Cuando los primeros indicios de consciencia se dibujaron en su rostro, Clara enderezó la espalda. Ethan abrió los ojos de golpe, desorientado, como si no reconociera el lugar. La primera reacción fue de alarma: se incorporó bruscamente, buscando con la mirada algún punto de referencia.
-Tranquilo -dijo Clara de inmediato, levantando las palmas hacia él, con la misma calma con la que lo había alcanzado horas antes- Estás en un hospital. Estás a salvo.
Ethan parpadeó, confundido, como si tratara de descifrar su voz. -¿Clara?
Ella asintió con una leve sonrisa que intentaba ser tranquilizadora.
-¿Qué hago aquí? -preguntó él, la voz ronca, casi un susurro.
Antes de que Clara respondiera, la puerta se abrió y apareció Carolina con una taza de café en las manos. Sus ojos se iluminaron al verlo despierto.
-Al fin -exclamó, acercándose- Estás en urgencias, Ethan. Tuviste un accidente con el auto.
Él frunció el ceño, esforzándose por hilar los recuerdos. Se llevó una mano a la frente y la dejó caer pesadamente sobre la sábana.
-Yo... iba conduciendo -dijo, cerrando los ojos un momento- Era de noche, la avenida estaba casi vacía... y de pronto...
Su voz se quebró. Clara lo observaba con atención, dándole espacio.
-De pronto vi algo -continuó- Una lata de refresco, cayó rodando cerca de mi auto... y la confundí.
-¿Con qué? -preguntó Carolina, con cautela.
-Con una bomba -admitió Ethan, con un hilo de voz- Fue automático. El corazón me explotó en el pecho. Todo se volvió lento, como si el aire se espesara. Y de repente... estaba otra vez allí.
Su respiración se agitó de nuevo, pero Clara se adelantó, acercando su silla a la cama.
-Ethan, lo que experimentaste fue un episodio de disociación de la realidad -explicó con firmeza- No estabas en peligro real. Fue tu mente recreando una amenaza del pasado.
Él giró el rostro hacia ella, como si necesitara confirmar que hablaba en serio.
-¿Disociación?
-Sí. Es común entre veteranos de guerra que sufren estrés postraumático -añadió Clara- Tu cerebro reaccionó como si siguieras en el frente. No pudo diferenciar entre la calle tranquila y el campo de batalla. Y al despertar aquí, solo, rodeado de desconocidos, tu miedo se multiplicó.
Ethan guardó silencio, la mandíbula apretada. Apretó las sábanas con fuerza, como si quisiera arrancarse de encima el recuerdo.
-Hice daño, ¿verdad? -preguntó al fin, sin mirarlas.
Carolina intercambió una mirada rápida con Clara, pero fue ella quien respondió.
-Sí. Cuatro doctores resultaron heridos cuando intentaron acercarse. Pero entienden que no fue intencional.
Ethan se hundió en la almohada, avergonzado. -Eso no lo justifica. No quiero ser esa clase de hombre.
Clara apoyó suavemente su mano sobre la baranda metálica de la cama, sin llegar a tocarlo, pero lo bastante cerca para que sintiera su presencia.
-No eres esa clase de hombre -dijo- Lo que pasó no es una muestra de quién eres, sino de lo que cargas. Y necesitas ayuda para manejarlo.
Él la miró entonces, y en su mirada había un brillo de desesperación, pero también de esperanza.
-¿Ayuda? ¿Con quién? No conozco a nadie que entienda esto.
Clara sostuvo su mirada con serenidad.
-Yo conozco. Este es mi campo. Trabajo con personas que han pasado por situaciones similares. No será fácil, y llevará tiempo, pero es posible.
Ethan tragó saliva. -¿Estás diciendo que... me atiendas tú?
El silencio se hizo por unos segundos, roto solo por el pitido de la máquina que medía su ritmo cardíaco. Carolina los observaba en silencio, sin querer intervenir en esa tensión que empezaba a tejerse entre ellos.
Clara tomó aire y respondió con cautela. -Podría hacerlo, sí. Pero lo importante ahora no es quién, sino que aceptes que necesitas comenzar. El primer paso ya lo diste: admitirlo.
Ethan se quedó pensativo. Miró al techo blanco, a las sombras proyectadas en la pared. Por primera vez desde que abrió los ojos, sus músculos dejaron de tensarse.
-Lo admito -dijo al fin, con un suspiro resignado- Necesito ayuda. Y no sé por dónde empezar.
Clara sonrió, apenas, con una mezcla de alivio y ternura.
-Ese es mi trabajo -respondió- Yo te ayudaré a encontrar el camino.
Ethan cerró los ojos, agotado, pero en paz por primera vez en horas. Carolina se recargó contra la pared, dejando escapar un suspiro. El peor momento había pasado, pero ambas sabían que lo que venía apenas comenzaba.