/0/2002/coverbig.jpg?v=f9e48de9808d5babd9d162b9bdba0774)
Los días han pasado tan rápido que cuando menos me doy cuenta ya estamos a mediados de abril y siento como comienza la cuenta regresiva para al fin ser sincera con mi familia y contarles sobre mi enfermedad soy consciente que cada día me veo peor, lo cual ha hecho sospechar a mi familia en más de una ocasión, comienzo a recordar esa vez en que mis padres me cuestionaron sobre mi salud y a decir verdad fue peor que cuando el entrenador me insinúo un problema alimenticio.
Días antes
Me encuentro en el baño vomitando, algo que ya prácticamente es una costumbre algunas veces no logro digerir bien los alimentos y ni mencionar mi medicamento, cuando salgo del baño me encuentro con mis padres quienes me miran entre preocupados y ¿Molestos?
- ¿Se puede saber qué es lo que te sucede Melissa? -Pregunta mi madre mientras entrecierra sus ojos marrones.
-Creo que me ha caído mal algo que comí -Respondo como restándole importancia.
-A mí no me vas a engañar Melissa tienes días con una pinta terrible además de que te he escuchado vomitar todos los días antes de ir al trabajo, ¿Estás embarazada? -Su pregunta me toma por sorpresa dejándome unos segundos en blanco y sin saber que responder -Tengo razón por eso no dices nada, ya eres bastante mayor como para comportarte como una chiquilla y ocultarnos algo así -Acto seguido posa su mano en mi vientre a lo cual yo la miro horrorizada, ¿De dónde diantres hizo tales conjeturas?
-No estoy embarazada además para tu información ni tengo novio -Me apartó de su mano, de solo pensar en que un pequeño ser estuviese creciendo en mi interior y con mi enfermedad hace que la piel se me ponga de gallina, en verdad que eso sería terrible y triste.
-Entonces si no estás embarazada debes de tener algún desorden alimenticio -Responde mi padre como si esto fuese los más evidente -No hay otra explicación para esos vómitos matutinos -No quise contradecirlo, pero la verdad es que no son sólo matutinos, me dan a cualquier hora, aunque es algo que prefiero callar al menos por el momento.
-Es por mi medicamento para la migraña, me los cambio la doctora y este es uno de los posibles efectos, ya he hablado con ella y tal vez me los cambié, así que por favor no se hagan ideas equivocadas -Trato de sonreír, pero al parecer solo me sale una horrible mueca lo cual no deja para nada convencidos a mis padres.
Los días siguientes se convirtieron en una verdadera tortura, cada vez que llegaba de trabajar me obligaban a sentarme y cenar algo con ellos después de eso tenía prohibido ir al baño, al principio me causaba un poco de risa, pero con el paso de los días ya comenzaba a molestarme.
-Ya les he dicho que no tengo ningún desorden alimenticio, si siguen con este comportamiento tendré que mudarme -Respondo molesta cuando mi madre me siguió hasta el baño, entró a este y cierro de un portazo para después ponerle broche.
Me dejó caer hasta sentarme pegando mi espalda a la puerta en un intento por calmarme, diciéndome que debo de ser paciente y encontrar el momento oportuno para hablarles con la verdad ya que no puedo seguirles mintiendo, hasta en el trabajo mis compañeros se han dado cuenta de que hay algo mal conmigo.
Semanas antes
- ¿Mel te encuentras bien? Últimamente te veo más delgada, siento que en cualquier momento podrás romperte de tan frágil que pareces -Pregunta mi compañero Antonio cuando me ve salir del baño bastante pálida.
-Si, estoy bien; sabes que cuando me dan mis episodios de migraña no me veo nada bien, pero gracias por preguntar -Respondo con una ligera sonrisa en un intento por tranquilizarlo.
Después de esa plática mis compañeros comenzaron a observarme más detenidamente y al igual que otros llegaron a la misma conclusión errónea, padezco un desorden alimenticio, recuerdo que casi morí de la vergüenza cuando mi jefa Lucía me mandó llamar a su oficina, por un momento creí que se debía por cuestiones de mi trabajo ya que a decir verdad me costaba más trabajo concentrarme además de que algunas veces mi visión comenzaba a fallar más de lo normal.
-Toma asiento por favor -Me indica una vez que entro a su oficina, hago lo que me pide y la miro expectante -Seré franca contigo Melissa tus compañeros están bastante preocupados por tu salud y yo también -Entrecierro mis ojos y hago puños mis manos al pensar en que esos desgraciados me acusaron con mi jefa debido a mi apariencia -No te molestes con ellos, lo hacen por tu bien, déjame decirte que si necesitas tomarte un tiempo para sanar el problema que padeces por mi parte no tengo inconveniente, lo primero es tu salud -Comenta con una sonrisa sincera y sé que es verdad mis compañeros y ella se preocupan por mí, por lo mismo he durado tanto tiempo en esta empresa, el ambiente de trabajo es realmente bueno, por lo que me tranquilizo un poco y trato de ponerme en su lugar.
-Te lo agradezco Lucía, pero en verdad estoy bien, sabes que padezco de migraña y el nuevo medicamento que me recetó mi doctora es bastante fuerte por lo que a veces me pierdo el apetito, pero ya estoy viendo con ella alguna otra alternativa para mejorar mi salud -Respondo con una sonrisa fingida, ella me observa por unos segundos para después darse por vencida.
-Bien si así lo deseas no hay nada más que pueda hacer por ti, pero sabes que cuentas conmigo en todo momento -Después alarga su mano y toma la mía en un intento por convencerme de hablar.
En cuanto terminamos nuestra charla salgo de su oficina y sin poder evitarlo, les lanzo una mirada sepulcral a mis compañeros los cuales en cuanto ven mi cara deciden seguir con su trabajo.
Cuando salgo hacia mi habitación encuentro el pasillo vacío lo cual agradezco no quiero ver sus caras de preocupación, ya en mi cuarto tomó el calendario y decido que en dos semanas debo ser sincera con mi familia ya no tengo tanto tiempo como me gustaría.