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Sin imaginar absolutamente nada de lo que le ha pasado a Sara, Ruzena parece seguir la misma línea de pensamiento que su hermana.
De hecho, parecerse tanto a alguien es curioso por decir lo menos. Y los pensamientos de la niña alternan entre un extraño que ahora no puede sacarse de la cabeza. Y el Padre Tono y el confesionario.
Su confidente, Carlo