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Liam flotaba en una neblina de dolor y agotamiento.
Por un breve momento, hubo una extraña paz. La agonía física había silenciado los tormentos más ruidosos de su mente.
Entonces, comenzaron las pesadillas.
Maya, de pie ante él, sus ojos llenos de una tristeza tan profunda que lo destrozó.
Sostenía su anillo de bodas.
-Ya no quiero esto, Liam -dijo