Capítulo 6

Desde el pasillo, Iván escuchó a Máximo manipular a Luciana.

"No quiero su riñón, Luciana. No si eso significa que él sufra. Te amo demasiado como para verte infeliz a su lado". Su voz era un susurro lleno de falsa nobleza.

Luciana, completamente engañada, le respondió con ternura. "No digas eso, Máximo. Tú eres lo más importante. Haremos lo que sea necesario".

Iván soltó una risa amarga. El patrón era tan predecible, tan patético.

Más tarde, Luciana lo buscó. Su rostro mostraba una falsa culpa. "Iván, he estado pensando... Quizás deberíamos posponer la boda. Hasta que Máximo esté emocionalmente estable. No quiero que se sienta presionado".

"Claro", respondió Iván, su voz goteando sarcasmo. "Siempre cedes ante él. ¿Qué más da una promesa rota más?".

"¡No es mi culpa!", se defendió ella, irritada. "¡Es por tu culpa que él sufre! Pero no te preocupes, te compensaré después de la operación".

Iván la miró fijamente, su mirada vacía la incomodó. "¿Tienes miedo de que me muera, Luciana?".

Ella se estremeció, incapaz de responder. Evitó su mirada. Justo en ese momento, recibió una llamada.

"El especialista ha llegado", anunció, sin consultarle. "Nos vamos al hospital. La operación será mañana".

En el hospital, Máximo insistió en compartir habitación con Iván.

"Quiero que esté cerca", dijo con una sonrisa enfermiza. "Así puedo cuidarlo y aliviarles la carga a ustedes".

Iván se negó, pero Don Ricardo y Luciana lo forzaron. La coerción era su único lenguaje.