La puerta era pesada, negra, sin marcas. El guardia no la miró a los ojos cuando la abrió.
Dentro, la atmósfera cambió por completo, no era una habitación como las otras.
Era una sala privada, más lujosa, luces cálidas, terciopelo rojo, alfombra gruesa, espejos estratégicamente colocados.
Y en el centro, un sillón negro de cuero, sobre él, Dorian completamente desnudo.
Su cuerpo reposaba con total autoridad, como una estatua viva de deseo. Piernas abiertas, torso inclinado hacia atrás, ojos fijos en ella.
Pero no estaba solo, arrodillada entre sus muslos, Odelia.
La misma mujer que una vez le sonrió con complicidad en el pasillo del club.
Piel morena, cabello trenzado en una coleta alta, y ahora, los labios de Odelia envolvían el miembro de Dorian con maestría.
Elena se detuvo, el pulso le martillaba el cuello, la visión era pura lujuria.
Pero lo más perturbador fue la forma en que Dorian la miró, no con culpa, no con disculpas, sino con hambre.
-Cierra la puerta, Dulzura y ven aquí.---- ordenó Dorian
Ella obedeció,pasó junto a ellos, pudo ver el movimiento de la lengua de Odelia.
Elena se arrodilló a un lado del sillón, como había aprendido.
Dorian extendió la mano y le acarició el rostro,-¿Estás incómoda?---
-No, Señor.--- respondió Elena
-¿Te excita?,--- pregunto Dorian
-Sí, Señor.--- respondió Elena
-Entonces observa, y aprende.--- dijo Dorian
Elena tragó saliva, nunca había visto otra mujer dando placer.
Pero ver a Odelia, concentrada, devota, casi religiosa en su entrega despertaba algo prohibido en su interior.
Dorian gimió suavemente, ---es buena. ¿Verdad, Dulzura?,---
-Sí, Señor. Muy... hermosa.--- respondió Elena
-¿Quieres probar?, ---- pregunto Dorian
Elena no respondió enseguida, su pecho subía y bajaba rápido.
-Sí, Señor -dijo al fin, con voz temblorosa.
-Odelia, compártete.--- ordenó Dorian
La mujer se incorporó con elegancia, tenía los labios húmedos, los ojos encendidos.
Tomó la mano de Elena y la llevó hacia ella, guiándola hasta sus senos.
La piel de Odelia era suave, caliente, Elena los acarició con timidez.
-Eres hermosa -murmuró Elena
-Y tú, deliciosa -susurró Odelia, antes de besarla.
Fue un beso distinto, femenino, curioso, suave y voraz al mismo tiempo.
Dorian las observaba.-Quiero verlas jugar, quiero que la toques, Elena, que aprendas lo que es dominar con ternura y someterte al mismo tiempo.---Su voz fue grave, envolvente.
Odelia empujó suavemente a Elena hacia la alfombra. Se colocó encima, sus caderas sobre el rostro de la otra.
Elena sintió el calor húmedo entre sus labios, el aroma de otra mujer.
-No tengas miedo, hazlo como te gustaría que lo hicieran contigo, -dijo Odelia
Elena sacó la lengua y la acarició lentamente.
Odelia jadeó.
Fue como cruzar un umbral.
Sus manos se aferraron a los muslos de la otra mujer.
Su lengua encontró ritmo.
Y el gemido que recibió a cambio fue la mejor recompensa.
Dorian se levantó del sillón, gaminó hasta ellas, se arrodilló detrás de Elena.
-Tan obediente, Dulzura... tan entregada.--- dijo en su oído
Ella no podía hablar, tenía el rostro hundido entre los pliegues de Odelia, quien se contorsionaba encima suyo.
Pero su cuerpo tembló al sentir las manos de Dorian en sus caderas.
La penetró con fuerza, sin anuncio, sin dulzura.Como si le recordara que él era el centro de ese juego, el amo absoluto.
Elena gritó, ahogada por el cuerpo de Odelia, pero no se detuvo. Lamiendo, succionando, siendo penetrada al mismo tiempo.
Era un mar de sensaciones, un caos de placer.
-Ahora, cámbiense, quiero verte a ti, quiero verte Dulzura encimade Odelia, -ordenó Dorian
-Con gusto, Señor -respondió ella.
Odelia se coloco en la alfombra, Elena montó sobre su rostro de nuevo, mientras la observaba
Elena no tenía control, era solo carne palpitando,gritos, sudor, espasmos.Y entonces, los orgasmos comenzaron a mezclarse.
Primero Odelia, su cuerpo se sacudió violentamente, con gemidos rotos.
Luego Elena, cuando Dorian le acarició la espalda, llegando a sus nalgas.
Y finalmente, él, que había introducido su miembro en la boca de Elena, gimiendo su nombre como un conjuro, derramándose dentro.
Todo se volvió calor, silencio, latidos.Después, las tres figuras descansaban sobre cojines.
Dorian en el centro, Elena con la cabeza sobre su muslo derecho, Odelia acariciándole el cabello desde el otro lado.
-Hoy cruzaste un límite, Dulzura ¿Te arrepientes?,--- dijo él, sin mirarla
-No, Señor.---- respondió Elena
-¿Te gustó?,---- pregunto Dorian
-Mucho.--- respondió Elena
-Bien.--- dijo Dorian
Odelia le ofreció una copa de vino.-Eres fuego en silencio, Elena, cuando ardes, no haces ruido, pero quemas profundo.---
Elena sonrió, -nunca imaginé...----
-Que te gustara una mujer -completó Odelia.
-Que me gustara no tener control.--- respondió Elena
Dorian besó su frente.-Apenas estás empezando.---
-¿Con ustedes?,---- pregunto Elena
-Con nosotros, con lo que eres capaz de ser.--- respondió Dorian
La noche se alargó con caricias suaves, ya no había juegos.
Solo cuerpos desnudos, entregados, respirando el mismo aire.
Y en ese silencio, Elena supo algo, estaba perdida y no quería ser encontrada.
Al regresar a su apartamento no pudo evitar recordar lo vivido esa noche junto a Odelia y Dorian. Esas nuevas sensaciones que despertaban en ella, esos deseos ocultos de ser poseída, dominada.
Se miró al espejo mientras quitaba el vestido y noto unas pequeñas marcas en su cuerpo el recuerdo de una noche intensa de juegos que jamás pensó hacer, de nuevas sensaciones que descubre sin miedo, sin límites.
Se colocó un vestido suelto, fue directamente a su computadora donde empezó a escribir, sus dedos parecían moverse solos, cada palabra, reflejaba una sensación diferente, un placer nuevo descubierto.