Amante Fatal, Justicia Inevitable
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Capítulo 8

Natalia POV:

El salón de la gala benéfica brillaba con mil luces. Cristales, sedas, murmullos. Yo miraba todo desde mi rincón, con un vestido sencillo, muy diferente al resto.

Entonces, la vi. Pilar Muñoz, una reina entre las abejas. Su sonrisa era un destello frío.

Me miró de reojo, sus labios se curvaron en un gesto de desprecio.

-Mi Lázaro es el más generoso -dijo a sus amigas. -Me prometió la joya de la subasta.

Se jactaba. Sus amigas la miraban con los ojos llenos de envidia.

-¡Qué suerte tienes, Pilar! -dijo una.

Estúpida, pensé, con una risa interna. Esto apenas comienza.

El subastador presentó la pieza estrella: una pulsera de diamantes. La misma que Lázaro me había regalado.

Un silencio expectante llenó la sala. La pulsera brillaba, un río de fuego. Era espectacular, única.

Las ofertas comenzaron a volar, una más alta que la otra.

Lázaro estaba sentado, impasible, observando.

Pilar, a su lado, comenzaba a ponerse nerviosa. Su sonrisa se tensó.

-Un millón de pesos -dijo Lázaro, su voz firme.

La sala se quedó en silencio. Todos se giraron para mirarlo.

-¡Vendido! -anunció el subastador.

Pilar sonrió, radiante. Se preparaba para recibir su premio.

Pero Lázaro se levantó. Caminó hacia mí.

Pilar extendió la mano, expectante. Él pasó de largo, sin mirarla.

Sus ojos se abrieron de par en par. La incredulidad se apoderó de su rostro.

Cada paso de Lázaro era un golpe para el orgullo de Pilar.

Se detuvo frente a mí. Me miró a los ojos.

La sala entera nos observaba en silencio.

Tomó la pulsera. Con delicadeza, la colocó en mi muñeca.

Sentí el frío del metal, el peso de los diamantes. El cierre hizo un clic. Un sonido definitivo.

Fingí sorpresa.

Lázaro me miró, sus ojos llenos de posesión.

Era un mensaje. Una declaración. Un desafío.

Los flashes de las cámaras estallaron.

Pilar, con el rostro desfigurado por la ira, se mordió el labio. La humillación la devoraba.

Primer golpe. Y no será el último.

Los murmullos llenaron la sala.

-¡Es la pulsera de la Duquesa! -dijo una mujer. -¡Es idéntica!

            
            

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