-¿Te acuerdas cuando dejé la mochila en la cafetería? -pregunto. Ella asiente- ¿y qué después no volví más?
-Ya te dije que si te andas viendo con alguien no te juzgaré...
-No es eso. -no dejo que termine.
-Entonces ya deja los rodeos, y dime de una vez que pasa. -se impacienta.
Ok, le estoy dando muchas vueltas a esto. Reviso el cajón de mi mesita de noche agarrando el papel arrugado, y se lo paso.
Arruga la cejas, y sé que no entiende nada.
-Cuando volví por mi mochila no la encontré. Pero al estar aquí, lo dejaron en la puerta con esa nota.
-Y estás preocupada... -asiento- ya veo. Puede ser un enamorado que te quiera jugar alguna broma para llamar tu atención. Sabes lo inmaduro que somos a nuestra edad, y más los hombres.
Pensé lo mismo, pero el mensaje que me mandaron no parecía ninguna broma.
-¿Hay algo más? ¿verdad? -no contesto- Ángeles, te conozco como si te fuera dado a luz. Dime que es lo que en realidad te preocupa.
Sin pensarlo dos veces, busco el mensaje en mi móvil y se lo muestro.
En su rostro puedo ver como su confusión desaparece y se vuelve seria.
-Esto si me preocupa. -dice sin dejar de ver el móvil.
Se levanta rápidamente asomándose por la ventana, y cerrando a la vez. Cierra las cortinas, y cierra la puerta con seguro.
-¿Qué haces? -le pregunto. Se ha vuelto loca.
-Shhhhhhhh. -me calla, llenando mi cara de saliva.
-Iug. -me limpio.
-Baja la voz. -mira a todos lados como una demente- puede estar observándote ahora mismo.
-Pero ¿quién? -pregunto en voz baja al igual que ella.
-X. -me siento con ella en la cama- él o ella sabe quien lo mató, o pudo haber sido esa misma persona y solo quiere que te desvies.
-¿Para que haría eso?
-Para matarte a ti también.
Eso me asusta más de lo debe.
-No sabes de lo que hablas Chels, puede que sea solo una broma. Y tú ya te estás armando un episodio de Pretty little liars. -la gente puede ser muy molesta, por eso se lo digo.
-Vamos a probarlo. Envíale un mensaje. -agarra mi móvil.
-¿Y que se supone que le voy a decir? Ni siquiera sé quien es.
-Le puedes responder a su último mensaje. Si tengo razón, le cuentas a tu padre sobre esto, él sabrá que hacer. -dice, decidida.
-No pienso decirle nada a mi padre.
Él está muy ocupado en sus casos, como para agregarle uno más, de seguramente una persona muy aburrida que decidió molestarme con la muerte de mi hermano.
-Envía el mensaje. -me ofrece el móvil.
Chelsea es una de las personas más tercas que conozco, y sé que no se quedará tranquila hasta que haga lo que ella diga. Así que lo hago para probarle que está equivocada y seguir con nuestras vidas normalmente aburridas.
Pienso que responder, y al tenerlo, tecleo en el móvil la respuesta que una persona normal haría.
Yo: ¿Quién eres?
Chelsea pone los ojos en blanco, y me quita el móvil antes de que pueda enviarlo.
-¡Oye! -protesto, pero me ignora.
Teclea algo, y le da en enviar.
-Ahora sí. -me devuelve el móvil.
Leo lo que escribió, y no sé si quiero saber la respuesta.
Yo: ¿Cómo lo sabes? Nadie lo sabe. Espero que sea esto una broma.
Enseguida la pantalla del teléfono se ilumina, y me da miedo saber si es x.
Chels al verlo se le pone la piel pálida, y espero que no tenga un ataque de ansiedad como cuando se enteró que su primer novio la había engañado.
Al ver que no pasa de ahí, miro la pantalla, y me quedo paralizada releyendo cada palabra.
Si lo sé. ¿y sabes como lo sé? Porque tu sigues.
-x
-Tengo que hablar con mi papá. -digo finalmente para rellenar el silencio que se formó en mi habitación, debido a ese mensaje.
***
No pude dormir. Alguien me quiere matar. ¿quién duerme sabiendo eso?
Como si el destino me quisiera responder, se escucha un leve ronquido a mi lado. Es Chelsea, se quedó conmigo por si alguien venía a asesinarme, ella estaría a mi lado para protegerme.
Veo como le sale un hilo de baba que cae en la almohada, haciendo que su cara se llene también.
Menos mal nadie vino, porque ambas ya estaríamos muertas.
Me río, mientras me dirijo a la cocina. Mi mamá está ahí preparando el desayuno, tan elegante como siempre.
-Buenos días, cariño. -dice alegremente- ¿quieres unos pancakes?
Comida, sí. Es lo único que necesito.
Asiento mientras me siento a comer. O más bien a devorar mi plato.
-¡ÁNGELES MARGARITA! -o no, no me gusta ese tono. Y menos cuando usa mi segundo nombre, creo que no me llamaba así desde los 12 años.
Mi padre y madre antes de que yo naciera viajaron a una isla llama Margarita en Venezuela, para uno de los casos de mi papá. Mi madre estaba embarazada de 8 meses, y él no podía dejarla sola. Mi hermano tenía 5 años y también tuvo que ir con ellos. Les gustó la isla y por eso decidieron que me llamara así. Yo espero conocerla algún día.
-¿Si, madre? -respondo con los ojos más angelicales que puedo poner.
-¿Se puede saber por qué ayer no fuiste al grupo de apoyo? -dice, con la mirada acusadora- teníamos un acuerdo. Irías una vez a la semana, y no tendría que mandarte al psicólogo.
Desde la muerte de mi hermano, la recomendación de mi antigua terapeuta era seguir viéndola, pero al negarme, me ofreció la opción del grupo de apoyo. Cosa que me pareció mejor, ya que no tenía que hablar sino estaba preparada. Y no lo estaba.
-Te juro que se me olvidó, mamá. La próxima semana si voy.
-Nada de eso, señorita. Ya llamé, y hoy asistirás, será otro grupo, pero asistirás.
Resoplo. Es algo realmente fastidioso.
-Necesitas terapia, Ángeles. Sabes lo que pasó la última vez, no quiero que vuelva pasar. Tú...-se le entrecorta la voz, pero sigue hablando- irás después de clases. Te iré a buscar apenas termines.- se voltea a seguir cocinando, dada por terminada la conversación.
Bien, iré a la estúpida terapia es grupo.
-Sé lo que estás pensando y no es estúpida, es por tu bien. -dice, leyendo mis pensamientos.
-Yo no he dicho nada. -levanto los brazos en modo de rendición.
-Ajá.
-Buenos días. -dice una Chelsea con un ojo abierto y otro cerrado sentándose a mi lado.
-Despertó la bella durmiente. -bromeo al ver su cara.
-Buenos días, Chelsea. Aquí están tus pancakes. -le ofrece un plato igual al mio- y ya me voy. El mundo de la moda no se hace esperar.
-Gracias, mami Abby. -le contesta mi mejor amiga, comiendo como si su vida dependiera de eso.
-Me voy a duchar, no podemos llegar tarde. -le digo subiendo por las escaleras. Ella solo asiente, mientras sigue comiendo.
***
Llegamos a toda prisa, llegando al lugar exacto.
Hay muchas chicas alrededor, que se van alejando una tras otra. Unas con cara de felicidad, y otras como si se hubiera muerto su gatito.
Yo no sé si quiero acercarme, esto es una de las pocas cosas buenas que tengo en mi vida, y que me recuerdan a mi hermano, no quiero perder eso también.
-Vamosss, ya hay pocas chicas. -dice Chelsea mientras me sujeta el brazo.
Al acercarnos a la dichosa lista, mi corazón empieza a palpitar a toda velocidad.
-Ve tú primero. -le digo a Chels, quien se encoje de hombros y se acerca unos metros más que yo.
Un chillido hace que brinque del susto.
-¡Si entré! -chilla más fuerte- ahora te toca a ti, Án.
Dejo de pensar tanto, y me acerco a la hoja pegada en la pared. Las jugadoras están de un lado, y las porteras están de otra. Leo el de las arqueras y están las mismas que estaban en la prueba.
Empiezo con las jugadoras, y me detengo en seco al ver a la primera de la lista.
1. Hasna White. (Capitana del equipo)
Empezamos mal.
Voy bajando por número, y no veo mi nombre.
5. Hannah Brown.
Sigo bajando, sin éxito alguno.
12. Jessica Johnson.
Mis esperanzas de quedar siguen disminuyendo hasta que llego al ultimo número, a la última jugadora.
Me quedo parada sin poder moverme, en una especie de shock.
¿Es real?
15. Ángeles Jones.
Entré.
Ahora siento que puede respirar con normalidad. No soy la capitana, pero puedo estar en el equipo. Sé que mi hermano estaría orgulloso.
-¡Siiii! ¡Entraste! -mi mejor amiga me saca de mi transe, y me abraza.
-Tú también. Felicidades, Chels. -le respondo honestamente.
-Oh, yo no importo. -le quita importancia- desde el principio accedí a jugar fue por ti. Si tu no entrabas, yo tampoco. Somos un equipo, preciosa.
La miro con asombro por lo que acaba de decir.
-¿Qué? Es algo que ya sabías. -me dice como si fuera obvio.
-No es por eso. Pero ¿el fútbol no te gusta?
-O sea, si me gusta. Pero seamos sinceras, aquí la buena eres tú, yo solo te apoyo porque sé que te gusta. -suena sincera. -y aquí entre nosotras, el entrenador de arqueras está mega bueno. -se echa a reír.
-¡Chels! -eso me agarro por sorpresa.
-Pero es la verdad. -se justifica. Tiene razón. El entrenador Dawson está como quiere, pero hasta ahí.
Las clases pasan rápido, y si fuera otro día me alegrara si no fuera por el hecho de que tengo ir al dichoso grupo ese. Espero a mi mamá afuera del instituto mientras me como una barra de chocolate. Es mi golosina favorita, no podría vivir sin ella, siento que me dan energía.
Chelsea se fue al acabar sin antes asegurarse de que si estaba bien si esperaba yo sola a mi mamá. Le dije que no se preocupara cuando ofreció acompañarme mientras esperaba. Le dije que no me pasaría nada, cualquier cosa el vigilante estaba cerca. Así que se fue casi tranquila. Y digo casi porque está escribiendo para que le avise cuando mi mamá llegue por mí.
El día fue relativamente tranquilo. Entendí todas mis clases, llegué a tiempo, y para mi suerte no me consigo a los innombrables en todo el día. Y como la suerte siempre está en mi contra, alguien se sienta a mi lado. Y por su aroma ya sé quién es.
-Muy bonito día, ¿no? -No respondo- vi que entraste al equipo. Felicidades.
Me quedo en silencio con la esperanza de que se vaya.
-¿Ahora me aplicarás la ley del hielo? -pregunta, y por el rabillo del ojo sé que me está mirando.
Como sabe que no responderé, sigue hablando.
-Estuvo mal que te dijera perdedora, ¿ok? -habla para los dos- no eres ninguna perdedora. Los perdedores no son tan fuertes como tú, has soportado tantas cosas estás últimas semanas, que no solo te convierten en una ganadora, sino en una mujer tan fuerte que los demás le queda pequeño.
Eso remueve algo en mí. Y me atrevo a mirar sus ojos. Esos colores azul con gris se fijan solo en mí, esperando a una respuesta.
-¿Cómo sabes lo que pasó? eres nuevo aquí no podrías sab... -me detengo- ella te lo dijo.
-No se trata de quién me lo haya dic...
-¿Qué te dijo? -lo corto.
Duda, pero al final habla, -Sé que tu hermano murió.
-No quiero hablar de eso. -respondo cortante.
-No puedes reprimir lo sientes, eso lo hará peor.
-No te pedí lecciones. Y no te metas en mi vida, no es tu problema. -digo. Al parecer fue lo suficiente para dejarlo sin palabras.
-¿Sabes qué? Tienes razón. -sonríe amargamente- no debí acercarme a Hasna para saber más de ti, para tratar de comprenderte.
Ahora yo soy la que río, -Ahora dime... -no me contengo- ¿le preguntaste a Hasna sobre mí antes o después de follartela en las duchas? -eso lo toma por sorpresa.
-¿Me estabas vigilando? -y en vez de enfadarse, sonríe como un idiota.
-¡Claro que no! Quería ducharme y luego vi como te atragantabas en su garganta. -muestro cara de asco.
-Ya veo lo que pasa...
-¿Qué?
-Estás celosa. -dice sin borrar la sonrisa de idiota.
-¡Yo no estoy celosa!
-Si, si, si. Como digas.
-Quita en esa sonrisa de idiota, no te queda. -pongo los ojos en blanco.
Se muerde el labio.
-Me pone que hagas eso. -dice acercándose más, colocando su dedo para alzar mi cara- pero me pone más que te sonrojes, y que el motivo sea yo. -Al escucharlo decir eso, siento arder mis mejillas.
Cuando estoy por responder, una bocina suena, y la conozco muy bien. Mi mamá llegó. Me levanto rápidamente, sin mirar a Zaid. Rompiendo contacto.
Al ver donde se estaciona mi mamá, tengo la intención de ir hacia allá. Sin despedirme de él, pero me agarra el brazo, para susurrar en mi oído:
-Y con respecto a Hasna, tranquila. Ella no es la persona que tiene mi atención en estos momentos. -al decirlo, me suelta, y se va en dirección contraria. Haciendo que mi corazón se acelere.
Odio a este chico.
***