Sombras de obediencia
img img Sombras de obediencia img Capítulo 7 Bajo la piel del deseo
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Capítulo 10 El castigo del deseo img
Capítulo 11 El collar del deseo img
Capítulo 12 En el límite del deseo img
Capítulo 13 El lugar donde las máscaras caen img
Capítulo 14 Bajo la piel de la img
Capítulo 15 Una advertencia img
Capítulo 16 La noche de la diosa img
Capítulo 17 Una celebración img
Capítulo 18 Un amanecer en la ducha img
Capítulo 19 Elena escucha una conversación img
Capítulo 20 Un día normal, consejo de Kael img
Capítulo 21 Más allá del juego img
Capítulo 22 Dueña de la noche img
Capítulo 23 El retorno al abismo img
Capítulo 24 Tinta y cadenas img
Capítulo 25 Entre sombras y vino img
Capítulo 26 Amanecer, Elena y Odelia img
Capítulo 27 El silencio antes de la tormenta img
Capítulo 28 El juego de la reina img
Capítulo 29 La liberación de Elena img
Capítulo 30 Fin de la primera parte nacimiento de una reina img
Capítulo 31 La reina del placer img
Capítulo 32 La autora img
Capítulo 33 El artista en la sombra img
Capítulo 34 La invitación img
Capítulo 35 Bajo la mirada del artista img
Capítulo 36 El juego en la penumbra img
Capítulo 37 El principio del vértigo img
Capítulo 38 Entre sombras y promesas img
Capítulo 39 Bajo su control img
Capítulo 40 Resaca de pasión img
Capítulo 41 El placer de mirar img
Capítulo 42 Amanecer entre dos mujeres img
Capítulo 43 Juego sin límites img
Capítulo 44 El agua y poder img
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Capítulo 7 Bajo la piel del deseo

La lluvia golpeaba los ventanales como un murmullo persistente.

Elena sostenía una taza de café frío entre las manos, pero su mente estaba muy lejos de su apartamento.

Observaba cómo las gotas descendían por el cristal, formando ríos efímeros, casi como los caminos que recorrían sus pensamientos húmedos impredecibles, intensos.

No podía evitar pensar en Dorian.

En los juegos.

En lo que vendría después.

Él la había desarmado lentamente, pieza a pieza. Cada regla, cada orden, cada caricia, cada mirada la moldeaban.

Ya no era la misma.

Suspiró, dejó la taza a un lado y encendió su computadora.

La página en blanco la retó durante unos segundos... hasta que sus dedos comenzaron a moverse.

Escribía sobre cuerpos que se fundían, sobre la rendición del alma, sobre cuerdas invisibles que atrapaban a la mente antes que a la piel.

Las palabras fluían como ríos ardientes.

Sus muslos se apretaban, sus pezones se endurecían al imaginar a Dorian.

Al imaginarse a sí misma... obedeciendo.

El sonido del timbre la sacó del trance, se levantó, aún con el deseo latiendo entre las piernas.

Abrió la puerta, un hombre vestido de negro, de expresión neutra, le entregó un pequeño sobre de cuero. Al tomarlo, sus dedos reconocieron la textura lujosa.

Lo abrió, una sola frase

"Esta noche... compartimos."

No había firma, no hacía falta.

El corazón de Elena latía con fuerza, se dirigió al armario, sabía qué usar.

Sacó un vestido de cuero rojo, entallado como una segunda piel, con un cierre frontal que se abría de arriba abajo.

Debajo, nada, medias de encaje rojo sangre hasta los muslos y tacones altos, provocativos.

Se contempló frente al espejo, roja como el pecado, preparada como una ofrenda.

El club esa noche vibraba diferente, las luces eran más tenues, los pasillos más silenciosos.

El ambiente, cargado de algo... carnal.

Un guardia la reconoció sin decir palabra y le indicó que lo siguiera.

Descendieron por unas escaleras que no había recorrido antes.

El sonido del mundo parecía apagarse conforme bajaban.

Al llegar al final del pasillo, dos puertas de madera tallada se abrieron para ella.

Y ahí estaban, Dorian, imponente como siempre, con un traje negro sin camisa debajo.

Kael, su amigo de mirada azul intensa, vestido de forma similar, el tatuaje en su cuello visible.

Y Odelia... esa diosa morena y de curvas afiladas, vestida con un corsé negro y ligas que no dejaban lugar a la imaginación.

Elena sintió cómo el pulso le golpeaba las costillas.

-Llegas justo a tiempo, estás preciosa, rojamente deliciosa -dijo Dorian, acercándose a ella

-Gracias, Señor -susurró, bajando la mirada.

Dorian alzó su barbilla con un dedo,---- hoy no bajas la mirada, hoy, te miro mientras comparto.----

Kael se acercó, -Un placer, Elena -dijo, tomando su mano y besando sus nudillos.

-Ella es mía, pero esta noche... jugarás con ella, y tú, preciosa, jugarás con Odelia también. ¿Lo entiendes?, -murmuró Dorian detrás de Elena.

Elena asintió, excitada y nerviosa.

-Di que lo deseas,----- dijo Dorian

-Lo deseo, señor, quiero que me compartan, quiero sentirlos, quiero probarla, ---- respondió Elena

Los ojos de Dorian brillaron, -Buena chica,----

La habitación era como un escenario de fantasía perversa, luz roja tenue, paredes tapizadas en terciopelo, un gran diván en forma de media luna.

En el centro, una cama redonda, en el techo, un espejo enorme reflejaba cada rincón.

Dorian la desvistió con lentitud, baó el cierre del vestido, liberando sus pechos, su torso, su vientre.

Ella jadeaba.

Kael y Odelia la miraban con deseo contenido.

Cuando quedó desnuda, Odelia se acercó por detrás.

Sus dedos trazaron caminos de fuego por la espalda de Elena.

Luego, se arrodilló frente a ella y besó el interior de sus muslos.

-Déjate hacer -ordenó Dorian.

Y Elena se dejó.

Odelia lamía con maestría, con hambre, con una dulzura que contrastaba con su aspecto felino.

Elena se arqueó, gimiendo, buscando más.

Dorian se sentó en un sillón, mirando el espectáculo.

Kael se colocó detrás de Odelia, acariciándola mientras ella seguía devorando a Elena.

-No cierres los ojos, mira el espejo. -dijo Dorian, la voz grave

Elena alzó la mirada y se vio, el reflejo de su cuerpo entregado, su rostro enrojecido, la lengua de Odelia enterrándose en su centro.

La imagen la hizo gemir más fuerte, Dorian se acercó, le ofreció su boca, ella la besó con desesperación.

Kael desnudó a Odelia y la llevó a la cama.

Dorian guio a Elena junto a ellos, -Quiero verte encima de ella, quiero ver cómo la lames mientras Kael te penetra,---

-Sí, Señor,--- Elena se colocó sobre Odelia, bajando con ansias hacia su entrepierna húmeda.

Sus labios encontraron ese manantial, y su lengua se perdió en él.

Odelia gemía, arqueándose, apretando sus senos con sus manos.

Kael se colocó detrás, su erección se deslizaba entre los pliegues de Elena, hasta encontrar su entrada, entró sin avisar, con firmeza.

Elena jadeó contra el sexo de Odelia, temblando.

El espejo le mostró todo, su boca devorando, su espalda arqueada, su cuerpo siendo poseído.

Dorian se masturbaba mientras los observaba.

Sus ojos eran llamas.

-No pares, quiero que te corras lamiéndola, quiero que gimas en su clítoris.-dijo, con voz áspera

Elena obedeció, se dejó invadir por el ritmo de Kael, por el sabor de Odelia, por la imagen en el espejo, el orgasmo la atravesó como un rayo.

Se deshizo sobre Odelia, temblando, gimiendo, rota y armada a la vez.

Kael no tardó.

Dorian se acercó y la tomó entonces.

La hizo arrodillarse.

Le alzó el rostro.

-Eres mía, aunque todos te toquen, solo yo te domino.---- dijo Dorian y la besó.

El sabor del deseo flotaba en el aire.

Cuerpos entrelazados.

Miradas satisfechas.

Y Elena, más rendida, más viva que nunca, esa noche fue intensa, el placer era diferente, se sentía plena, completa.

Se veía en el espejo ser acariada, poseída por dos hombres y una mujer, en su mente no había culpa, nose sentía sucias, al contrario se sentía libre, deseada.

Elena se dejó llevar, por el placer oculto, lo prohibido, lo que las personas condenan pero ahí en esas paredes era ella misma, sin represión.

            
            

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