La luz matinal se filtraba tímidamente por los ventanales de la mansión Bourth, iluminando la habitación vacía donde Enzo despertó. Había decidido no volver a compartir el lecho con Rita, ocupando la habitación que solía pertenecer a Amatista. Ese espacio, impregnado de recuerdos, le resultaba más cómodo que la fría presencia de su esposa.
Se levan
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