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Jan Novák, estaba de guardia frente al establo de los futuros ahorcados del mañana. Su comandante lo había tenido a la espera toda la noche. Pero en medio de la noche la guardia cambiaría. Era como un castigo en ese lugar. Dos días antes, cuando la carreta había llegado al patio del reloj, había expresado su indignación por esas muertes. Eran expre