Capítulo 4 No.4

mundo de piedra

jueves

10:50 am

—Entonces... —comenzó a decir, dudoso— ¿Sí te interesa?

Para no dejarlos con la duda acerca de la conversación entre Ignacio y Alexandria, todo lo que aconteció ese miércoles, hace dos días. No es nada loco como debe de pensar Diego, simplemente quería que le hiciera dos favores:

1) Quería ver si Alexandria podría hacerle parte de un mini proyecto que los de su grado deben hacer, dijo que le pagaría, Alexandria no aceptó. Ya estaba bastante ocupada con el suyo.

2) Quería ver si lo podía ayudar con las clases de química, al parecer se dio cuenta que es bastante buena en ello, según él, entonces quería ver si Alexandria podía salvarlo en los exámenes de química que venían, dijo que le pagaría, le respondió que lo iba a considerar.

—Bien, pero que necesito que sea rápido, ¿de acuerdo?

Le habló como si fuera algún tipo de, no sé, empleada o próxima a contratar, y eso no le gustó mucho a Alexandria.

—Tengo cosas más importantes que hacer. —dijo Ignacio.

Este chico, Ignacio Belisario, no era alguien con quien a Alexandria le gustaba estar metida en un salón de clase, ni con él ni sus amiguitos.

Él es el novio de Paula, no hay mucho más que agregarle a eso, solo que ambos son tal para cual porque, por lo que había visto de lejos, ambos se tratan igual de mal pero intentan aparentar algo que nunca van a ser.

Es como las parejas que uno ve por ahí, solo están juntos por simple costumbre, muy triste porque físicamente Ignacio le parecía lindo, pero se quedaba corto. Alexandria no creía que tuviera nada más que agregar a la mesa.

—¡Amiga! —gritó Diego a lo lejos en el pasillo, corriendo hacia Alexandria— ¡Te acaba de dar su número!

—Grítalo más duro si quieres. —le dio un codazo— No hagas un escándalo

—Estoy que lo grito solo para que la imbécil de Paula me escuche. —contestó— ¿Viste la foto que subió a su cuenta de Instagram? Eso es una señal, te disparó directo al corazón.

—Claro, porque de lo que más tengo ganas es de que ella venga a caerme a golpes. Además, yo no lo sigo en Instagram, así que no vi la foto.

Alexandria sabía cómo era Paula, es bastante celosa, no le da pena ocultarlo. Todo lo que ella toque inmediatamente es de ella, y que nadie se atreva a verlo siquiera, porque créanme que irá a quitárselo de las manos de una sola vez. Muy probable que pase eso, no es de las personas que le llame mucho la atención eso de compartir.

Caminaron hasta la salida de bachillerato para poder entrar a la parte de primaria, tendrían que esperar unos cuantos minutos a que Agustín saliera de clases, y poder irse de una vez a su casa —la cual seguramente está sin nadie más aparte de los dos— y poder hacer sus asuntos en paz.

—Tranquila, que yo sí se los devuelvo por ti, pero, ¡ajá! —la agarró del brazo y se fueron caminando por el pasillo— No hablemos de ella, que me da como grima el simple hecho de acordarme de su existencia, cuéntame lo que pasó.

—¿Contarte qué?

—¿Cómo que contarme qué? —dijo poniéndose las manos en la cadera— Que te dio su número y te estás muriendo por él, que van a tener cuatro hijos y que se irán a vivir a Estados Unidos cuando se casen.

—Diego, te la fumaste bien verde, de verdad.

—Pero es que, Ale, ¿cómo no emocionarme? —preguntó— Estabas hablando con el que te gusta.

—Diego. —lo agarró de los hombros, y le explicó lo que ya le ha explicado mil veces— Ignacio no me gusta, nunca me ha gustado y no me va a gustar nunca, además que es novio de Paula, ¿te imaginas como debe ser besarlo? Me tendría que cepillar la boca después.

—Ay, sí eres habla paja, obvio que hablas de como seria besarlo porque LO ADORAS, TE ENCANTA Y TE FASCINAAAA. —comenzó a gritarlo, y Agustín ya venía en camino a reunirse con ellos.

—¿Quién te encanta? —preguntó Agustín a lo lejos, venía corriendo mientras bajaba las escaleras entrando al edificio de bachillerato— Hola, Diego.

—¿Qué pasó, gus gus?

—Ya te he dicho que no le llames así. —regañó Alexandria— Ese apodo es feo.

—Lo dices porque tú no sabes hacer apodos. —se burló Agustín.

—Queee bolas. —Diego soltó una carcajada después de eso— Tu hermano me defiende más a mí que a ti.

—Uhm, pero que belleza. —revolvió el pelo de su hermano— Bueno, Diego, te escribo después para ver cómo te puedo ayudar con química. Te agradecería que en serio trates de hacer algunos ejercicios por tu cuenta también, es necesario que aprendas como hacer las cosas tú solo.

—Y con física también, amiga.

—Ay, no, es solo aprenderte las fórmulas y listo.

—Ah ya, mira, ya soy un genio en física. —dijo Diego— Bueno, me pasas las que tengo porque yo no tengo nada anotado en el cuaderno, te escribo lateeer.

Alexandria desearía tener el suficiente dinero para poder comprarse un auto, pero hasta ahora debía quedarse con tomar el autobús. Su hermano no dejaba de preguntar de que persona estaba hablando Diego, a veces se pone demasiado preguntón y cuestiona todo lo que uno le dice, ahora no podía sacarse de la cabeza lo que Diego había dicho.

12:45 pm

—¡Mamá! —gritó Agustín mientras entraba a la casa— ¡Ya estamos en casa!

—Agustín, es obvio que no ha llegado

—Tenía que intentarlo al menos. —puso su bolso en el mueble y se fue a sentar en la isla en el medio de la cocina— Ahora, dime, ¿de quién estaba hablando Diego?

—Ah, pues, ya vas a empezar, Diego no estaba hablando de nadie en específico.

—Ale, no me digas que tienes novio, o no, —se quedó pensando un rato— ¡Te gusta alguien!

—Estás igual de fastidioso que Diego. —respondió Alexandria mientras revisaba la alacena, a ver que podía hacer de almorzar— No me gusta absolutamente NADIE, ¿si terminas de captar? Son puros inventos de él.

—Bueno, pero si él está hablando del chico que solía visitarte por las noches, entonces sí voy a creer que es alguien que te gusta.

Alexandria se detuvo en seco, no podía creer que su hermano acababa de decirle eso, juraba que no tenía ni idea de que él sabía eso.

—Pero, ¿él no se...? —Alexandria lo detuvo antes de que dijera alguna otra cosa.

—Agustín, haz algo bueno y saca los paquetes de pasta de la alacena, si podrías ser tan amable —mientras él sacaba la pasta, ella comenzó a hervir agua en una olla— Y no quiero hablar de ese muchacho, ni de ningún otro, ¿entiendes? Basta de ese tema, estoy cansada.

—Está bien. Pero me tienes que responder, Ale. —dijo— Es como el que era el nieto de una de las vecinas, el que mamá siempre menciona.

—Ignacio no me gusta, Agustín, ya déjalo. Saca el queso y ráyalo por favor, y deja la preguntadera sobre Ignacio, ya me tienes fastidiada.

Alexandria se rehusaba a explicar lo que había dicho Agustín hace rato, eso es un tema un poco delicado para ella.

Pero, sí podía explicar lo de Ignacio. Su abuela solía vivir cerca, de hecho, su mamá conocía al papá de Ignacio de hace mucho tiempo, por un tiempo ellos vivieron muy cerca hasta que se mudaron a una urbanización más bonita, con edificios grandes y con mejores vistas que las que tienen ahí.

Cosas del pasado.

—¡Mamá! –dejó el rayador de queso encima del plato y fue a abrazarla, con los dedos llenos de queso.

Cuando Alexandria vio a su mamá pasar por la puerta, se molestó, ha estado fuera de la casa por tres días, y eso porque ella se fue a la mitad de la noche como hace siempre, no es el período más largo del tiempo en el que Alexandria se ha quedado sola, pero es mucho más difícil cuando debe cuidar tanto de la casa como de su hermano sola.

—Hola, mi niño lindo. —saludó Joanna,— ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue hoy en la escuela?

—Le fue bien, tuvo examen de repaso de matemática, y le fue muy bien. —comentó Alexandria.

—Gracias por el resumen de hoy Ale, pero quería escucharlo de él.

—¿De hoy? Oh no, eso fue hace ya ¿Cuánto tiempo has estado afuera? —Alexandria comenzaba a molestarse, y bastante, le estaba hablando con mucha rabia— Ya me acordé, ¡tres días! ¿¡Cómo puedes estar afuera de la casa por tres días!? ¿Dónde estabas? Obvio no estabas trabajando.

—Ya va, cálmate.

—No me pidas que me calme, ¡no me pidas que me calme! ¿Qué carajo está mal contigo? Si es porque te has estado buscando otros novios por ahí, de verdad que no sé cuándo va a llegar el día en que por lo menos nos presentes a uno de ellos, pero como ninguna relación te dura más de dos días, creo que eso no pasará.

—Alexandria, respétame la cara, no te atrevas a andarme insultando. Acuérdate que la que te mantiene soy YO, la que los cuida soy YO.

No podía dejar de verla con una cara de molestia, de rabia, porque eso es lo único que le producía verla en estos momentos, toda la rabia que llevaba acumulando por las últimas semanas.

—Tú y de broma aportas dinero para la casa, ayer me llamaron de tu trabajo para saber porque habías faltado y tuve que darles las excusas de siempre. —dijo— ¿De verdad no te da pena?

—Estaba haciendo unas diligencias personales, por si te interesaba saber. —contestó, mientras terminaba de sacar algunas cosas de su bolso— Andaba recogiendo unas cosas.

—Bien, pero pudiste haber llamado al menos. ¿No crees tú?

—Ay, mi niña, lo siento por haberte preocupado tanto, te prometo que esto no vuelve a pasar.

"Te prometo que no vuelve a pasar", siempre decía eso y nunca lo cumplía, ya Alexandria no le creía cuando decía eso.

—Está bien, disculpa. —respondió de mala gana.

—No te preocupas, niña. Ahora, déjame encargarme de la comida y saca las cajas del auto, por favor.

—Está bien.

Al dirigirse a la puerta, Alexandria se detuvo a analizar lo que había dicho su mamá, ¿acaba de mencionar un auto? ¿Desde cuándo ellos tienen auto? Nunca han sido dueños de uno.

—¿Un auto? —preguntó confundida— ¿Y de quién es ese auto?

—¡Sorpresa! Lo compré mientras hacia las diligencias, vayan a verlo afuera, de seguro les va a gustar.

Agustín fue el primero al salir corriendo a ver de lo que su mamá estaba hablando, ni siquiera Alexandria recordaba que él estaba ahí, había visto toda esa pelea y ahora Alexandria se sentía mal al respecto, intentaba que su hermano no la viera peleándose con su mamá.

Lo siguió fuera de la casa, para ver una camioneta estacionada en la entrada, no entendía como su mamá podría haber comprado un auto así, no ganaba tanto como para comprarse uno así de grande, se veía que no era un auto barato que te puedes comprar por internet. Alexandria no lograba entender nada.

—Me encanta que les encante, ya sabes pequeña Ale, pronto podrás empezar a manejar ¿Emocionada?

Alexandria se sentía del todo menos emocionada, ¿de dónde carajo había salido esto?

            
            

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