--- respondió Elena

-Y no acabarás hasta que yo te lo diga,--- dijo Dorian

Lubricó el plug con lentitud, lo acercó a su entrada trasera, y mientras acariciaba su clítoris con la otra mano, lo fue introduciendo con paciencia.

Elena gimió, la sensación era intensa, pero no dolorosa.

Cuando lo tuvo dentro, su cuerpo temblaba.

-Buena chica, respira, siente.-murmuró Dorian

Le colocó el vibrador en el clítoris, pero sin encenderlo.

Luego, se desnudó.

Elena apenas podía girar el cuello, pero lo vio.

Su cuerpo era poderoso, definido, marcado por cicatrices pequeñas que contaban historias.

Su erección era evidente y hermosa.

Dorian se colocó un condón.

Se inclinó sobre ella, aún sin penetrarla, y le lamió los pezones con lentitud.

Las pinzas que él colocó luego provocaban un delicioso ardor.

-Te tomaré, pero no solo como hombre, te tomaré como tu dueño.--- Dorian la miró a los ojos.

Cuando entró en ella, fue con un movimiento firme.

El cuerpo de Elena se arqueó.

El plug dentro de ella intensificaba cada sensación, estaba completamente llena y por primera vez, poseída.

Los gemidos eran constantes, Elena balbuceaba súplicas, palabras rotas, ---más... por favor, más,---

-¿Quién te da esto?,---- pregunto Dorian su tono jadeante

-Tú, Señor, solo tú, --- entre jadeo respondió Elena

-¿A quién perteneces esta noche?,--- pregunto Dorian

-A usted. Completamente,---- respondió Elena

Dorian encendió el vibrador.

Elena gritó.

El placer era brutal.

Una ola tras otra.

Y entonces, se corrió.

Fuerte, Incontrolablemente.

Pero él no se detuvo, siguió embistiéndola, sus caderas golpeaban contra ella con una fuerza medida, calculada.

-Vas a correrte otra vez,--- ordenó Dorian

-No puedo,--- respondió Elena

-Sí puedes,--- dijo Dorian, moviéndose más dentro de Elena

-Señor...,---- Elena jadeaba

-¿Palabra de seguridad?,---- pregunto Dorian

-No... Luna... no,--- dijo Elena

-Entonces seguire, --- dijo Dorian

El segundo orgasmo fue aún más intenso y cuando creyó que no podía más, vino el tercero.

Para entonces, Elena lloraba, no de dolor, sino de placer desbordado.

Dorian la liberó.

La abrazó contra su pecho mientras su cuerpo convulsionaba.

-Lo hiciste bien, eres mía esta noche,--- dijo Dorian en su oído

-¿Y mañana?,--- pregunto Elena, cansada

-Mañana, seguiremos jugando, si así lo deseas,--- respondió Dorian

Elena asintió, estaba agotada, pero satisfecha.

El placer le había roto las barreras y en su ruina, encontró libertad.

Horas después, ya vestida, Elena se acercó a Dorian, quien estaba bebiendo whisky en la sala privada.

-Gracias -dijo, en voz baja.

Él la miró de reojo,---¿Por qué?,---

-Por enseñarme que rendirse no es perder,--- respondió Elena

Dorian se levantó, caminó hacia ella, le tomó la barbilla entre los dedos.--- Porque conmigo, Dulzura, rendirse siempre será una victoria.---

Y entonces, la besó.

El primer beso desde que comenzó el juego.

Un beso que no pidió permiso.

Que exigía, que marcaba, como si dijera,

"No solo te poseo, te deseo."

Elena no supo cómo acabó la noche.

Solo que al volver a casa, en su reflejo había otra mujer.

Una que ardía por dentro.

Y que ya no podía conformarse con menos.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022