Capítulo 3 No.3

Rich girl

Jueves

12:45 pm

Paula dice que se considera una persona poderosa, algo fuerte para que lo diga una chica de diecisiete años. A veces se lo preguntaba y lo analizaba, porque su mundo es bastante diferente considerando la manera en la que vive y en la que viven los demás aquí. Se sentía afortunada de ser una chica tan privilegiada, económica y socialmente hablando.

Cree que tiene la suficiente cantidad de poder tanto dentro como fuera de su colegio, la gente la seguía, les interesaba la vida de Paula, le prestaban atención a lo que hacía y a lo que decía. Muy importante eso que acabo de decir, porque cuando las cosas son así los demás tienden a llevarse mucho por lo que diga una persona que consideren que está a cargo.

Y así, de repente, sus propias opiniones ya ni siquiera importan, en la cabeza de Paula solo importaba la de ella y nada más.

Le encantaba eso.

—Amiga, pero es que, ¿no te digo yo? —dijo Antonella, algo molesta— Estos chicos lo único que buscan siempre conmigo es coger, amiga, ya no sé qué hacer con ellos, me tienen harta.

—A ver, ¿qué te parece este plan? Dejas de hablar con cualquier chico que esté bajo tus estándares, eliminas Tinder, e intentas socializar como cualquier chica normal en busca de alguien a quien te puedas tirar tranquila.

Paula notó que se le había roto una uña, debía arreglarla de inmediato, se veía horrible tener las uñas así, si una no está perfecta las demás no lo estarán.

—Ese es mi plan, no sé qué pienses tú. —opinó Paula.

—Amiga, pero es que, agh, no sé... Los de nuestra edad son súper inmaduros, y entonces intento buscarme a uno mayor y me caen los que parecen que no han crecido desde noveno grado.

—Más tonta eres tú que crees que porque son hombres mayores van a ser mucho más maduros, resulta que la mayoría de los que se buscan a chicas que ni han llegado a los dieciocho años, es porque su peak fue bachillerato y quieren seguir sintiéndose jóvenes. —explicó— Lo único que hacen es chuparte la juventud.

Solo está siendo sincera, es como ella siempre se excusa, según Paula, la sinceridad lo es todo en una amistad, sobre todo cuando quieres evitar que a tu amiga la quieran usar de juguete. En su opinión, un chico mayor que tenga veinticinco años, buscándose a chicas que siguen en bachillerato, solo son de esos que se sienten tan desolados que creen que la compañía de una chica menor que ellos les sentará mejor.

Chicos, no lo hará, ni para ti ni para ella, se los prometo.

—Ayyy. —Antonella hizo una pequeña pataleta.

Paula consideraba que Antonella era demasiado inmadura a veces, como si aún siguiera siendo una niña pequeña.

—Pero si quieres me sales con una patada más fuerte, boba. —contestó Antonella.

—Sorry, es que estaba pensando, y tus dramas me desconcentran.

—Ah. —resopló Sara, mientras se sentaba en las gradas— Es que tú piensas.

—Sara. —Paula la volteó a ver, sabía que bromeaba, pero a veces su forma de bromear le molestaba— Aporta algo interesante a la conversación y explícale a Antonella por qué yo tengo razón, sino vas a hacer eso, mejor no hables.

—A ver, explícame. —volteó su cabeza a donde estaba sentada— ¿Ahora qué te pasó? ¿Te pegó la depre?

Y ahora es que se dan cuenta que le pegó "la depre", como le dice Sara. Paula llevaba rato con una cara de molestia que no es normal en ella ¿y ahora es qué se vienen a dar cuenta? "Las amigas que me gasto, definitivamente", pensó Paula.

Pero bueno, no Paula nunca deja a nadie esperando por un chisme, así que nos ha contado en exclusiva cual es la razón de su tristeza. Es por su novio Ignacio, desde hace un tiempo Paula sentía que las cosas no están bien, y puede que ella tenga la culpa, o tal vez la tenga él, la cosa es que ahora mismo no está ni siquiera de humor para hablarle y eso le molesta a Paula.

Detesta que la ignoren.

—Ay, Sara, no es nada, es solo mi actitud de siempre. —respondió— Lo normal.

—Ah, está bien entonces. —dijo dándole la menor importancia— Con razón, yo pensaba que ya iba a ser otro de tus miles de problemas con Ignacio.

—Para tu información, Ignacio y yo estamos mejor que nunca.

—De broma y se siguen escribiendo. —habló Antonella, mientras le quitaba el jamón a su arepa y se la daba a Sara, ella siempre le terminaba dando su comida a Sara— No te ha hablado en todo el día.

—Es que, ¿para qué? Sí tengo la suerte de poder verlo todos los días, tanto aquí en el colegio, como en su casa o en la mía, aparte de que salimos a cada rato. —contestó— Además, aquí en el colegio también le debo dar su espacio, para que esté con los idiotas de sus amigos, no puedo estar encima de él como una garrapata todo el tiempo.

—Ujum, eso lo explica todo. —Sara sacó su teléfono y se puso a revisar los mensajes, la conversación le importaba en lo más mínimo— Salen a cada ratico, pero para tirar.

—Ay, sí amiga, mosca con una vaina. —le advirtió Antonella, y en serio, el que Paula le volteara los ojos fue inevitable.

—Antonella, tengo el implante, eso es que si, súper seguro, no me pasara nada de eso. —terminó de comer, dándole un último mordisco a lo que quedaba de su pan— Bueno, ya es como que algo tarde, ya Karina debe estar por venir a buscarme, bye, bye.

Se despidió de ellas de beso y se levantó de las gradas, dirigiéndose hacia el portón del colegio. Había ya cierta cantidad de chicos y chicas ahí, los de séptimo grado, con sus camisas azules llenas de sudor haciendo estupideces, y los chicos de undécimo grado chanceándoles a las chicas de octavo, lo peor es que ellas caían redonditas por ellos.

"Pero que tontas son," pensaba Paula.

No tuvo que esperar tanto tiempo hasta que vio una camioneta grande a lo lejos, justo cuando las gotas de lluvia estaban empezando a caer, no le gustaba mucho la lluvia, el calor comienza a brotar como loco.

1:18 pm

Karina hacía de todo en casa de los Texeira. Ella limpia, friega, plancha y cocina, siempre ha estado aquí desde lo que Paula podía recordar.

También había otras dos señoras de la limpieza que trabajaban en su casa, pero la relación con Karina era diferente, porque ella siempre había estado al pendiente del bienestar de Paula.

La cosa es que sus padres casi nunca están en allí con ella, sobretodo el papá de Paula, quien lo único que hace es trabajar sin parar. Paula no podía recordar exactamente a qué se dedica su padre, pero sabía que trabaja con el gobierno, algo bastante importante.

Su mamá no trabajaba, Paula piensa que no ha trabajado desde que se casó con su esposo, y ella tampoco está en la casa porque casi siempre está en el Club con sus amigas pasando el día, de compras o paseando por ahí, todo lo que fuera necesario para estar lejos de aquí.

Su casa parecía de esas que se ven en las telenovelas, de esas que pueden observar desde lejos, pero saben internamente que nunca van a poder entrar y ver su interior. A Paula le gustaba, porque en lo que le concierne, ella he estado en miles de casas como estás, con las mejores personas, la mejor comida, la mejor ropa y la mejor compañía.

Nada le iba a faltar, jamás.

—Paula, tu madre viene hoy del club más temprano, dijo que tenía unas cosas que arreglar para el evento que harán por tu hermano en unas semanas. —avisó Karina— ¿Arreglaste las cosas que te dije?

Por mucho que ella se la pase a su alrededor, realmente Paula casi no le prestaba atención a lo que le decía, todo lo que sale de su boca es tan aburrido y poco interesante, no creía que en serio le prestara total atención a lo que le decía a veces.

—Pues espero que lo hayas hecho, sino la que tendrá problemas en la casa seré yo.

—Sí, yo sé, ya entendí. —respondió— No tienes por qué abrir tu boca más de dos veces.

—¿Qué tienes? —preguntó— ¿Pasó algo en la escuela?

—Ay, Karina, ¿qué tanto te importa a ti? —contestó Paula de mala gana— Trabajas para mí, no eres mi mamá ni nada por el estilo, así que deja la preguntadera y concéntrate en manejar.

No tenía ni la mínima gana de hablar con alguien en ese momento, solo quería llegar a su casa, comer y encerrarse en cuarto para estar sola, como siempre.

Lo único que ella pensaba que le falta en la vida es algo de atención (como si ya no tuviera la suficiente), pero tenía un punto que no se molestaría en explicar si alguien le preguntaba. Sentía que en realidad nadie la escuchaba, y que nadie está realmente interesado en saber como se siente, tal vez si les regalaba algo podría conseguir amigos de verdad o alguien con quien pudiera compartir sus pensamientos.

Podía hacer eso con su hermano, él era la única persona en esa casa que realmente la entendía, porque estaban cortados con el mismo cuchillo, eran casi que la misma persona, y no tenerlo a su lado le dejaba un gran vacío en el pecho.

¿Eso se puede llenar con dinero? Lo podría llenar yendo un rato al centro comercial con sus amigas y comprarme algo de ropa, sí, eso podría ser una muy buena solución cuando le afectaba el no tenerlo cerca.

Y así, como siempre, después de almorzar, se iba de la cocina y se quedaba en su cuarto para escuchar música y hacer tarea, nada más que agregar a eso.

            
            

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