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―No me trago el cuento de que te sientes mejor ―Su voz era firme, al igual que su rostro. Nunca antes lo había visto mantener tanto tiempo el ceño fruncido ―. Aún pienso que lo ideal sería que te revisara un médico. Nadie se desmaya de la nada, Milena. ―Continuó con el discurso. Llevábamos; mejor dicho, él llevaba treinta minutos sin qu