Capítulo 8 ¿Alguna vez te rogué que me dejaras embarazada

En los ojos de Lauren ardía la furia. Además, respiraba con tanta fuerza que parecía que iba a reventar. Se llevó una mano al pecho, intentando calmarse, y al cabo de unos segundos, soltó con voz temblorosa pero firme: "¡Si estás tan ansioso por demostrar tu punto, entonces tráeme un nieto antes de que termine el año!".

Katherine casi soltó la taza que sostenía en su mano, y se quedó completamente inmóvil.

Al notar su expresión atónita, Julian soltó una carcajada cargada de sarcasmo. No iba a ayudarla, pues ese era su problema, no el suyo. Se mantuvo callado, dejando que todo el peso de la situación recayera sobre ella.

"Kathy, no me fallarás nunca, ¿verdad?", añadió el anciano con firmeza, visiblemente esperanzado.

Ella permaneció callada, pues sin importar lo que dijera, estaba acorralada. Por eso, solo asintió con rigidez, dejando que la conversación avanzara.

El estado de ánimo de Laurence cambió drásticamente en poco tiempo, lo que lo dejó agotado. Por eso, les pidió a su hijo y a su nuera que se retiraran para poder descansar.

Una vez que Katherine y Julian salieron de su despacho, se deshicieron de sus sonrisas falsas. Con lo destrozada que estaba su relación, toda esa plática sobre bebes no tenía gracia; de hecho, resultaba irónica.

Katherine se daba cuenta de que su esposo nuevamente la veía como una manipuladora; le bastó una mirada a su frío rostro para confirmarlo.

De repente, él se giró hacia ella. Mirándola fijamente, le dijo con voz neutra: "Parece que te molesta mucho que nunca te haya tocado".

"No realmente. Llevamos tres años casados y nunca hemos tenido intimidad. Por eso, lo que le dije a Laurence no es ninguna ridiculez", refutó ella, manteniéndose calmada.

"¿Así que ahora soy impotente? ¿Eso es lo que crees?", espetó él.

"¿Cómo podría saberlo? Quizás deberías llamar a tu amante y dejar que sea ella quien le dé la noticia a tu padre", respondió ella rápidamente.

"Vaya. con esa lengua afilada...Es una lástima que hayas estado callada durante los últimos tres años", soltó Julian con una risa cargada de sarcasmo.

Se arrepintió de haber sido indulgente esa noche; se dijo que debió haber seguido adelante hasta que ella se desmayara.

"No puedes ocultar el divorcio para siempre", dijo suavemente Katherine, bajando la mirada, claramente cansada de discutir. "Él lo descubrirá tarde o temprano, así que mejor díselo ahora".

"Katherine, fuiste tú quien aceptó el plan justo delante de él", le recordó el hombre.

"Yo solo...".

"Prácticamente te abalanzaste sobre la oportunidad, ¿y ahora te estás echando para atrás?", la interrumpió Julian con sarcasmo en cada palabra. "Eso sí, debo admitir que tus métodos... son bastante más inteligentes que los de tu madre. Realmente sabes cómo sacar el máximo provecho de la situación".

Ese insultó la golpeó fuerte, pues entendía perfectamente las implicaciones: él estaba insinuando que usaba al bebé para manipular a Laurence.

"¿No es tu decisión si llego a quedar embarazada? Te comportas como el hijo perfecto frente a él, pero a sus espaldas, ¿ahora resulta que yo soy la manipuladora? ¿Qué hice exactamente? ¿Alguna vez me lancé sobre ti y te rogué que me dejaras embarazada?", replicó la joven en voz baja, con la mandíbula tensa.

A Julian se le oscureció el rostro por la ira, pero antes de que pudiera responder, unos gritos resonaron desde afuera.

La pareja bajo y vio a Camille Nash, la madrastra de Julian, quien acababa de regresar.

Laurence se había separado de su primera esposa por motivos complicados. Un año después, se casó con Camille, quien más tarde dio a luz a Eloise.

Julian y Eloise eran medios hermanos, pero nunca se habían llevado mal. Sin embargo, la relación del joven con su madrastra era gélida: civilizada por fuera, pero sin ningún rastro de calidez.

Camille entró visiblemente molesta, pero se forzó a sonreír al ver a su hijastro y a su nuera.

"Julian, ¿ya te vas? Eloise está gravemente herida. Acabo de regresar del hospital, así que no pude atenderte como es debido. Espero que no lo tomes a mal", dijo en un tono aparentemente cortés, aunque el subtexto estaba claro: estaba culpando a Katherine.

Sin embargo, esta última la ignoró, pues ya había sufrido demasiado; un comentario mordaz más no podía afectarla.

Julian mantuvo su habitual distancia. "Si está tan malherida, debió quedarse en el hospital, en lugar de andar creando más drama", respondió secamente.

Camille sabía perfectamente que su hija no era ninguna santa, así que soltó una risita incómoda. Una vez que se fueron, su rostro se oscureció, y se dirigió directamente a la habitación de Laurence.

Ella no habría mantenido su posición como dueña en la familia Nash durante tanto tiempo si hubiera sido imprudente. Aunque su hija había sido humillada, no podía permitirse iniciar una pelea, al menos no todavía.

Desde su punto de vista, Katherine no tenía apoyo ni familia que la protegiera, y además, Julian la odiaba. Ya habría tiempo para ajustar cuentas con ella. Sin embargo, justo cuando estaba calmándose, Laurence volvió a agitar las aguas.

"Julian cree que puede engañarme otra vez, pero ya me harté de esto. Busca a alguien de confianza y mándalo a su casa para que vigile la situación. Quiero un nieto".

            
            

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