Capítulo 10 No.10

Tattoo

Viernes

11:16 pm

No podía creer lo que acababa de ver, Paula y esa otra chica, besándose. Alexandria se quedó afuera del cuarto completamente impactada —y conteniendo la risa—, pensar que Paula llegaría a engañar a Ignacio con una chica, ni en un millón de años se lo imaginaba, esto debía contárselo a Diego.

Tal vez por la sensación de impacto al ver eso se le quitaron las ganas de ir al baño, bajó rápido las escaleras para buscar a Diego, si veía a Luisfer lo más seguro es que ambos estuvieran juntos; con Gabriel al final no ocurrió nada (menos mal), pero Alexandria puede decir que no es ningún bruto, pero es muy malo en cuanto a coquetearle a una chica, igual Alexandria no buscaría nada porque sabía que él le tenía el ojo puesto a Sara. Su opinión acerca de ella era bastante nula, le daba igual, pero por cosas que había escuchado gracias a Diego, Sara hablaba tanto mal de ella como lo hacía Paula, no sabía por qué, nunca habían tenido algún tipo de roce.

Vio a Diego acostado en el borde del sofá, riéndose solo con un vaso en la mano; Alexandria lo vio con una pinta desastrosa, lo primero que le vino a la cabeza fue el buscar a Luisfer y decirle que era momento de ir a casa.

—Diego... —tocó su hombro, él tenía la mirada puesta en la nada— ¡Diego!

—¿Ah? Aaaaleee. —respondió sonriendo, y volviendo a poner los pies sobre la tierra— Hola vale, quee taaal.

—Mira, a que no adivinas que acabo de ver.

Alexandria se sentó a su lado, y acto seguido Diego eructó.

—Asco. —dijo Alexandria.

—Oh my God. —se tapó la boca con las manos— No me digas que le viste el pipí a alguien.

—Ew, no. ¿Qué te pasa, vale?

A veces la mente de Diego le parecía un misterio a Alexandria, no por nada malo, pero es que de vez en cuando salían unas cosas de su boca, que Alexandria se preguntaba si en serio pensaba en lo que decía antes de hablar.

— Este... —miró alrededor buscando a Lusifer con la mirada— Creo que es mejor que me vaya a mi casa.

—Nuuu valeee, si apenas son las... Mierda, este reloj no tiene ni batería, déjame ver el cel... Son las once a penaaas, es muy temprano.

—Yo creo que también debes irte a tu casa. ¿Dónde está Luis?

—Ay no, amiga, sabes que nos peleamos súper fuerte. —soltó otro eructo y volvió a verla— Y se fue directico para su casa.

"No puede ser, nos acaban de dejar botados", fue lo primero que se le cruzó por la mente a Alexandria, "¿Cómo se le ocurre? Y ahora con Diego en este estado."

Alexandria estaba pensando qué hacer ahora, pegó un pequeño brinco cuando Diego comenzó a reírse a carcajadas de la nada, esta versión de Diego no era su favorita.

—¿Te parece muy gracioso? —preguntó mientras comenzaba a reírse también, la rabia la estaba comiendo por dentro.

—La verdad, sí. —soltó una carcajada, estaba demasiado metido en su nota— Deberías ver tu cara, da mucha risa.

—Ah, ¿sabes qué es aún más gracioso?

Negó con la cabeza, y volvió a reírse otra vez, Alexandria solo quería matarlo.

— Bueno, ja, ja, ja; pues que resulta ser que nos dejaron BOTADÍSIMOS aquí. —estalló— No hay nadie que nos lleve ni siquiera a la esquina, todos están o muy borrachos o muy drogados, y ni sueñes que nos vamos a ir caminando, ¿sabes lo lejos qué están nuestras casas de aquí? No creas que te voy a cargar hasta allá.

—Ay, niña, deja el show... —le dio un pequeño golpe en el hombro, solo se quedaba viendo al suelo— Llama a tu mamita querida, y que nos venga a buscar en su nuevo broom broom, you know.

—Llama a tu mamá más bien, yo no voy a llamar a la mía.

—Yo sé que tú eres medio loca, pero ahora confirmo que estás super crazy, amiga. Tú quieres que mi mamita linda me caiga a palos, ¿no? ¿Tanto me odiaaaas?

—Bájale dos, déjame ver que hacer...

Alexandria trataba de pensar que podía decirle a su mamá, en ese caso, o por lo menos que podía hacer sin tener que pedirle ayuda a ella. Sabía que era muy tarde como para andar molestándola.

— Dejé mi cartera arriba. —le avisó— Espera aquí, no te muevas.

—Tranquilaaa, que aquí estoy requete bien.

Subió rápido a buscar su cartera y recordó que la había dejado en el mismo cuarto en donde había visto a Paula con esa otra chica, trató de pasar con cuidado asegurándose de que no estuviera allí, aún se sentía algo incómoda por lo que había visto hace un rato.

"¿Será que es bisexual o algo?", se preguntó. Le pareció incómodo el haber visto algo que no debió de haber visto, pero la peor parte fue que cuando salía del cuarto chocó con nadie más que Ignacio, olía horrible y no se veía en sus mejores pintas.

—Pero si no es nadie más que Alexandriaaaa, —Ignacio se tambaleaba al caminar— Que taaaal.

—Deberías verte los ojos, los tienes bastante rojos, —dijo Alexandria— creo que ya hasta tu iris cambio de color.

—Wow, eso estaría genial. —rio— Hoy voy a tu casa, ¿no? A practicar matees.

—Química, y sí, pero tal vez tengamos que posponerlo para otro día, no quiero drogadictos en mi casa.

—Ah claro, es que como tu mamá está en tu casa, ya no necesitas a más drogadictos metiéndose su nota en la cocina.

Se carcajeó por su comentario, a Alexandria no le causó nada de risa.

—¿Qué dijiste? —preguntó Alexandria, desafiante.

—Mierda, lo siento, ehm... Estoy super high en estos momentos... No era mí...

—O sea, claramente te escuché, pues. Solo quiero que lo vuelvas a decir para ver si puedes escuchar lo estúpido que sonaste.

—Mira, disculpa, no fue mi intención.

—¿Crees que una disculpa es suficiente? Tú de verdad eres increíble. —rio, no podía creer que estaba defendiendo a su mamá, pero lo que dijo estuvo fuera de lugar— Crees que todo lo puedes arreglar pidiéndole disculpas a la gente y batiendo tus pestañitas, crees que eres el mejor por ser el novio de la idiota más linda de la escuela y te crees mejor que yo solo porque tú vives una vida relativamente cómoda. ¿Te crees la gran cosa? L verdad es que para lo único que sirves realmente es para ser un completo idiota, eres una basura, no sirves para nada.

Alexandria ha escuchado un poco de todo en estos últimos años, pero esta vez se había sentido profundamente ofendida, creo que un comentario nunca la había herido tanto, porque no era sobre ella, sino que era sobre su mamá. Ella podía hacer sus locuras, pero sabía muy bien que ella jamás caería en algo tan profundo como las drogas.

—¿Sabes una cosa? —se volteó y lo vio directo a los ojos— Ven para mi casa en la tarde, y te devolveré tu estúpido dinero, ya no quiero nada tuyo.

—Ale.

—Mira tú no puedes llamarme ni por mí apellido, ¿ok? Y, no sé dónde habrás escuchado eso, pero déjame decirte algo, yo conozco mejor a mi mamá de lo que tú la vas a conocer, tal vez no tenga la mejor relación con ella, pero sé que nunca haría algo así. Así que quien sea que te haya dicho esa mierda, te estaba mintiendo, pedazo de basura.

Terminó de bajar las escaleras e irse, no fue hasta que cruzó la puerta principal que recordó haber dejado a Diego acostado en el sofá, tuvo intentar cargarlo hasta la estación de autobús más cercana, llamó unas cinco veces a su mamá, pero no le terminó de contestar, tenía que encontrar una alternativa rápido.

                         

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