El amanecer se colaba suavemente por las ventanas de la mansión del campo, tiñendo las paredes de un tono cálido, dorado. La casa, aunque vasta y rodeada de campos que se extendían hasta el horizonte, tenía una quietud única que abrazaba todo a su alrededor. Enzo y Amatista despertaron en la misma sincronía, como si el destino hubiera decidido que
COPYRIGHT(©) 2022