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La clínica era privada, estéril e ineludible.
Ava fue sedada, a pesar de sus protestas.
El procedimiento fue rápido, eficiente.
Cuando despertó, la ligera hinchazón de su vientre había desaparecido.
Una profunda y vacía devastación la llenó.
Liam estaba allí, observándola con esos ojos fríos y muertos.
«Ahora, la disculpa», dijo.
Su equipo tenía un