Sombras de obediencia
img img Sombras de obediencia img Capítulo 6 Una sumisa en la mesa
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Capítulo 10 El castigo del deseo img
Capítulo 11 El collar del deseo img
Capítulo 12 En el límite del deseo img
Capítulo 13 El lugar donde las máscaras caen img
Capítulo 14 Bajo la piel de la img
Capítulo 15 Una advertencia img
Capítulo 16 La noche de la diosa img
Capítulo 17 Una celebración img
Capítulo 18 Un amanecer en la ducha img
Capítulo 19 Elena escucha una conversación img
Capítulo 20 Un día normal, consejo de Kael img
Capítulo 21 Más allá del juego img
Capítulo 22 Dueña de la noche img
Capítulo 23 El retorno al abismo img
Capítulo 24 Tinta y cadenas img
Capítulo 25 Entre sombras y vino img
Capítulo 26 Amanecer, Elena y Odelia img
Capítulo 27 El silencio antes de la tormenta img
Capítulo 28 El juego de la reina img
Capítulo 29 La liberación de Elena img
Capítulo 30 Fin de la primera parte nacimiento de una reina img
Capítulo 31 La reina del placer img
Capítulo 32 La autora img
Capítulo 33 El artista en la sombra img
Capítulo 34 La invitación img
Capítulo 35 Bajo la mirada del artista img
Capítulo 36 El juego en la penumbra img
Capítulo 37 El principio del vértigo img
Capítulo 38 Entre sombras y promesas img
Capítulo 39 Bajo su control img
Capítulo 40 Resaca de pasión img
Capítulo 41 El placer de mirar img
Capítulo 42 Amanecer entre dos mujeres img
Capítulo 43 Juego sin límites img
Capítulo 44 El agua y poder img
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Capítulo 6 Una sumisa en la mesa

Elena tardó más de lo habitual en prepararse esa noche.

Dorian no le había dado muchas instrucciones. Solo una nota con caligrafía impecable que decía.

"Vestido negro, cabello recogido, ropa interior, ninguna. Te recogerán a las ocho."

Su piel vibraba bajo el terciopelo del vestido entallado que le llegaba por debajo de las rodillas. Cada movimiento le recordaba que estaba desnuda bajo la tela, y eso la hacía sentir simultáneamente expuesta y poderosa. Se maquilló con discreción, pero con labios en rojo intenso. Sus tacones eran altos, sensuales, se sintió una ofrenda.

A las ocho en punto, una limusina la esperaba.

Dentro, un chofer le ofreció una copa de vino tinto y silencio.

El trayecto fue breve, al llegar, un valet abrió la puerta y ella descendió frente a una mansión de fachada clásica, iluminada por antorchas. Un mayordomo la guio por pasillos silenciosos hasta una sala elegante.

Allí estaba Dorian, impecablemente vestido con un traje negro y camisa sin corbata.

No sonrió, solo la observó, y ella supo que estaba siendo evaluada desde el primer paso.

-Llegas puntual, me gusta -dijo él, extendiendo la mano.

Elena se acercó y la tomó, él la condujo hasta el comedor, una mesa para dos, impecablemente montada con velas, cristalería y cubiertos de plata. Todo parecía sacado de una postal.

-Hoy jugamos distinto, estás en territorio público, pero sigues siendo mía.-susurró él, acercando su boca a su oído

Ella tragó saliva y asintió.-Sí, Señor.---

-Durante esta cena, no hablarás a menos que te pregunte algo. No cruzarás las piernas y seguirás todas mis instrucciones. ¿Entendido?,--- dijo Dorian

-Entendido.--- respondió Elena

-Buena chica -le dijo, tocándole el cuello con los dedos, un simple roce que le erizó la piel.

La primera copa de vino fue servida por un camarero con guantes blancos. Nadie parecía sorprenderse de su actitud hacia Elena. Era como si todos supieran. O como si todos participaran, a su modo.

La cena comenzó con un plato de entrada, ligero, marinado.

Dorian la observaba con atención mientras comía.

-Abre más las piernas -ordenó en voz baja, sin mirarla.

Elena se removió en la silla y lo hizo, el vestido se deslizó apenas, y la sensación del aire contra su sexo desnudo fue inmediata.

Dorian no sonrió, wolo alzó su copa.-Estás temblando.----

-Es la anticipación, Señor.---- respondió Elena

-¿Deseo?,---- pregunto Dorian

-Sí. Mucho.--- respondió Elena

Dorian pasó su dedo por el borde de su copa,--- tócate.---

Elena lo miró.-¿Aquí?,----

-¿Dudaste?,---- pregunto Dorian

Ella bajó una mano, oculta bajo la mesa, se deslizó lentamente entre sus muslos y encontró la humedad inmediata.Cerró los ojos un segundo, el deseo era como un nudo de fuego.

-No cierres los ojos, quiero que me mires.---- dijo Dorian

Y así lo hizo, jugó con su clítoris mientras lo observaba, en silencio, sin cambiar la expresión del rostro. La situación la encendía, la absurda mezcla entre la elegancia del entorno y lo obsceno del acto la sacudía.

-Basta, retira la mano.--- ordenó Dorian

-Sí, Señor.--- respondió Elena

Elena la subió lentamente, en sus dedos brillaba el néctar de su excitación.

Dorian le ofreció una servilleta de tela, --- no, Límpialos con la lengua.----

Elena obedeció.

El camarero volvió, retiró los platos y sirvió el plato fuerte. No dijo nada, no preguntó nada.

Pero Elena sintió que su mirada rozaba sus pechos como caricias invisibles.

Dorian cortaba su carne con movimientos elegantes.

-¿Sabes qué deseo hacerte ahora mismo, Dulzura?,---- pregunto Dorian

-Dígame, Señor,--- respondió Elena

-Doblarte sobre esta mesa, abrirte las piernas. Follar tu boca hasta que llores, y luego tu sexo hasta que grites.--- dijo Dorian

-Sí, Señor -dijo ella, jadeando, deseándolo.

-Pero no lo haré.---- dijo Dorian

-¿No?,--- pregunto Elena

-No, porque hoy aprenderás otra forma de obedecer,---- dijo Dorian

La frustración era otra forma de placer.

Elena lo supo al sentir su humedad crecer, junto al hambre contenida.

Después del plato fuerte, vino el postre, un mousse de chocolate y frutos rojos.

Dorian tomó una cucharada y la llevó a la boca de Elena.

-Ábrela,--- ordenó Dorian

Ella lo hizo, el sabor dulce contrastó con el ardor entre sus piernas.

Luego él acercó sus dedos y los pasó por sus labios, manchándolos con la salsa de frutos.

-Lámelos,---- volvió a decir Dorian

Elena chupó con lentitud, el juego era cada vez más íntimo, más cruel.

La necesidad la consumía.

Cuando terminaron, Dorian se puso de pie,-Ven,---

La llevó por un corredor oscuro hasta una biblioteca con chimenea.

Allí, cerró la puerta y la empujó contra una pared.

La besó con una necesidad brutal, con la lengua y los dientes.

Luego la volteó.

-Manos en la pared, no te muevas.--- dijo Dorian

Elena obedeció, sintió cuando él subió el vestido sus dedos la acariciaron con brutal ternura.

-Estás empapada, qué delicia eres.--- dijo Dorian

y sin más, la penetró con fuerza.

Rápido, húmedo, urgente.

Los jadeos se mezclaban con el crujir de la madera.

-Eres mía, aquí, allá, donde sea.--- dijo Dorian su tono posesivo

-Sí, Señor.--- respondió Elena jadeando

Ella gritó cuando llegó al orgasmo, un estallido que la desarmó.

Dorian la sujetó hasta que su cuerpo dejó de temblar.

Después, la ayudó a arreglarse.

-La verdadera sumisión no se limita al placer, se demuestra en el control.--- dijo Dorian

-Lo estoy aprendiendo -susurró Elena, agotada pero en paz.

-Y estás aprendiendo bien.--- respondió Dorian

Esa noche, en el auto de regreso, Elena cerró los ojos.En sus labios aún ardía el beso de Dorian, en su cuerpo, el eco de su dominio.

Y en su alma...

el deseo de volver a obedecer.

Elena se desconocía, ¿dónde estaba esa mujer? Se preguntaba asimismo, una mujer que se deja llevar por el placer, obediente, sin ataduras y sin límites.

Al llegar a su apartamento entra a la ducha, dejando correr el agua por su cuerpo, aún sentía en sus caderas las manos de Dorian, esas manos fuertes que la sostenía mientras se movía en su interior.

Un jadeo se escapó de su boca y sin darse cuenta sus manos viajaban hasta su intimidad, dándose placer, buscando liberarse.

            
            

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