El mentor
img img El mentor img Capítulo 3 El verdadero Royal (18+)
3
img
  /  1
img

Capítulo 3 El verdadero Royal (18+)

<>

-Y tú, ¿Frecuentas mucho este lugar? -cuestioné.

-Siempre que me es posible -confirmó -. Este y otros similares.

-Por similares te refieres a... Tú sabes... -Mis mejillas se calentaron enseguida. No entendía por qué me costab tanto trabajo formular la pregunta. Me sentí como una niña estúpida y lo que menos quería era que él también me viera de esa forma.

Dejó escapar una risa ronca y viril que me puso los pelos de punta.

-Soy curiosa. -Me encogí de hombros.

-¿Por eso estás aquí?-indagó, pero aquello había sonado más a una afirmación que a una pregunta -. No pareces del tipo de persona que suele frecuentar estos lugares.

-Y no lo hago -consentí -. Es la primera vez. -Lo ví expulsar el aire pausadamente y apretar el puño que tenía sobre la mesa, como si tratara de controlar sus impulsos.

-Y decidiste que venir sola era lo mejor...

-No me gusta dar explicaciones. - Me encogí de hombros y tomé un sorbo de mi vino.

-Inteligente, me gusta -dijo más para sí mismo.

Nuestras miradas se conectaron de una manera intensa, como si quisiéramos descubrir todo el uno del otro, a través de nuestros ojos. La tensión sexual que se creó entre nosotros era palpable, jamás había tenido sensaciones tan arrebatadas como en aquel momento.

-¿Te gustaría acompañarme? - dijo, sacándome de mis pensamientos. Fue directo al grano y me tendió la mano, mientras se ponía de pie.

¡Mierda!

-¿A dónde exactamente? -inquirí, sin dejarle ver lo nerviosa que estaba.

Curvó la comisura de su labio.

-A la primera sala -dijo, apuntando con su mirada un pequeño pasillo al fondo del lugar.

¿Cómo no lo había notado antes?

Mi sangre se calentó en segundos, mi corazón se aceleró y m respiración se volvió pesada. La adrenalina estaba haciendo de las suyas dentro de mi cuerpo. Me debatí mentalmente por unos instantes.

Es por lo que estás aquí, ¿Recuerdas?... Para descubrir cosas nuevas.

Me animó la pequeña "Yo" de mi cabeza.

Tomé su mano, incrédula de lo que estaba por hacer.

Ahora sí vas a tener el espectáculo que tanto esperabas cuando entraste aquí.

Me decía mentalmente, mientras caminábamos por el pasillo.

Nos detuvimos frente a una puerta de madera negra.

-¿Tienes idea de lo que hay tras la puerta? -preguntó.

-Supongo que... personas teniendo sexo -dije con algo de duda. Como si de una pregunta del examen más difícil de mi vida se tratara.

Sonrió. Liberó mi mano de su agarre para introducir un pequeña llave que acababa de sacar de la bolsa de su pantalón, en el pequeño cerrojo del picaporte.

Lo primero que noté tras abrir la puerta fue la ambientación de la habitación, las instalaciones seguían siendo de primera, pero todo muy diferente al restaurante, era como si me hubiera transportado a un lugar distinto. Las paredes estaban pintadas en un color rojo oscuro, tenues luces iluminaban la enorme habitación, había butacas y pequeñas salas negras de piel. Más al fondo un par de camas redondas con sábanas de seda negra. Una sensual y tenue melodía sonaba en el lugar.

Todos aquellos detalles pasaron a segundo plano, cuando el olor a sexo inundó mis fosas. Mi atención se centró en las parejas y grupos de personas que estaban sobre las butacas y camas, todas ellas disfrutando del sexo, desinhibidas. Los gemidos y gruñidos llenos de placer retumbaron en mis oídos. Algunas mujeres practicaban sexo oral mientras eran penetradas por otro hombre, e incluso algunas, por dos hombres.

¡Mierda! Aquello era tan morboso. Mi lado curioso estaba satisfecho con lo que veía y escuchaba, pero mi estúpido veinte por ciento de mojigatería, me gritaba que estaba cometiendo la peor estupidez de mi vida.

Tragué saliva. Y ahora... ¿Qué seguía?

Kendrick, no tardó en darme la respuesta. Sentí su respiración en mi cuello.

-¿Segura que sólo quieres observar? -susurró en mi oído.

Su aliento chocando contra la piel caliente de mi cuello, me erizó los vellos.

-No voy a cogerme a nadie hoy -respondí con la voz entrecortada -, pero -Hice una pausa -, no me molestaría recibir un poco de aten...

Mis palabras fueron sustituidas por un gemido ahogado cuando sentí su cuerpo pegarse a mi espalda, mientras sus manos rodeaban mi cintura. Su erección rozaba el límite entre mi espalda y mis nalgas. Jadeé ante la sensación. Estaba nerviosa, era la primera vez que estaba en esa situación con un total extraño; pero, mierda, lo deseaba. Era tan jodidamente sexy que no quería desperdiciar la que, seguramente, sería la única oportunidad de estar con él. La excitación y la calentura me ganaron.

Dejé caer mi cabeza sobre su hombro al tiempo que movía mis caderas buscando el roce de mi culo con su miembro y una de mis manos subía a su cabeza, enredando mis dedos en su sedoso cabello. Acercó sus labios a mi cuello, besando, chupando y mordiendo, al tiempo que una de sus manos se colaba por la parte baja de mi vestido, hasta llegar a mi necesitado sexo.

Acarició mi monte de venus por encima de la tela que lo cubría, para después posar sus largos dedos en la zona más sensible, trazando movimientos circulares con sus yemas. El roce del encaje contra mi clítoris, era delirante. Cerré los ojos disfrutando el momento, mordía mi labio inferior, reprimiendo mis gemidos.

-Déjame escucharte -susurró en mi oído.

Hizo a un lado mis bragas, abriéndose paso entre mis labios vaginales. Como una maldita respuesta automática a su petición, liberé mi labio y los gemidos empezaron a brotar, mezclándose con el resto de sonidos placenteros de aquella habitación.

Mis piernas temblaban, al punto de no querer sostenerme por mucho más tiempo. Kendrick me sujetó con más fuerza de la cintura, brindándome el soporte que necesitaba. Su pulgar se centró en mi pequeño botón del placer, mientras el resto de sus dedos se deslizaba por la parte interna de mi vagina, lubricando mi entrada con mis propios jugos. Una corriente eléctrica se empezó a formar desde las punta de mis pies hasta mi sexo.

-Mierda, preciosa, estás tan húmeda -gruñó.

Me aferré a su cabello con fuerza, mientras mi mano libre sujetaba su brazo. ¿En qué momento se había deshecho del saco y remangado su camisa hasta los codos? Ni puta idea, pero el roce de mi mano con los vellos de su brazo, me excitó más todavía. Clavé mis uñas en su piel, mientras sentía mi humedad ir en aumento.

-Kendrick... -Su nombre me supo a gloria y a placer, en ese momento y más cuando otro sonido gutural se escapó de él tras escucharme pronunciarlo -. Yo...Yo voy...

-Hazlo, nena... -Atrapó el lóbulo de mi oreja con sus dientes.

Otra vez su petición tuvo una respuesta automática de mi cuerpo. Liberé un estruendoso gemido, cuando sentí los músculos de mi vientre y vagina tensarse, explotando en un delicioso orgasmo. Kendrick llevó dos de sus dedos al interior de mi vagina, estimulando el punto exacto. Gracias a sus movimientos certeros, no tardé mucho en experimentar de nuevo el éxtasis en mi cuerpo, sentí mis jugos escurriendo por mis piernas.

Estaba agitada, mi cuerpo sudaba, las piernas no me respondían, y aún así el calor en mi interior era incontenible. Lo quería a él, mi cuerpo demandaba sentir el suyo, mi cavidad pedía ansiosa que su miembro la llenara.

Me golpeé mentalmente para hacerme apartar esa ideas de la cabeza. Lo deseaba, si, pero no estaba completamente segura de hacerlo. Me conocía bastante bien, sabía que si probaba aquello una sola vez, la necesidad de experimentar más cosas nuevas no haría más que ir en aumento.

Tal vez después me arrepentiría de mi decisión, pero lo prefería así. Ya ese hombre me había dado mucho más placer del que había podido experimentar con cualquiera de los noviecitos que había tenido.

Todavía con él a mis espaldas, hundí mi rostro en su cuello y mordí ligeramente su piel, recibiendo como respuesta un gruñido.

Sacó sus dedos de mi interior, para limpiarlos con su boca. Se separó ligeramente de mí, cuando sus labios buscaron los míos, fue mi señal. Coloqué mis dedos en su boca antes que pudiera rozar la mía.

-No -Aparté mi rostro abruptamente -. Sin besos. -Pese a que todavía estaba sobreexcitada y trataba de recuperar el aliento, mi voz sonó firme.

Me miró con los ojos entrecerrados, un poco confundido.

Maldita sea, claro que quería probar sus labios, chuparlos y morderlos hasta desgastarlos, pero era fiel a mis reglas, estúpidas o no. Llevaba años utilizando esa técnica y no me había fallado, al contrario, me había evitado muchos corazones rotos a causa de falsas ilusiones; este no era el caso, claro. Era consciente que en ese lugar y con cualquiera de esas personas, incluido él, el interés era meramente el del placer sexual. Por lo mismo, estaba evitando volverme adicta a él.

-Tenía razón señor Colleman -susurré sobre mis dedos -. Ha sido todo un placer.

Me liberé de su agarre y abandoné la sala, antes de que pudiera decir algo. Caminé decidida a la salida del lugar, subí a uno de los taxis que estaban aparcados al otro lado de la calle y este se puso en marcha.

Esa noche me marché con la mejor experiencia sexual de mi vida, estaba segura que no olvidaría a Kendrick Colleman.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022