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La avalancha de información de su recompensa de diez millones de dólares era abrumadora.
Miles de pistas. La mayoría eran inútiles, crueles engaños.
Algunas parecían plausibles, conduciendo a frustrantes callejones sin salida, como la persecución europea.
Su equipo de investigadores trabajaba sin descanso, cribando, verificando.
Liam sabía que era