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El sonido del reloj era lo único que acompañaba a Camila esa noche.
La ciudad dormía, pero su mente no encontraba paz.
El departamento estaba en silencio, y la luz tenue del pasillo se filtraba por debajo de la puerta de la habitación de Sofía. Camila no se había acostado. Se sentía atrapada entre el pasado y el presente, entre lo que fue y lo qu