La psicóloga... ¿Young? Olvidé su nombre, pero me acuerdo de su apellido, porque a penas lo escuché me hizo recordar un libro que leí hace unos años. Ella le coloca la manos en los hombros, apoyando a la chica que intenta dejar de llorar.
-Gracias a todos, ¿alguien más quiere compartir algo? -pregunta, pero siento que me mira es a mí.
Hora de fingir demencia.
-Bien. Quiero decirles una cosa, todos son realmente fuertes por estar aquí hoy. No es fácil enfrentar una pérdida, y sabemos lo que lo peor viene después: enfrentar la vida sin esa persona. -dice, con mucha calma.
Nadie responde.
-Algún día estarán listos para hablar de su dolor. Y aquí estaremos para escuchar. -siento que lo dice por mí- pero de dolor no es de lo que quiero hablar hoy, sino del amor.
Oh, no.
-Para finalizar quiero que me respondan a una simple pregunta, -sigue,- para ustedes ¿qué es el amor?
Oh, sí.
¿No podría ser otra cosa?
-Quiero que hablen de cualquier tipo de amor. Aquí todo es válido. -se sienta en su silla- ¿Quién empieza?
Todos nos quedamos callados. Y cuándo pienso que nadie va a responder, una chica se levanta.
-Me llamo Danna. Y para mi el amor es que, al enamorarnos, actuamos de forma inadecuada e irracional por el efecto cortisol en nuestro cerebro.
«El cortisol es una hormona que se produce en la glándula suprarrenal y que sirve para aumentar el nivel de azúcar en la sangre»
-Muy bien, Danna. -dice Young, con una sonrisa en la cara- ¿quién más?
Se levanta un chico de baja estatura, de piel pálida con pecas.
-El amor es como la droga, porque al igual que la droga , el amor libera dopamina, serotina, o noradrenalina. Por eso es que, cuándo estamos enamorados, nos sentimos excitados, llenos de energía, y nuestra percepción de la vida es magnífica. -finaliza. Vuelve a sentarse.
Otra chica se levanta, y así empiezan a hablar del tema, y de lo que se trata el amor para ellos:
«El amor es no volver a amar con la misma intensidad con la que tu primer amor te hizo sentir.»
«Se dice que es un matrimonio de la tercera edad. Si uno muere, y al poco tiempo la otra persona también, eso significa que fue amor verdadero. Eso es amor.»
«Es más fácil que surja el amor en situaciones de peligro.»
«Al sentir amor hacia una persona, tu cerebro no podrá mentir al respecto.»
«Cuándo sientes amor, o estás enamorado, sueles verte al espejo una y otra vez.»
«Cuándo nos gusta alguien, nuestro cerebro ignora sus defectos, para que se vean perfectos a nuestros ojos. El amor es así.»
Mientras todos hablan, me doy cuenta de lo poco que sé del amor. El amor significa tantas cosas, y solo lo resumimos al dolor.
Casi todos acaban de hablar, y noto que solo quedamos un chico y yo que no hemos dado nuestro concepto del amor. Cuándo la psicóloga me mira sé que no me voy a librar de no hablar hoy.
-Y para ti, Ángeles, ¿qué es el amor? -me pregunta.
Al oír a los demás, no pensé ni en una sola cosa que decir. Simplemente nada se me ocurría.
¿Qué es el amor?
Bueno, considerando que no me ha ido nada bien en esa rama, no tengo un concepto claro, así que digo lo primero que se me viene a la mente basado en mi experiencia:
-Pues, yo pienso que... El amor es una mierda. -contesto.
Young no parece sorprenderle mi respuesta, así que solo asiente.
-Cada quien tiene su propia idea del am...
-Yo estoy de acuerdo con ella. -dice el chico que faltaba también por hablar.
Lo miro, y me regala una sonrisa amistosa que evito responderle mirando hacia al frente.
-Es cierto que cuándo amas a alguien, tienes sentimientos romántico, pero el verdadero amor, es mucho más que sentirte enamorado. -puntualiza- esos sentimientos románticos pueden surgirte de tan solo fijarte en las características superficiales de una persona. Cuándo eso pasa, se trata de un simple capricho. La persona encaprichada no ve los defectos, solo virtudes, y por lo general, muy exageradas. Además, esos sentimos son como un castillo de arena: no duran mucho.
Si no es capricho, llega a ser obsesión. Y creo que eso es peor. No porque me haya pasado, pero lo veo mucho en las películas. Aunque suelen ser de amor, parecen de terror.
-A lo mejor piensan que estoy loca por preguntarles su significado propio del amor en este momento de sus vidas, -sigue hablando,- pero es lo primero que se deberían de preguntar ustedes mismo. El odio no es lo contrario al amor. El dolor, lo es. La única forma de superar el dolor, es el amor. Y el primero es el amor propio. Tienen que quererse para querer a alguien más, pero sino lo hacen, están perdidos. -Analizo sus palabras.
¿Será cierto? ¿yo me amo?
-Nos vemos la semana que viene, chicos. -me mira- espero que en la próxima sesión, vengas con más ganas de hablar, Ángeles. Me gusta tu... Elección de palabras, muy original.
No se si tomármelo como un cumplido o una ofensa, pero me da igual.
Recojo mis cosas porque ya quiero irme de aquí. Al salir veo como caen las gotas del cielo, y la luz de un rayo se refleja en este. Me quedo adentro del edificio evitando mojarme, y en eso mi móvil vibra.
Mamá: ¿Cómo te fue, hija?
Yo: Bien. ¿ya vienes?
Mamá: Te escribo para decirte que no podré ir por ti. La lluvia ha dejado a gente varada aquí en la tienda, y han decido comprar los abrigos que me llegaron hace un mes, ¡¿No es genial?!
Me alegro mucho por ella, ya que últimamente no le había estado yendo bien en su tienda de ropa, y que compren sus abrigos ya es algo. Aunque la causante sea la lluvia.
Yo: Me alegro mucho, ma. No te preocupes, ya veré como ir a casa.
Mamá: Por eso eres mi favorita. Nos vemos allá.
Eso me da algo de nostalgia, pero lo controlo.
Tengo que ser fuerte.
Por mi hermano.
Y por ella...
Solo tengo que esperar que la lluvia cese, y me iré en autobús. De verdad tengo que sacar mi licencia para conducir. No puedo estar dependiendo más de Chelsea, o de mamá.
-Uy, que frío hace. -dice alguien, frotándose las manos. -Es el chico que estuvo de acuerdo con mi respuesta.
Solo asiento, y veo como las gotas siguen cayendo, sabiendo que mañana se va a evaporar.
-¿Te llamas Ángeles, cierto? -me pregunta, intentando sacar conversación.
-Según mis padres, sí. -contesto.
No quiero ser maleducada, pero mi humor no está muy bueno en estos momentos.
¿Y cuándo lo está?
Pues...
-Sentido del humor, me gusta. -me sonríe como hace rato- ¿tienes como irte?
-Sí. -miento.
Aunque el autobús si es una manera, así que no es una mentira como tal.
-En autobús. Solo tengo que esperar que ya no llueva tanto. -miro hacia el cielo y parece que quiere caerse.
-Dentro de poco será de noche. Con suerte conseguirías uno.
-Espero que la suerte esté de mi parte. -le suelto para que se vaya.
-Si quieres puedo llevarte.
Si, claro. Ni loca me iría con un desconocido, y menos cuándo hay alguien que quiere matarme.
-Así estoy bien, gracias.
-A parte de bonita, terca. Me gusta.
Lo miro por primera vez desde que llegó, y no está feo. No es como Zaid, pero no está mal. De hecho, ahora lo puedo ver mejor. Tiene los ojos negros, y pelo castaño, un poco alto pero accesible. Tienes unos jeans, y una sudadera que se acopla a su cuerpo.
Evito no ponerme roja, pero fallo en el intento.
-Toma. No quiero que llegues mojada a tu casa y te enfermes. -me ofrece una sombrilla que dudo en aceptarlo.
Pero pienso que si lo acepto, al final se irá, así que lo hago. Cuándo pienso que se va a ir, se gira completamente hacia mí, para volver a hablar.
-Por cierto. Me llamo Thomas, un placer, Ángeles. -no me deja responder porque este se voltea hacia el estacionamiento, colocando la capucha sobre su cabeza.
***
-¿Y solo te dijo eso? -pregunta Chelsea mientras caminamos por el pasillo de la preparatoria.
-Sí. -respondo, metiendo una papita a mi boca.
-Qué raro. -frunce el ceño.
-Ni me lo digas. -concuerdo.
Por suerte pude conseguir un autobús, y gracias a la sombrilla que me dio Thomas, no llegué empapada a la casa. Cuándo lo vea se lo agradeceré.
Veo como Chelsea se muerde las uñas, y eso solo lo hace cuando está ocultando algo. Se da cuenta que la estoy mirando y oculta su mano detrás de su espalda.
-Chels...
-¿Qué? -pregunta, inocente.
-Tu sabes qué. ¿qué me estás ocultando?
Actúa ofendida.
-¿Yo? -bufa- obviamente que nada, eres mi mejor amiga. No podría ocultarte nada.
No tengo paciencia para esto.
-Voy a contar hasta 3, y si no me dices me voy a enojar muchísimo. -le advierto- 1... -empiezo- 2... -respira como una loca- 2 y medio... -la presiono- y...
-Bien, bien. Te diré. -dice al fin- hoy lleg...
-¿Qué hacen aquí paradas en medio del pasillo? -pregunta Miranda llegando con Ben a nuestro pequeño intento de círculo.
-¿Y por qué Chelsea parece con ganas de querer llorar? -Ben pone una mueca al verla.
-Me quiere matar. -dice ella, poniéndose detrás de ellos como si yo fuera un monstruo.
-¿En serio, Chels? -pregunto, y se encoge de hombros.
-Ahora si te voy a matar. -digo, yendo hacia ella furiosamente.
Pero una mano se posa al rededor de mi cintura, no me lo permite.
-Calma, fiera. ¿Adónde tan furiosa? -dice Zaid, sin soltarme.
-¡Zaid! ¡Me quiere matar! -se esconde más.
-Oh. Eso no es bueno. -me sujeta más fuerte- no me gustaría visitarte en la cárcel, pato. -se ríe de mí.
Lo fulmino con la mirada.
-¡Sueltame! -intento safarme de su agarre, pero es imposible.
-¿Se puede saber por qué la quieres matar? -pregunta Ben.
Pero es Chelsea la que responde:
-Me quiere matar porque no le quiero decir eso.
Sabía que había algo.
-Oh. Eso. -responde él.
-¡¿Tú lo sabes?!
Entrecierro los ojos hacia Miranda.
-Supongo que también sabes. -acuso a la pelirroja, y esta se pone roja.
-¡Te dije que no dijeras nada! -le reclama a mi mejor amiga que, está escondida detrás de ella.
-¡Y no le he dicho nada! -le responde.
-¡Chelsea! -la intriga me mata.
-Me dijo ella. -acusa a la pelirroja.
-Y a mi me dijo me dijo él. -Miranda señala a su novio.
Ben le hace un gesto cansado.
-Gracias, novia mía. -le responde.
-¿Y quién te dijo a ti? -le pregunto al moreno.
Se encoje de hombros, -yo solo me enteré.
Zaid afloja el agarre de mi cintura y nos mira como si estuviéramos locos.
-¿De qué demonios hablan? -tiene cara de confusión.
Es divertido verlo así. Al menos sé que no soy la única que no saben de lo que están hablando mis supuestos amigos. Aprovecho la confusión de él, para soltarme por completo. Suelto mi mochila al piso, para luego ir a correr hacia Chelsea, quién ve mis intenciones.
La empiezo a perseguir por todo el pasillo, ella: gritando que la ayuden, y yo: diciendo que la voy a matar; hacemos buen equipo. Algunos de los estudiantes se nos quedan viendo como si fueramos unas lunáticas, pero no me importa.
Volvemos al punto donde estábamos, corriendo en círculos mientras Ben, Miranda y Zaid nos miran con diversión. Se descuida cuándo intenta respirar, y en ese momento la atrapo.
-Bien. Me atrapaste tu ganas. -levanta las manos en señal de rendición.
-Ahora ¿alguno de ustedes me dirá que es eso que no puedo saber, pero que ustedes si saben? -les pregunto mirando a cada uno.
-¡Oh, mira! -Miranda señala su reloj- es tardisimo. Vamos a llegar tarde a la clase. -Ben asiente, y se va con ella.
La única que me queda es Chels.
-Te lo diré yo. Pero agarra tu mochila y vamos a clases antes de que lleguemos tarde. -es sincera. Asiento, buscando mi mochila, pero no está donde la había dejado.
-¿Buscabas esto? -Zaid tiene mi mochila en sus manos.
-No es gracioso. -intento quitársela.
-Para mí, si lo es. -la eleva más para que no pueda alcanzarla.
Imbécil.
-No estoy jugando, Zaid. -digo, seria.
-Tienes dos opciones: la primera, admitir que te pusiste celosa con lo de Hasna. -hago una mueca- o la segunda, alcanzarla. Si la alcanzas, es tuya. -la eleva lo más que puede.
Sé que podría decir lo que él quiere oír e irme. Pero mi orgullo no me deja decírselo, aunque fuera mentira.
Escogí la segunda opción.
Agarro el impulso que puedo, y salto sobre él, impulsando mis brazos sobre sus hombros. El fútbol me ha ayudado también con los ejercicios de brazo.
Cuándo estoy a punto de alcanzar mi mochila, pierdo el equilibrio y ambos caemos al piso. No me dolió, ya que al caer sobre Zaid, apaciguó mi caída. Hasta que me doy cuenta.
Estoy encima de Zaid. Con rostro tan cerca que puedo oler el menta de sus labios. Y no se siente para nada mal. Quiero disfrutar de este momento. Pero alguien hace que reaccione cuando se aclara la garganta claramente molesto por la situación. Me encuentro con esos ojos verdes que me miran con desaprobación, y enojo. Y a pesar de que han pasado meses que no lo veo. Ya no tiene el mismo efecto en mí.
-Brett. -es lo único que consigo decir.
***