"No molestes a tu hermano", le advirtió Doña Isabel con una dulzura que solo le dedicaba a Máximo. "Necesita descansar antes de la operación".
Iván se recostó en su cama y cerró los ojos, resignado. Observó desde la distancia cómo todos se arremolinaban alrededor de Máximo, ajustando sus almohadas, trayéndole agua, hablándole en susurros. Él estaba solo, olvidado.
Luciana se acercó a su cama por un momento. "Sé fuerte, Iván. Pronto todo habrá terminado". La promesa sonaba hueca, vacía. Antes de que pudiera responder, Don Ricardo la llamó para que volviera al lado de Máximo.
Iván ignoró las provocaciones de Máximo durante el resto del día, concentrándose en descansar.
Esa noche, no podía dormir. Un ruido extraño lo despertó. Vio a Máximo de pie junto a su gotero intravenoso, manipulando la bolsa. Estaba vaciando sus medicamentos y reemplazándolos con una solución salina.
Iván se levantó de un salto. "¿Qué estás haciendo?".
Máximo se giró, sin una pizca de sorpresa o culpa. Admitió su plan con una sonrisa cruel. "Asegurándome de que no sobrevivas a la operación. Tu riñón lo quiero, pero a ti te quiero muerto".
Iván lo miró, y la verdad lo golpeó con la fuerza de un tren. "Tu enfermedad... fue todo una mentira, ¿verdad?".
Máximo se rio. "Nunca fue tan grave. Podría haber vivido con tratamiento. Pero, ¿por qué conformarme con eso cuando podía tenerlo todo? Tu vida, tu prometida, tu herencia... y ahora, tu riñón".
La rabia, pura y ardiente, finalmente explotó dentro de Iván. Lo golpeó con toda su fuerza, derribándolo. "He sido demasiado tolerante contigo".
Máximo, en el suelo, se rio de nuevo, confiado. "Pégame todo lo que quieras. ¿Crees que te creerán a ti antes que a mí?".
Justo en ese momento, Luciana entró. Máximo, el actor consumado, fingió una caída y se agarró la cabeza, gimiendo de dolor. "¡Iván, por favor, no me pegues!".
"¡Me arrepiento!", gritó Iván, mirando a Luciana con un desafío que ella nunca había visto. "¡No habrá operación! ¡No le daré nada!".
La respuesta de Luciana fue una bofetada que le hizo girar la cabeza. "¡Estás loco! ¡Intentas matar a tu hermano en la víspera de su salvación!".
"¡Él te está engañando! ¡Todo es una farsa!", intentó explicar Iván, pero sus palabras se perdieron en el muro de la negación de Luciana. Ella se negaba a creerle.