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Por primera vez en mucho tiempo, el lunes no me parecía tan malo. Había despertado con la mejor actitud, con una sonrisa de oreja a oreja y un brillo especial en los ojos. Pese a que el asunto de André aún me martillaba la cabeza, estaba realmente feliz; tanto, que incluso Norah notó el cambio apenas puse un pie en la oficina. La noche