Capítulo 7 La ahijada de mamá

EL QUE NO QUISO LUCHAR FUI YO

CAPÍTULO 7.

Patricia López.

-Hola - solo eso pude decir, me acerqué.

-Hola -se levantó.

-¿Cómo estás? -, por fin reaccioné, la abracé y dejé un beso en su mejilla.

-Muy bien. ¿Y tú? - correspondió a mi saludo con una hermosa sonrisa.

Ahí estaba la ahijada de mis padres Sandra. Había cambiado mucho en estos dos años, estaba tan bella, a pesar de tener su cabello desorganizado en una moña alta se veía tan hermosa. Su carita de ángel tan perfecta, sus ojos tan bellos color miel, su cabello rubio como los rayos del sol, sus labios ovalados, su nariz perfecta, su cuerpo perfectamente formado. Ahora era toda una señorita de 16 años, increíble como había cambiado. Aún tenía su carita redondita y perfecta como una manzanita. No podía explicar la sensación que sentí al verla, la miré de pies a cabezas y ella con sus mejillas ruborizadas que la hacían ver más hermosa, bajó la mirada.

-Que gusto verte otra vez Sandra ¿Cuánto tiempo sin verte ?

-Dos años -sonrió y desvió su mirada-, también me da gusto verte otra vez.

-¿Verdad hijo que está hermosa mi ahijada? Es toda una señorita.

La miré, ella evitaba mirarme, otra vez se ruborizó.

-Sí madre, Sandra está muy linda.

-Mi madrina exagera, pero muchas gracias.

Se levantó de la silla y salió de la cocina, la verdad me quedé sin palabras al verla. Mi madre empezó a hacerme platica, preguntándome cosas del viaje y sobre Mariana. Le platiqué del viaje, pero no le conté que estaba disgustado con Mariana.

🌙━━━━━•°•°•❈•°•°•━━━━━🌙

_____ Narra Sandra ____

Mis papás me dijeron que si quería pasar vacaciones en casa de mis padrinos, unos 15 días. La idea me pareció perfecta, empaqué mis cosas con mucha ilusión, bajé hasta el pueblo y ahí mi padrino me recogió. Llegué el sábado, mis padrinos estaban felices por mi visita, mi primo Andrés también. Siempre me había llevado muy bien con él, pasé casi todo el día con Andrés pues mis padrinos tenían un corral a dos minutos de la casa lleno de conejos.

Le ayudé a cuidarlos y por supuesto me quedé cargándolos, yo amaba a los animales. En la tarde me organicé, me puse una camiseta negra y unos jeans azules, para no peinarme me recogí el cabello en una moña alta desorganizada. Ya empezaba a oscurecer, entré con mi madrina a la cocina para ayudarle a preparar la comida cuando escuchamos un alboroto afuera. Yo me quedé ahí poniéndole cuidado a la cena, no presté mucha atención. Luego sentí la voz de mi madrina, cuando levanté la mirada sentí que mi corazón latía más rápido que nunca, era Esteban que acababa de llegar. Sentí que las piernas me temblaban, los latidos acelerados de mi corazón y una sensación que no podía explicar.

Mi primo estaba tan guapo, como había cambiando en ese tiempo, estaba divino. Su cabello castaño desordenado, sus ojos cafés claros, tenía una camisa blanca que lo hacía ver tan guapo. Su sonrisa me ponía nerviosa, mucho más cuando me miró y recordé que estaba como una loca despeinada, en cuanto pude me salí de la cocina dejándolos solos.

Trataba de controlar mis nervios, que no entendía por qué los tenía, si solo era mi primo que hacía mucho no veía. La casa de mi madrina era pequeña. Hacía poco que habían terminado de construirla, solo tenía la cocina, el baño, la sala que era donde dormían mis padrinos y otra habitación que tenía dos camas. Unas camas que estaban casi juntas, solo tenían espacio justo para uno entrar y salir.

En una cama de esas dormía Andrés y en la otra dormía yo, imaginé que era la cama de Esteban. Estaba tan metida en mis pensamientos que no escuché cuando Andrés me habló.

-¡Sandra! -me movió, Sandra, te estoy hablando.

-¡ Perdón! -moví la cabeza-. ¿Qué decías?

-Estoy feliz por la llegada de Esteban, hace mucho que no veo a mi hermano.

-Me da gusto por ti -, solté mi cabello -, ¿la cama en la que duermo es la de tu hermano?

Peiné mi cabello con mis dedos para volverlo a recoger en una cola alta.

-Sí, ahí duerme él cuando viene.

Me quedé callada cuando escuché un ruido en el marco de la habitación, levanté la mirada y era Esteban que venía entrando con mi madrina y sus cosas. Me paré de la cama y me senté en la de Andrés, no sé porque me ponía tan nerviosa con solo mirarlo.

🌙━━━━━•°•°•❈•°•°•━━━━━🌙

___ Narra Esteban ___

Después de unos minutos de las típicas preguntas de mi madre le dije que iría a dejar mis cosas. La casa de mis padres aún era muy pequeña, solo tenía una habitación grande donde tenía algunas cosas, mi cama y la de mi hermanito, la sala que era donde ellos dormían, el baño y la cocina. Había otra habitación, pero esa era donde mi padre guardaba las herramientas y los químicos que utilizaba para la finca.

Pasé por la sala directo a la habitación donde imaginé que estaría Sandra, al verla,una leve sonrisa se dibujó en mis labios. Cuando me vio entrar lo primero que hizo fue levantarse de mi cama y pasarse a la cama de mi hermanito, no entendía porqué me evitaba tanto. ¿Será que me tenía miedo, por todo lo que le hacía cuando era niña? ¿Aún lo recordará?

-Hijo acomoda tus cosas en ese cajón - miró a Sandra-, mi niña tu dormirás con Andrés y Esteban en su cama.

-Claro que sí madrina, no tengo problema.

-Sí, yo duermo en el rincón.

Sandra abrió sus ojos, las camas estaban tan juntas que si ella dormía en la orilla y yo extendía mi mano podría tocar la suya.

-No, yo duermo en el rincón -exclamó.

-Mi niña es mejor que Andrés duerma en el rincón, él tiene muy mal dormir y si se duerme en la orilla estoy segura que se cae de la cama.

-Está bien, mejor duermo en la orilla.

La miré, me miró y luego bajó la mirada, mi madre salió de la habitación. Sandra se levantó, pensaba salir.

-¿Por qué te vas? -la miré, por un momento sus ojos se encontraron con los míos, que lindos ojos tenía-,¿tanto te molesta mi presencia?

-Claro que no - sonrió-, pensé que querías descansar.

-Primero a desempacar -me senté a su lado, ella se alejó un poco-, ¿me ayudas?

-Yo también ayudo-comentó mi hermanito-, ¿qué me trajiste?

Sonreí, empecé a sacar primero la ropa, ella permanecía en silencio, saqué una bolsa llena de dulces y se la entregué a Andrés, salió feliz de la habitación a mostrarle a mi madre. Saqué una chocolatina y se la entregué a Sandra, al instante sus mejillas se pusieron rojas, eso la hacía ver tan bella.

-De haberlo sabido te traigo algo mejor, no sabía que te encontraría aquí.

-Gracias -me recibió, por primera vez mirándome a los ojos ahora yo me puse nervioso-, me encantan los chocolates.

-Esos los traje de Roma -ahora fui yo quien no aguantó su mirada. Saqué otros chocolates y se los di-, al menos también te tocó algo de ese lugar.

-Que suerte, hasta a mi me toco algo -mordió el chocolate y yo seguí el movimiento de su boca con la mirada-. ¿Cómo es eso por allá?

-Es un lugar muy bonito.

-¿Tienes fotos? -indagó con curiosidad.

-Sí, mañana o más tarde te las muestro, las tengo en el portátil -lo saqué del bolso y lo dejé sobre la cama-, mientras termino de organizar puedes prenderlo y buscarlas en una carpeta que dice fotos -miró el portátil con curiosidad -. ¿Qué pasa?

-Dirás que soy tonta -se ruborizó-, se que existen, pero es la primera vez que veo uno.

-¿En serio? - asintió-¿ no tienes correo electrónico?

-No, ¿eso qué es? -levantó una ceja.

-Es muy fácil manejar estos aparatos, el correo lo utilizas para comunicarte por este aparato o el Facebook.

Ahí todavía no existía el WhatsApp, ni los celulares de alta gama, solo los llamados flechas.

»Si quieres puedo enseñarte.

Una linda sonrisa se dibujó en su rostro.

-¿De verdad me enseñarías?

-Sí, mañana empezamos si quieres.

-Sí, me encanta.

Su sonrisa de niña curiosa, la manera en la que miraba ese portátil la hacía ver tan dulce. Me quedaba mirándola, no entendía porqué, creo ella se dio cuenta porque la noté nerviosa y sin darme tiempo de nada se salió de la habitación. Sin duda alguna aunque ya era toda una señorita con una cara y un cuerpo hermoso, seguía siendo la misma niña dulce de siempre.

¿Tendría novio? Pero qué tonterías pensaba, sacudí la cabeza seguí organizando mis cosas. Entre esas cosas encontré una medalla del señor de los milagros, la había comprado en Roma cuando estuve de visita. La tomé en mis manos y sonreí, creo encontré la dueña perfecta para esa medalla. La guardé en la cajita y termine de organizar. Saqué algo cómodo para cambiarme, platiqué con mi padre quien tenía demasiados planes. Le dije que esa semana iríamos a ver el lote del que tanto habló.

Luego salí al corredor, levanté la mirada. A una esquina de la casa, ahí estaba esa niña que me desconcertaba tanto, me quedé mirándola en silencio. Ella platicaba con mi madre y cuando se reía se veía mucho más hermosa, me pregunté si siempre había sido así y yo nunca lo noté o en verdad había cambiado tanto. No me gustaba nada lo que sentía al mirarla, era algo que jamás sentí con nadie, ni con Mariana. No podía explicarlo, no, solo era cariño hacia mi primita.

Imaginé que era porque hacía mucho que no la veía. Tenía que seguir como las otras veces, aunque ella tenía algo que con solo mirarla me hacía sonreír, su sonrisa era muy contagiosa. Era como si te llenara el alma solo con verla sonreír, te olvidabas de todo y de todos. Regresé a mí cuando sonó mi celular, era un mensaje de texto.

Mensaje Mariana.

¿Esteban cómo estás? Necesitamos hablar por favor, no quiero que las cosas terminen así, hablemos ¿sí?

Cuando pensaba responder unas carcajadas hermosas llamaron mi atención haciendo que todo lo demás se me olvidara. Me quedé mirándola de lejos como se reía a carcajadas por las ocurrencias de mi hermanito, dejé el celular en mi bolsillo y caminé hasta ellos.

-¿Me cuentan el chiste para reírme también? -sonreí- , Tu sonrisa es contagiosa.

-Su sonrisa es hermosa hijo y te llena el alma.

Me miró directo a los ojos y ahora yo bajé la mirada

-Tu hermanito es el que me hace reír por las cosas que dice -recostó la cabeza en el hombro de mi madre-, eso lo dices porque me quieres, pero yo me río horrible.

-¡Hijo por Dios! - apenas me vio la cicatriz-, ¿Esa fue la herida insignificante? ¡Ay Dios!

Sandra bajó la mirada hasta mi brazo.

-Fue pequeña madre -extendí mi mano enseñándola- , la cicatriz es fea, se ve muy exagerado, pero no fue grave.

Sentí un roce de unos dedos suaves y delicados que hicieron estremecer cada parte de mi piel, alejé mi mano al instante.

-¡Perdón! - me miró-, ¡Perdón! ¿Aún te duele mucho?

¿Qué demonios fue eso? Un solo roce me enchinó toda la piel, fue como recibir una corriente eléctrica.

-No, tranquila, no te preocupes, no me duele -extendí la mano otra vez- , solo se siente la cicatriz, pero no duele.

Con la yema de sus dedos subió rozando toda la cicatriz lentamente sintiendo como cada centímetro de mi piel se estremecía.

Cómo reaccionar a algo que nunca antes te había pasado, una sensación que era nueva para ti, no entiendes el por qué. Me quedé mirándola mientras ella recorría esa pequeña parte y yo sentía pequeños roces de electricidad en todo el cuerpo, una sensación que me desconcertaba, no entendía, no me gustaba. ¿Quién no teme a lo desconocido?

-¿Tienes frío? -Me miró.

-¿Qué? - me perdí en sus ojos que de cerca eran más hermosos.

-Se te puso la piel de gallina.

-Sí - sacudí la cabeza-, el cambio de clima, en la ciudad hace mucho calor y aquí se siente el aire frío- me levanté -, me iré a dormir estoy cansado.

¿Ahora qué me pasaba? Era yo el que huía de ella, era ella la que me ponía nervioso, me despedí de mis padres y me acosté. La dejé casi con la palabra en la boca, ella podía pensar que era un maleducado. Que pensara lo que quisiera, si antes no me importó, por qué me importaría ahora. Solo quería descansar, todo eso tenía que ser producto del cansancio y el estrés acumulado.

Nota:

¡Qué nervios! 😱

¿Qué pasará por la cabeza de Esteban? 🤔

Continuará...

            
            

COPYRIGHT(©) 2022