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-¡Maldita!...
Observé uno de mis zapatos volar por el aire y caer sobre la cama, a escasos diez centímetros de mi objetivo.
-¡Bruja!...
El otro zapato se estrelló contra el suelo, con un sonido sordo.
-¡Arg!... -Caminé de un lado a otro. Mi habitación de repente parecía demasiado pequeña. Me sentía como un león enjaulado.
Tomé un par de