/0/7608/coverbig.jpg?v=6b7bc4e348c7d7d55a6eeca059b447a9)
- ¡Qué raro, Pablo, ahora que estoy cerca de este encuentro se me acelera el corazón! Yo no soy una de esas cosas...
Dijo Sara, caminando por el jardín como si viera todo por primera vez, pero realmente era así. Nunca tuve la oportunidad de entrar en una propiedad de este tipo. Los gitanos nunca fueron bienvenidos. Con su reputación de ladrones y alborotadores.
Y ambos caminaron, pasando sus manos por las flores hasta que vieron bancos debajo de un árbol y se dirigieron allí.
Pero nada como esa señora. Sara se cubrió la cara con el pañuelo que cubría su cabello por miedo a ser reconocida. Como si fuera posible ocultar sus orígenes en tantas faldas y colores de su ropa.
Se quedaron unos segundos que parecieron eternos en aquel banco mirando a su alrededor con un miedo absurdo a ser descubiertos cuando un... ¡sonido venía de detrás de los árboles!
- Oye, psyu... tú... ¡ven por aquí!
Por Santa Sara, que voz esa del más allá, pensó Sara rápidamente hasta que vio la compañía de la señora escondida detrás de un árbol. Y aliviada de dejar un área tan abierta donde pudiera ser vista, corrió hacia lo que parecía un mini bosque. La criada abrió el camino con sus manos y pronto se pudo ver un nuevo claro. Y ahí estaba ella sobre una manta en el suelo con mucha fruta y dulces, como una auténtica merienda gitana.
Inmediatamente encontré una buena recepción de esa chica. Ella realmente quería ser amable y nos hizo sentir a gusto.
Llegamos detrás de ella y finalmente se dio la vuelta y nos saludó.
- Bienvenidos.
Sara, al ver a la niña, lanzó un chillido chillón, de esos que el sonido no asusta tanto. Pablo quiso taparse la boca, pero se sintió un poco mareado y cayó al suelo. Por un breve momento un motín se instaló en ese lugar.
Ruzena al no entender echó a correr medio agachada aún ayudando al joven y la sirvienta corrió a sacar la jarra de jugo que volteaba el vestido de Ruzena y Sara que también asustada, instintivamente ayudó a Pablo tratando de atrapar al muchacho aún en su caída . Cuando por fin cae a tierra tu velo. Saliendo de su cabeza y los dos podrían estar al mismo tiempo ayudando a la pequeña gitana, intercambiando miradas de cerca, ojo a ojo... se miraron fijamente por un momento. Y la reacción fue casi simultánea y ambos saltaron hacia atrás asustados.
- Dios mio.... tu eres yo! Solo.... solo.... y se quedó allí tartamudeando sin saber qué completar para no ofender a la gitana que era su semejanza.
Ruzena en ese momento ni siquiera sabía de lo que estaba hablando.
La sirvienta abrió la boca y no la cerró más y Pablo se despertó y como siempre habla mucho, se puso a parlotear.
-Santa Sara. Parecéis gemelas. No puede ser. Bueno, tienes el pelo más liso. /Pasando una mano por el cabello de Sara/
- Y tu cabello es un poco más claro... /poniendo sus manos en el cabello de Ruzena/
E inmediatamente retirándose sabiendo que estaba siendo un poco abusado allí. Pero, él realmente fue maltratado, siempre, con esa manita que el clan pretendía ser normal, siendo un chico un poco afeminado.
Pero algo estaba pasando en ese momento, a ambos no les importaba la charla de Pablo, se miraban con una mezcla de curiosidad, intensidad y familiaridad. Parecían conocerse, o la similitud entre ellos la hacía sentir cercana.
Y Ruzena, que era menos salvaje y muy dulce, soltó suavemente un...
- ¡Como eres bonita! ¿Cuál es tu nombre?
Y Sara, en ese momento... - "¡Tú también eres hermosa!"
¡Y todos empezaron a reír como un cierto alivio! Tras el susto, los ánimos volvieron, sin gracia, pero ahí estaban recuperándose.
- Tómate un jugo, merienda. ¡Pañuelos Ruzena, entrega los pañuelos! Carlota dijo optimizar y cambiar el rumbo de la situación ya que uno no dejaba de admirar al otro, mirando cada detalle del rostro sin vergüenza de mostrar tanta sorpresa.
Pero, ella misma volvió al tema. - "¿Qué aspecto tienen ustedes.... cómo es eso posible?"
Y allí en ese momento que parecía eterno, ¡alguien tuvo el buen sentido de recordar la hora! Pablo dejó escapar un sonido resonante.
-¡Boris! ¿Recordar? le tengo miedo No olvides el tiempo.
Sara estuvo de acuerdo y explicó que no podía soportarlo por mucho tiempo. Pero en el tiempo que les quedaba, ambos estaban convencidos de la certeza de que necesitarían saber más el uno del otro. Hicieron preguntas casi juntas como un juego de hermanas. Preguntas sobre qué les gusta, cuál es su comida favorita, su color... pero, claro, más allá de las diferencias, porque son personas diferentes y sabemos que son gemelos. Recibieron una educación diferente, por lo que casi nada es mejor que el parecido físico.
Sin embargo, mucho más se descubriría tras el encuentro tramado por el destino. Era hora de volver a encontrarnos.
Organizaron posibles devoluciones. Y como lo harían. Carlota y Pablo, fieles amigos y casi súbditos, serían los encargados de decidir cómo irían estos encuentros. Y tendría que ser toda esa primavera, porque en el frío extremo cada uno se encerraba en sus casas. Pero tendrían tiempo. Pero tendrían tiempo. Sí... tiempo suficiente para los descubrimientos que cambiarían sus vidas.
Ambos ya mostraban tanta alegría. Estaban tan conectados, jugando entre ellos, abrazándose, tocándose el cabello... alegres. Realmente una felicidad... un encuentro con el espejo!
Ninguno de los dos tuvo la malicia de preguntarse por qué tanto parecido o por qué se sentían tan cómodos el uno con el otro si hasta hace unos minutos eran dos desconocidos.
El momento es de alegría y renovación, y por un breve instante Ruzena se olvidó del amor que sentía por el Padre y que jamás podrá ser correspondido. Que se sentía como una extraña en su propia casa. Y por su parte, Sara no pensaba en un matrimonio concertado con uno de los hombres más egoístas y acosados del grupo, Yago. Y que tendría que seguir una tradición que no quería, porque tenía dotes para el comercio y el baile.
Ambos con sus dolores interiores ocultos y amortiguados por un momento de tanta sutileza y alegría.
- Pero el tiempo apremia como el grito de Boris. De inmediato me acordé de Pablo, que siempre tenía esas líneas realistas y sarcásticas. Un irónico mal humor.
En ese momento, Sara frunció el ceño.
- Tenemos que ir a Ruzena, ¿o te puedo llamar Rosa? Ruzena es Rosa ¿no?
Con el asentimiento de Ruzena, se levantaron y se tomaron de la mano y la nueva Rosa habló con su tono dulce:
- Tú... (se volvió hacia Pablo también) - ¡Hiciste de esta primavera la mejor de mi vida! Fueron muchas emociones por un día, que nunca olvidaré. En caso de que no podamos vernos, me gustaría que lo supieras... pero haremos todo lo posible para vernos, ¿no, Sara? /Y volvió a mirar a Pablo ya Carlota y repitió como pidiendo la confirmación de un sí en sus ojos/ - ¿No es así?
Y todos respondieron afirmativamente.
- Tenemos que irnos, Boris es realmente nuestro líder y es muy estricto. Si no llego a tiempo, determinó, puede arrestarme en la primavera y ¡entonces no podremos vernos! Agradezco los regalos, pero soy simple y no tengo nada que darte!
Y Ruzena con su mirada serena le responde:
- Ya me diste una niña hermosa (en una autoafirmación también de tu belleza) - ¡Ya me diste!