Capítulo 7 No.7

Orange juice

Viernes

12:01 pm

—Antonellaaa. —llamó Sara, aguantándose las ganas de hacer pipí afuera del baño— Apúrate please, me estoy haciendo pipí, llevas media hora ahí dentro.

—No es culpa mía que solo uno de los baños sirve, Sara, aguántate...

Al bajarse el pantalón, notó que tenía una mancha enorme de sangre en su ropa interior, hace más de tres meses que el período no le venía, y justo ahora había decidido hacer acto de presencia.

—Mierda, ¿tienes toallitas? —preguntó Antonella.

—Amiga, yo uso tampones, pero si quieres te doy uno. —ofreció Sara, tenía un montón en un bolso pequeño.

—Em, yo no me sé poner eso.

—Ay, por favor, Antonella, es súper fácil...—le pasó uno por debajo de la puerta— Ten, ponte en una posición cómoda.

—Ay, Sara, ¿cómo así? —preguntó, estaba confundida, no sabía cómo hacerlo— No tengo ni idea de cómo se pone esta cosa.

—Coño. —exclamó, ya algo molesta— Siéntate y ponte cómoda, ahora, te metes el tampón dentro de la vagina y como ese tiene aplicador, simplemente empujas el palito de abajo hacia adentro, ya ahí sale el tampón y tiras el aplicador.

—Ah, ya... Muy bien.

Intentó hacerlo, pero le resulto demasiado incómodo y no era tan fácil como le decía Sara.

—Ay, no, Sara, esto no entra.

—¿Cómo qué no entra? —preguntó confundida— Pero si tú estás más abierta que Google. Déjame buscar a Paula, capaz y ella tiene toallas.

A veces a Antonella le gustaba recordar su vida antes de que sus padres la trajeran a la capital, solían vivir cerca de la playa anteriormente y la vida para Antonella parecía tan sencilla, la ciudad no le gustaba porque decía que todo era un caos. Cuando entró a primaria, conoció a Sara La Torre, mejor amiga desde el quinto grado, y con el tiempo fue conociendo a Paula, desde entonces siempre han sido amigas.

Antonella no era de tener muchos amigos, se llevaba bien con todos los de su salón, pero si se ponía a penar a profundidad, realmente no tenía otras amigas; últimamente intentaba hacer amigos más seguido, pero también se le complica un poco, ella creía que su timidez era lo que terminaba alejando a los demás.

Ella se considera como alguien amable, gentil, adorable... No sabía que más había de faltarle para hacer amigos. Pero no se quejaba mucho tampoco, con las que tenía estaba bien, se lo repetía a menudo. Además, sus demás compañeros son solo personas con las que ella convive dentro del colegio, si no conviven afuera de este no cree que se les pueda considerar siquiera llamarlos así, solo quedan con el término de "compañeros de clase" o "conocidos".

—A ver, Antonella... —dijo Paula, por fin, haciendo acto de presencia después de un buen rato— Toma, me debes una toalla.

—Amiga, eres un sol. —le agradeció.

—La que más brilla, como siempre, no hay porque agradecerme por ello. Apúrate, que hay que estar rápido en mi casa para ir ordenando todo lo de esta noche.

—¿Ya tú sabes lo que te vas a poner? —preguntó Sara, mientras se ponía gel antibacterial en las manos, no había agua para poder lavarse las manos en los baños— Yo estoy casi que cargando la cruz, no tengo nada que ponerme.

—Sara, simplemente ponte algo bonito y ya. —dijo Paula mientras se ponía labial, un color oscuro, hacía que destacaran sus facciones— Acuérdate que Gabriel nos invitó más que todo por ti y para ti, no lo puedes arruinar.

Ah, sí, Gabriel, es un chico de undécimo grado. Antonella no veía que él fuera atractivo tan lindo físicamente, pero Sara lo encuentra lindo, a veces, Antonella pensaba que Sara bajaba demasiado sus estándares con los chicos, porque ella es demasiado bonita como para estar con alguien como él. Prefería no decirlo en voz alta, porque sabía que Sara se molestaría con ella, Antonella no quería que su amiga se molestara.

Es con la única persona con quien habla, prácticamente, todo el día, todos los días.

—Capaz y esta sea la gran nocheee. —agitó sus hombros— ¿No te emociona?

—Ay, no sé chicas, yo de verdad no creo que sea el momento. —contestó Sara.

—¿Cómo que no es el momento? —preguntó Paula, viéndola como si no pudiera creer lo que hubiera dicho– ¡Pero si ya le dejaste en claro lo quesuda que estás por él! Vas a hacerte ver como una provocadora, como una microondas, ¿quieres qué realmente te vean así? Él le contará eso a todos sus amigos, y ninguno querrá ponerte un dedo encima, jamás.

—Sí, claro, pero es que ay, no sé... —dudó— ¿No debería ser novia de él primero o algo así?

—Por favor, Sara, es solo coger y ya, mientras lo hagas con total protección y con consentimiento, todo chill.

Paula se toma estas cosas muy a la ligera, sobre todo después de que tuvo sexo con Ignacio el año pasado, él fue su primera vez y no tuvo pena en decírselo a todo el mundo. Antonella no pensaba que haya algo malo con eso, es su vida y ella puede hacer lo que quiera, pero en su caso, Antonella es más reservada y aunque se las confía a ellas no siente la necesidad de gritarlo y de contarle a todo el mundo como fue, además que es algo de dos personas, ¿la otra se sentiría cómoda con qué le comentara eso a quien se le cruzara? Antonella siempre se preguntaba eso después de contarle algo a sus amigas.

Una vez, el año pasado, le preguntaron si ya ella lo había hecho, no sabía porque sintió la necesidad de mentir al respecto, ni siquiera había llegado a tener un novio serio. Menos mal ninguna siente la necesidad de recordárselo.

Pero cambiando de tema, la fiesta a la que irían hoy va a ser grande, eso se los podrá asegurar Antonella, los chicos del último año la han estado organizando, una buena fiesta para celebrar el inicio de este lapso, y que en seis meses ya se van a graduar.

No sabía que se pondría, pero podía asegurar que se vería muy bonita con alguna de las prendas que había elegido esta mañana. También estaba ansiosa por conocer a algún chico lindo en la fiesta, ¿quién sabe? Tal vez lograba enredarse con uno del último año, o algún amigo universitario de ellos que asistiera. Ella tiene una pequeña fijación con los chicos que le llevan más edad, no lo decía en voz alta porque sentía que sus amigas —sobre todo Paula— la juzgarían por eso, entonces no lo comentaba.

Al llegar a la casa de Paula, todas comenzaron a sacar la ropa que habían tenido guardada en sus bolsos toda la mañana, cada una tenía un estilo de vestir tan diferente, no parecía que tuvieran eso en común.

Paula siempre se viste tan elegante, hasta para salir a tomar un refresco, Antonella dice que tiene la mejor ropa del mundo. Sara confecciona la mayor parte de su ropa, le encanta coser y crear cosas nuevas, en sus cumpleaños ella siempre le regala a Antonella algún vestido o camisa, le encanta eso.

—¿Y este qué tal? —preguntó Sara, sacando un vestido pegado de color azul marino, hecho de terciopelo, se mostraba toda la figura que tenía.

—¡Amii te ves re linda! —exclamó Antonella, emocionada— Gabriel va a quedar es im-pac-ta-do.

—Y como es un vestido, te va a ser más fácil tener toda la acción hoy en la noche. —sonrió Paula— Van a aplaudir mucho.

Ambas se rieron, pero cuando Antonella notó que eso incomodó a Sara dejó de hacerlo. Comenzaba a pensar que tal vez Sara no estuviera tan cómoda con todo el asunto, Antonella no quería pensar lo está haciendo solo por aprobación.

—Yo no sé si eso pasara hoy, simplemente no pienso que...

—Ay, Sara, no seas miedosa. —le dijo Paula, mientras le arreglaba el cabello— Mira que después de eso podrás hacerlo con él sin pena alguna.

—Pau, ¿me prestarías esta blusa?

Antonella sacó saqué una blusa rosada que tenía Paula en su clóset, le pareció que era tan bonita.

—Es que está super cute.

—Antonella, es obvio que no somos de la misma talla, me la terminarías estirando toda.

—Pero... Es que bajé cinco kilos, ayer en el gimnasio de mi edificio, me pesé y...

—No lo digo por tu peso, lo digo por tus senos, son enormes, me estirarás la camisa de una u otra manera, dámela. —le quitó la camisa de las manos, y la puso de nuevo en su closet— No es por ofender, simplemente que, mi ropa no la lucen las gordas.

Paula a veces puede ser bastante sincera con lo que dice y piensa, es su forma de ser, y Antonella no quería creer que su comentario haya sido malintencionado, ¿ustedes sí creen que lo fue?

La cosa es que ese tipo de comentarios, vinieran de quien vinieran, le afectaban bastante a Antonella. No pudo evitar tener que excusarse para ir al baño, fue como un detonante, desde diciembre estaba metida en este problema, otra vez.

Sentía la necesidad de bajar todos esos kilos que ganó hace dos meses, y aunque se pesara igual no podía dejar de pensar que no era suficiente.

La ansiedad la sentía por todo el cuerpo, un sentimiento terrible, y la única manera que tenía para dejarlo salir era vomitando, esperando a que nadie la escuchara. Antonella sabe que no vale la pena hacerlo, se lo han dicho tantas veces, pero ¿cómo detienes algo que tomo control de todo tu cuerpo? No es algo fácil de dejar.

4:14 pm

—Antonella. —Sara tocó la puerta del baño— ¿Estás bien?

—...Sí, solo me estaba cambiando la toalla. —mintió— No es nada.

—Hace tieeempo que no te venía la regla. —comentó— ¿Cómo desde hace tres meses no?

—Sí... Más o menos, tres meses.

De por sí ya Antonella tenía problemas hormonales que le retrasaban el período más seguido de lo que ella desearía, pero con este problema su ciclo se había vuelto completamente loco, su doctora le había dicho eso es algo común si tienes desórdenes alimenticios, pero que con cada paso que da hasta la recuperación hará que vuelva a su flujo normal. Con Antonella eso no ha pasado aún, ella sabe que muy lejos de recuperarse por completo.

—Ya yo pensaba que era por alguna otra cosa, pensaba que te íbamos a tener que dar malta con canela.

—Ja, que risa Sara, de verdad, métete a stand up.

—Bueno, sal de ahí de una vez que en un rato nos tenemos que ir.

Intentó levantarse del suelo tan rápido como pudo, pero necesitó hacer mucho esfuerzo para eso, sentía como si su cuerpo hubiera corrido un maratón entero, y luego el dolor ese fastidioso que tenía en el diente volvió.

Se acercó al espejo y abrió la boca para ver sus dientes, le habían vuelto a salir no una, sino dos caries, y no entendía el porqué, siempre se cepillaba los dientes como su odontólogo le recomendaba, pero aun así le seguían saliendo, y ya el dolor es inaguantable.

Revisó su pelo para ver si no le había caído algo de vómito, cuando pasa eso no es lo más agradable, también tuvo que cepillarse los dientes y echarse perfume para quitarse el olor a vómito.

"Nadie nota que este tipo de cosas pasen a menos de que lo hagas notar," pensó.

            
            

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